La pelótica es la mezcla de política y pelota. La mayoría quisiera que una y otra no se mezclaran, pero la desesperación y la irracionalidad de algunos no acepta eso, ni en el Clásico Mundial de Béisbol. Panamá.-(El béisbol enfrenta a Cuba y EE UU) Cuba entera lo vio en directo por televisión: el cartelito decía “Abajo Fidel”, y cada vez que un lanzador arrojaba la bola el fanático anticastrista lo exhibía frente a la cámara desde la grada. Ocurrió el jueves en San Juan de Puerto Rico durante el segundo partido del equipo cubano en el Clásico Mundial de Béisbol, contra la selección de Holanda. El Gobierno de Fidel Castro convocó ayer en desagravio un “acto de protesta” ante la Oficina de Intereses de EE UU en La Habana para denunciar “las cínicas provocaciones contrarrevolucionarias”.
Ya se sabe, todo lo que tiene que ver con Cuba, se trate de cultura o de espeleología, se convierte al final en política. En el caso del béisbol y de esta competencia específica, en la que por primera vez jugadores cubanos se enfrentan a peloteros profesionales de las Grandes Ligas de EE UU, la politización comenzó desde el primer momento.
La participación del equipo cubano en el Clásico Mundial fue vetada por el Gobierno de George W. Bush, con el argumento de que los jugosos premios a repartirse no debían ir a parar “a manos de Castro” en virtud de la ley del embargo. Ante el plante de la Federación Internacional de Béisbol y la propuesta cubana de donar sus beneficios a las víctimas del huracán Katrina, el Departamento de Estado dio marcha atrás y concedió los visados a los jugadores cubanos para viajar a Puerto Rico.
Comenzaron entonces otras negociaciones y movimientos no menos delicados: las autoridades cubanas tratando de lograr garantías de los organizadores de que en los estadios no habría provocaciones políticas; los entrenadores de la isla, luchando por cuajar un equipo en el que hubiera equilibrio entre méritos deportivos y confiabilidad ideológica; los cazatalentos y militantes anticastristas, trabajando por pescar en río revuelto.
El béisbol en Cuba, como el fútbol en España, es el deporte nacional y el país se paraliza cuando hay un buen juego. Es lo que ocurre en la isla desde que comenzó el Clásico Mundial, por eso el cartelito de “Abajo Fidel” —la retransmisión era en directo— lo vio mucha gente.
Según las autoridades, la delegación cubana en el estadio Hiram Bithorn de San Juan protestó airadamente, pero la policía no hizo nada. Ayer, al convocar el acto de desagravio, el diario oficial Granma afirmaba que las “provocaciones” se produjeron con “la complicidad y el apoyo de autoridades federales de los Estados Unidos y las autoridades estatales y policiales de Puerto Rico, país ocupado por el imperialismo, adonde nuestro peloteros han acudido pacíficamente y de buena fe para brindar su calidad y su juego al hermano pueblo boricua”.
Está comprobado. Como decía ayer en La Habana un aficionado, “desde 1959 Estados Unidos es el mejor aliado de Fidel”. Y ahora el del cartelito.