Santo Domingo.- Ahora resulta que el jefe de la banda cuyos integrantes han confesado haber asesinado a por los menos a 12 personas para robarles, es un cabo policial apodado “sargento Uva”. En principio se creía que quien dirigía al grupo era el drácula de la fosa común en Mendoza. Según datos testimoniales, el tal “Uva”, cuyo nombre real es Pablo Valdez, es un policía de rostro dulce como la fruta de tradición europea con la que se hace el vino.
¿Qué tiempo llevaba este monstruo disfrazado de oveja, (como dice la canción de Zacarías), matando y robando al mando de un grupo tan desalmado, que uno de sus integrantes, Joel Rodríguez Díaz, el de la calle privada de tierra de Mendoza, usaba a su joven mujer, Rossanna de León Vicente, para atraer a su víctimas y luego de destrozarles las cabezas con un bate, las cortaba a pedazos y las depositaba en su horrenda tumba?
A cada rato se descubre un caso nuevo de policías y militares involucrados en robos, asaltos y asesinatos. Las estadísticas que maneja DiarioDigitalrd, espantan.
¿Cuántos policías más, como “Uva”, con caritas de santos o de diablos quedan en la institución del orden al servicio de la delincuencia, azotando a la ciudadanía?
¿Cuáles son las reales funciones del departamento de inteligencia de la Policía y por qué no es capaz de descubrir casos que como el de “Uva”, al parecer con un largo prontuario, podrían estarse repitiendo en mayor o menor cuantía?
Nadie en su sano juicio puede dudar de las mejores intenciones del jefe de la institución, de su profesionalidad y de su compromiso con la nación. Libra por libra Bernardo Santana Páez, pueda que sea el jefe policial mejor preparado que haya tenido el país en años.
Pero desde aquí le exhortamos a olvidarse de Fouchè y Sherlock Holmes, y actuar ante sus compañeros, como lo hacía el alcalde –a mucha honra de Moquita -Tío Tolèn que después del susto que le dio una noche el Ciego Manta, no se dormía y cuando apenas se acostaba se mantenía con sus dos ojos bien despiertos, no fuera a ocurrir que lo agarraran “asando batatas”.
No es posible que mientras la Policía tenga que lidiar y batirse en las calles con una creciente delincuencia y hacerlo con las restricciones que le imponen las nuevas leyes procesales y penales, se vea obligada también a combatir el bandidaje dentro de sus propias filas.
Con demasiada frecuencia se descubren casos como el del “sargento Uva”, para sostener el criterio de que se tratan de situaciones aisladas.
¡Ojo pelao, mayor general, que demasiados buenas expectativas se ha hecho la población de su jefatura!