Un tránsfuga, de acuerdo con el diccionario Océano de sinónimos y antónimos es un "desertor, prófugo, huido, evasor, desleal, golondrino, tornillero, apóstata, traidor, adaptable, acomodadizo, acomodaticio, camaleón, chaquetero, convenenciero, ecléctico, interesado, pancista y vividor".
No sé con cuál de estos vocablos se sienten más a gusto los tránsfugas del Partido Revolucionario Dominicano y del Partido Reformista Social Cristiano que han sido "adquiridos" por el gobierno en una especie de mercado de pulgas donde participan los mendigos de la política, los pordioseros del presupuesto nacional, aquellos que decidieron no trabajar para vivir del Estado, los que no se ganan el pan con el sudor de su frente, sino con el sacrificio, el hambre y la miseria del pueblo.
Un tránsfuga es un "desertor, evasor, desleal, golondrino, tornillero, apóstata y traidor", entre muchas otras cosas malas, perversas que nunca pueden ser exhibidas con orgullo a la sociedad.
¿Cómo puede alguien acudir a unas elecciones para votar por traidores, desleales, gente capaz de cambiar su ideología y sus principios por "unos dólares más"? ¿Cómo confiar en gente que ayer decía una cosa y hoy, por determinadas razones, dice otra? ¿Qué sentido tiene votar por traidores, por gente que traiciona a los suyos y se traiciona a sí misma?
Hay que tener una cara muy dura, hay que ser muy desvergonzado para presentarse ante los medios de comunicación para anunciar, frente al nuevo patrón, frente al nuevo amo, para anunciar su traición. Y hacerlo con una sonrisa que luego se transforma en mueca. En lo personal, el transfuguismo me produce náuseas. La compra de dirigentes del PRD y el PRSC que realiza el PLD con los dineros del presupuesto nacional resulta inaceptable, bochornoso, propio de una sociedad decadente, propio de un partido y un gobierno sin escrúpulos, también en decadencia ética y moral.
En su famosa enciclopedia de la política, el ex presidente de Ecuador, Rodrigo Borja, por cierto, amigo del presidente Leonel Fernández, éste dice que "transfugio" no es más que "la abjuración de una creencia política y la adopción de otra o, especialmente, el abandono por un afiliado de un partido político y el ingreso a otro".
"El transfugio forma parte del descenso de los niveles éticos y estéticos en la política. Cambiarse de partido es un acto cada vez más usual y rutinario. Se lo hace sin aflicción, sin remordimiento, sin reproches de conciencia. Es parte del oportunismo político que campea con desfachatez en la vida pública. Ciertos individuos suponen que el partido es una suerte de "casa de cita" en donde se puede dormir una noche y salir al día siguiente.
"Se suele llamar tránsfuga también al diputado o representante elegido por un partido a una asamblea legislativa o municipal que vota por el partido contrario", termina la cita.
El Congreso debe hacer una ley contra el transfuguismo para los cargos congresuales y municipales. El diputado, senador, síndico o regidor que va en la boleta de un partido determinado no puede "irse" a otro partido y llevarse el cargo para el que fue elegido. El senador, diputado o síndico puede irse donde quiera, pero tiene que dejar la posición, que deberá quedarse en manos del partido que lo llevó en su boleta.
Pero más que eso, corresponde a los electores no votar por nadie que se haya vendido, ni por el partido que haya hecho la compra, porque para que haya un corrupto debe haber un corruptor. Son las dos caras de una misma moneda. ¡Vergüenza contra dinero! ¡Carajo!