En la vida de todos nosotros aparecen siempre momentos supremos….Un día, una noche, una mañana, una tarde, una hora decisiva, un instante oportuno, un regalo que llega inesperado, la expresión de cariño de alguien, un beso en el momento más necesitado… ese pequeño instante a través del cual podemos vislumbrar cosas maravillosas y sublimes…
Es fácil dejarnos llevar por las experiencias desagradables, por los problemas económicos, por los desastres naturales, por las dificultades personales, para encontrar la manera de explicar por qué es penoso vivir en el mundo actual y conformarnos con una vida mediocre.
Todo eso existe, es real y pertenece, indudablemente, al mundo que nos rodea. Pero también es cierto que hay una mejor manera de vivir y es posible encontrar todas aquellas cosas, que quizás por ser tan cotidianas y naturales pasamos por alto, sin darnos cuenta que su razón de existir es precisamente, aportarnos momentos agradables y permitirnos mantenernos en “comunión con Dios y nuestra naturaleza verdadera”..
Es necesario crear conciencia y poner de nuestra parte para crear un ambiente que facilite creer en el otro, en donde se estimulen los avances, en donde se anime a seguir adelante, donde existan acuerdos y se generen soluciones, en donde se pueda disfrutar de las cosas pequeñas de la vida que son un verdadero regalo, porque no cuestan nada, en donde se pueda disfrutar y se sientan las ganas de vivir y compartir.El encuentro con la plenitud de nuestra vida debe alimentarse en un ambiente humano, lleno de respeto y consideración, en donde lo común sea la verdad y la honestidad.
Nunca volveremos a nacer en el mismo entorno, sólo tenemos el día de hoy, el ahora, para realizarnos y perfeccionar nuestras vidas.
Esta vida que nos ha sido entregada, el ambiente, la naturaleza con todo su esplendor, las relaciones que tenemos, hay que valorarlas de todo corazón. Las relaciones con la familia y con los amigos pueden ser preciosas, son breves y duran sólo lo que dura la vida presente; por eso, debemos hacerlas profundamente memorables y maravillosas. Valorar lo que tenemos es una inteligente actitud para llevar una vida sana, alegre y feliz.
Tener momentos hermosos y llenos de plenitud con frecuencia, es una responsabilidad personal, es un compromiso con nuestros sentidos: ver, oir, oler, saborear y palpar las cosas sencillas que están siempre a nuestro alrededor y no deseamos ver porque estamos distraídos con el ego, la arrogancia, la avaricia , la competencia desmedida y el codiciado poder.
La luz que ilumina el cielo, la brisa que acaricia nuestro rostro, el canto de los pájaros, el sonido mágico de las olas del mar…. son cosas que elevan el alma al infinito y estremecen nuestro corazón. Son indescriptibles muestras de paz y poder universal.
Nosotros, al igual que el sol y las estrellas, hemos recibido el maravilloso don de existir. El valor de la vida está más allá de todo precio. ¡Hagamos honor a nuestro Creador dándole valor a las cosas esenciales de la vida y saboreando cada día como si fuera el último…. podría serlo!
Aprovechemos y vivamos a plenitud!!!