Santo Domingo.- De repente, las calles de Santo Domingo (léase República Dominicana) se han puesto grimosas como la boca del lobo y el ojo de una furnia. Por ellas hay que andar con cuidado, con mucho cuidado, no importa que se ande a pie o montado.
Por ello, como vocifera con frecuencia una señora, al parecer pasada de juicio, desde un balcón de la avenida Mella, “¡tenga cuidado amigo, que por aquí, el que no corre vuela!”
Un ciudadano cuenta que le dio una bola a un señor conocido, de unos 70 años, quien en el trayecto le hizo varios cuentos, lo “durmió” y le llevó el celular con una colección de fotos de sus niños.
Ocurrió tarde en la noche y dice que cuando también tarde reaccionó corrió tras del hombre quien ayudado por un guardián encontró refugio en el patio trasero de una empresa, y supuestamente, por allí se escapó subiéndose por una empinada cerca.
¿Era el guardián su cómplice? Eso está por verse, lo que no serìa extraño después del destape de Los guardianes del Sur y sus asesinatos de la joyería de la plaza Nuevo Sol de la avenida Charles Summer con Winston Churchill.
La victima cuenta que cuando fue a la casa donde creía seguía viviendo el hombre entrado en edad, le dijeron que hacia tiempo que “murió”.
O sea –agrega la victima- el hombre ya anciano, se ha hecho el muerto para robar, dar tumbes, sacudir el polvo y dormir posiblemente donde le coja la noche.
En la edición de ayer les contamos el caso del vecino del sector María Trinidad Sánchez, que guardaba su carro en la acera frontal de su casa.
Màs reciente, una joven que se destaca como ejecutiva en un establecimiento comercial de Megacentro, denunciaba que saliendo del sector donde vive llegó a la carretera Mella y que al detenerse para esperar espacio y avanzar con dirección a la avenida San Vicente de Paúl, dos adolescente la sorprendieron cuchillos blandientes y la obligaron, rápido muy rápido, a entregarle el celular y la cartera.
Al parecer le ocurrió por andar con los vidrios bajos lo que atribuyó a que su vehiculo tiene problemas con el evaporador del aire acondicionado.
“Suerte –dijo- que estoy viva”, ya que las intenciones de los menores que andaban a pie y corrieron por calles traseras, eran desgargantarla.
Los robos y asaltos en las avenidas principales de Santo Domingo, ocurren a diestra y siniestra. Y ni hablar de lo que podría estar sucediendo en calles y callejones, por donde se enseñorea la inseguridad.
Los robos de celulares y de carteras, los desmantelamientos de carros y los tumbes que se dan en los vehículos que conchan en la ciudad, son la historia de nunca acabar.
La situación, está imponiendo a la gente un nuevo sistema de vida, como es el de recogerse en sus hogares, no importa la hora del día, absteniéndose de salir a las calles u optando por hacerlo sólo en circunstancias apremiantes.
“Hay que dejarles las calles a los delincuentes para que ellos mismos se roben y se maten”, dice con su tradicional sentido del humor, mi tío Marcial Gómez, el también esposo de mi media hermana Fefa, quien anda de pasada por Santo Domingo, puesto que ambos viven en Miami.
¡Pero hay que trabajar, ir al supermercado, llevar los muchachos a la escuela y afrontar otras responsabilidades y necesidades. ¿Entonces como sortear la situación? ¿Armarse? ¿Andar con guardaespaldas? ¿Correr y no acercarse a nadie en el caso de los que son peatones, y cuando se trata de andar montados, hacerlo como algunos políticos después de campaña, con los vidrios subidos y sin conocer a nadie?
La respuesta a estas interrogantes, que la ofrezcan los lectores.