NUEVA YORK.-El periodista y militante de izquierda Luís Orlando Martínez Howley, nacido en Las Matas de Farfán, Republica Dominicano, fue asesinado el 17 de marzo de 1975. La próxima semana se cumplirán 31 anos de tan abominable crimen.
Dicho crimen impacto a todos los hombres y mujeres de bien, nacional e internacionalmente, y para muchos que experimentamos las barbaridades de los doce años de la dictadura del doctor Joaquín Balaguer, el dolor fue tan inmenso que –en mi caso particular- sentimos como si se nos hubiese castrado a sangre fría.
No era para menos, esa brillante pluma que defendía permanentemente a los desposeídos de nuestra tierra (y del mundo), que combatió sin ningún temor las flagrantes violaciones a los derechos constitucionales, a las libertades políticas e ideológicas de parte de parte de la dictadura balaguerista y de la rancia oligarquía dominicana, había sido callada para siempre. Por lo menos, asi pensaron los autores intelectuales y materiales de tan horrendo crimen.
Pero se olvidaron de un aspecto sencillo, y es que los hombres y mujeres que
-como Orlando Martínez- se entregan a la lucha por la verdadera liberación de los pueblos, una vez desaparecidos físicamente, continúan viviendo entre aquellos que tomaron la bandera, y caminan por los mismos senderos de ese gigante de la libertad de expresión y el combate a las desigualdades sociales, asi como del batallar por un estadio histórico diferente que garantice un mejor porvenir a todos los habitantes de esta tierra.
A 31 años de su asesinato, la politiquería y los desgobiernos que hemos sufrido los dominicanos (as), aun permiten que los ingentes esfuerzos para que se haga justicia a sus criminales, se mantengan en un limbo jurídico olímpicamente asqueante.
Familiares, amistades y camaradas de Orlando Martínez impidieron que el crimen prescribiera y acusaron ente los tribunales de justicia del país al ex general Joaquín Pou Castro, al ex cabo de la Fuerza Aérea Dominicana, Mariano Duran Cabrera, a Rafael Alberto Lluberes Ricart y a Luís Rosa Beras. Esto, sin mencionar a los autores intelectuales del crimen que, encabezados y protegidos por el doctor Balaguer y su “Pagina en Blanco”, algunos de ellos aun se pasean impunemente por las calles del país.
A 31 años, el afán de justicia de parte del pueblo se mantiene en una interminable espera por varias a injustificadas razones. Lo primero es que después que la jueza Katia Miguelina Jiménez encontrara culpables a los autores materiales del crimen y los condenara a treinta anos de prisión (el 4 de agosto del 2000), con respaldo del desgobierno de turno, estos criminales lograron que su sentencia fuera anulada alegando “vicios jurídicos”.
Otra razón es que en el 2003, los jueces Julio Bautista, Ramón Horacio González y Manuel del Socorro Pérez, de la Corte de Apelación, ignorando la autoinculpación de los acusados, redujeron la sentencia de 30 años, a 15, 12 y 10 anos respectivamente.
Y como si eso fuera poca afrenta a la dignidad de ese pueblo, los abogados de esos criminales plantearon en el 2005 que, basado en la ley de amnistía de 1978, fueran exonerados de culpa.
Destacados juristas dominicanos emitieron su opinión al respecto y coincidieron al negar tales aspiraciones. Señalaron que la ley de amnistía fue promulgada para proteger a los perseguidos políticos de los cruentos doce años de la dictadura balaguerista, y de ninguna manera para proteger a los perseguidores de políticos, involucrados en asesinatos como es el caso de los acusados del crimen de Orlando Martínez.
Actualmente, este limbo jurídico se caracteriza por la espera de que otra instancia de los altos tribunales del país tome una decisión respecto a tan esperado momento de justicia de parte de de la comunidad nacional e internacional. En esta diáspora, lógicamente, ardemos de deseos de ver una conclusión a dicho caso, y esperamos que sea favorable a los deseos de justicia. De no ser asi, tendríamos que pensar en el refrán popular que dice: “No hay plazo que no se cumpla y deuda que no se pague”.
Una vez más exigimos justicia; que todos los responsables de ese asesinato (los autores materiales e intelectuales) paguen cara su osadía, para que finalmente comience a abrirse el espacio que millones de dominicanos (as) tanto ansiamos: una sociedad mas justa, en donde no exista la impunidad ni las desigualdades sociales.