En el gobierno que encabezó Hipólito Mejía, la secretaría de Industria y Comercio tuvo la idea publicitaria de decirle al país que, en la medida en que los precios internacionales del petróleo bajaran o subieran, asimismo oscilarían los costos de los derivados de ese producto en el mercado nacional. Poco importó que, para protagonizar ese spot publicitario, se utilizara la voz y la figura de Felipe Polanco (Boruga) uno de los cómicos más populares que hayamos tenido en los últimos decenios.
Porque era más frecuente que los precios de los combustibles subieran y el pueblo llegó a definir como una burla del gobierno el que se tratara de justificar lo que se vivía, al momento de ir a las “bombas” a comprar gasolinas.
“Si sube, sube y si baja, baja” era la expresión que mercadológicamente se vendía desde la secretaría de Industria y Comercio. Aquello era una realidad, pero el pueblo terminó odiando la campaña publicitaria, porque evidentemente creía que se trataba de un engaño y que las autoridades de entonces podían tener otras opciones que posibilitaran cuando menos que los costos de los derivados se mantuvieran, sin importar que el mercado internacional del petróleo se moviera hacia arriba.
Recuerdo a los adversarios políticos de Hipólito Mejía acusarlo de hacer poco para evitar que los precios de los carburantes subieran, a pesar de que era fácilmente demostrable que esa desgracia económica se originaba en la escalada alcista del barril petrolero, en adición a la alocada carrera hace la cima de la cotización del dólar estadounidense, en comparación con nuestro diezmado peso.
Pero bueno, ya esa es historia pasada.
Ahora bien, reciente sí es que, en las últimas tres semanas, los costos del petróleo en el mercado internacional han bajado, aunque poco, mientras la prima del dólar también se ha reducido en ese lapso, aunque poco. Esta situación, favorable para nuestra economía, hizo pensar a todo el mundo que los precios de los carburantes bajarían, por aquello de que “si suben, suben pero, si bajan, bajan”.
Sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario y, desde el pasado sábado, los consumidores estamos adquiriendo combustibles más caros que la semana anterior y que la anterior a la anterior, mientras ninguna autoridad ¿competente? sale por lo menos a tratar de justificar lo que está pasando, a lo mejor conciente de que no tendrá espacio para convencernos de lo que estamos viviendo en el mercado de los hidrocarburos, a nivel nacional.
Parece ser que es mentira que el mercado internacional y la cotización local del dólar determinan los precios de las gasolinas. Esa creencia se robustece al recordar que hace poco más de un mes el valor del crudo subió y la secretaría de Industria y Comercio distribuyó ese viernes el acostumbrado boletín de prensa, anunciado que los nuevos precios iban hacia arriba pero, horas después, cambió de rumbo y decidió todo lo contrario.
Desde entonces vengo pensando que los benditos precios de los combustibles no los deciden la cotización del petróleo y mucho menos la prima del dólar norteamericano. Que todo depende del interés político del gobierno de turno, aunque con esto le den con una manopla en las costillas del pueblo.
De ahora en adelante ¿quién va a creer que si suben, suben y si bajan, bajan?