Me satisface que el fiscal del Distrito Nacional, José Manuel Hernández Peguero, no es de los confundidos o de los que quieren confundir con el tema de la delincuencia. Que haya dicho que el problema no es el código, sino de quienes lo aplican. Es lo que dijimos en la columna anterior.
Atribuir al Código Procesal Penal la ola de delincuencia es evadir el fondo, es irse por las ramas.
Ya sabemos que el mayor general, Bernardo Santana Páez, desde que ocupa el importante cargo de jefe de la Policía, ha cambiado de opinión en torno al Código Procesal Penal. Incluso, no comparte que los fiscales estén en los destacamentos de la Policía y ahora se ha unido al coro de los que pretenden su revisión.
Los primeros enemigos del Código Procesal Penal son los que aplicaban el código viejo y los que se beneficiaban del código viejo, que permitía un tipo de negocio en los cuarteles y todo el trayecto de la Justicia.
Y con el Código viejo la delincuencia abundaba, paralelamente con la Justicia.
Lo malo de este asunto es que se aprobó un Código Procesal Penal, pero no se adecentó la Justicia sacado de ella a los corrompidos.
Lo malo que tiene es que el código contiene postulados nuevos, pero aplicados por gente con viejas prácticas a las que no se quiere renunciar.
Eso ocurre también con la Policía. Fue aprobada una ley, pero con escasas excepciones, sigue siendo la misma Policía, con sus malos hábitos y sus viejas costumbres.
Entonces el problema en la Policía no es la ley policial, no el código procesal penal, es sencillamente el principio de que la costumbre hace ley, y allí pesa más la costumbre que la nueva ley.
En los estamentos de la Justicia ocurre igual. Hay gente que va allí a corromper y otros están esperando a alguien que lo corrompan.
El meollo de este asunto radica en esa complejidad, en el que quienes deben aplicar la ley no están aptos para hacerla valer.
No meto a todo el mundo en el mismo saco, creo que en hay gente, en la Policía y en la Justicia, que piensa como yo, pero lo que piensa diferentes son poderosos y muchos.