Cualquier partido, de los del patio, o fuera de él, se sentiria orgulloso de tener en sus filas a un hombre de las condiciones de José Rafael Abinader.
Pero no valen sacrificios familiares, ni económicos, ni su probada honradez, ni su don de gentes, ni su admirable capacidad de condolerce de los demás, lo que vale es que un hombre honesto no puede ni debe pasar en las filas del PRD.
Lo que vale es pagarle a un dirigente los favores que le hizo al Presidente del Partido, fomentador de los grupos, aunque quiera decir todo lo contrario.
Vale nadar en dos aguas, porque la honestidad de Abinader en el Senado es una dura piedra en el camino de corrupción que ahí transitan algunos.
Ahora le han despojado de la posición de Candidato a Senador por Santiago, que ya ocupó y que lo hizo de forma histórica.
Lo que vale es ignorar los más de cincuenta vicepresidentes y altos dirigentes del partido que le dieron su apoyo, porque en ese listado igualmente están gentes a las que se les tiene el agua puesta para sacarlos del juego.
Porque el juego es claro, y al mismo se presta el joven Secretario General y muchos otros que no deben estar en cargo alguno en el PRD de ahora, supuestamente respetuoso de los estutos.
El juego es con duro, porque se apuesta a una candidatura que prohiben los estu-tos y la reivindicación de quien tiene la osadia de querer cerrar caminos para conseguir de nuevo una derrota para el PRD.
El juego es pasando por encima de las bases del PRD, que han puesto sus ojos en Miguel Vargas Maldonado, y hacen todo lo posible por reunirlo y presentarlo como parte de un proyecto fallido, festinado, que hiede a mentiras y corrupción por todas las partes, un alarmante cuerpo descompuesto de donde brota puz con solo tocarlo.
Yo como amigo, muy honrado de serlo durante años,le diria al Dr.Abinader que no abandone el barco, que eso es lo que ellos quieren, que la pelea es peleando y es a lo interno de un partido que no es de esos señores ahora enquistados en el poder, utilizandolo como lo hacia Hatuey a quien ellos tanto criticaron.
Es lamentablemente un partido a la deriva, herido de muerte, en espera paciente de acabar de ser asesinado por aquellos que juraron sacarlo de su crisis y convertirlo en una opción valedera.
Lo de Abinader es un ejemplo de maldad sin razón pero si con lectura fácil, lo que pasó en Salcedo es un anuncio de lo que ya parece una muerte anunciada.
Desgaciadamente la política de intereses predomina sobre la honestidad y sobre la capacidad, pero más que todo y sobre todo, predomina sobre la razón de ser de un partido que se va perdiendo dia a dia su esencia y se convierte en el feudo de unos se-ñores que quieren engañarse quizás a ellos mismos, cuando ya se ha desvestido en pú-blico, y se conocen sus posiciones todavia menos puras de aposentos.