SAN JUAN, Puerto Rico.-Por segunda ocasión el Hiram Bithorn se llenará a reventar. Todo el mundo aquí quiere ver otra vez un partido entre Cuba y Puerto Rico, esta vez cargado de tensión: el que gane liará las maletas hacia la californiana San Diego.
Son las reglas del juego en este Primer Clásico Mundial de Béisbol, amplio en su concepción y estrecho en sus códigos, pues con un revés las aspiraciones peligran y con dos la eliminación es automática. Algo que, quizás, los organizadores tengan en cuenta para el 2009, cuando se vuelva a efectuar esta atractiva justa.
Los peloteros cubanos entrenaron ayer en el coliseo techado Roberto Clemente, adyacente al Bithorn. Sudaron durante más de una hora, los lanzadores realizando sus acostumbradas rutinas de estiramiento y los bateadores en la jaula, bajo la mirada de Higinio y de Benito Camacho, director técnico, mientras Germán Mesa trabajaba los toques de bola con Paret y Ariel Borrero.
La práctica sirvió también para despejar una incógnita: el estado de la muñeca derecha de Yulieski Gourriel. El tercer bate de la selección le pegó fuerte a la bola —Julio Romero era el pitcher de práctica—, y después aclaró: "fue más bate que piel. Dolía al principio pero ya no tengo ninguna molestia".
Para abrir este decisivo partido el lanzador será Ormari Romero, suficientemente descansado, pues no ve acción desde el segundo choque de la primera ronda ante el escuadrón holandés. Detrás —si Ormari se mantiene en el box los 80 lanzamientos reglamentarios—, vendrá Yunieski Maya.
Para Higinio Vélez, esta es la mejor combinación. Ormari es un serpentinero de bolas movidas y excelente control, hecho a la medida para juegos de esta importancia. Recordar el partido por el pase a semifinales en Atlanta’96, el relevo versus México en el Preolímpico de Panamá y los dos juegazos ante Holanda en Rotterdam y aquí. Maya tira la recta a 91 millas y demostró coraje por arrobas en el difícil encuentro ante Panamá.
Las estadísticas dicen que boricuas y cubanos han bateado casi igual a lo largo de cinco partidos: 289 con 7 cuadrangulares los locales y 287 con 6 los cubanos. La mayor diferencia es el pitcheo, 2.09 por 4.60, aunque nuestros pitchers han sido mucho más ponchadores, 33 estrucados en 45 innings por 20 en 43 sus rivales de hoy.