MIAMI.- Una de las enseñanzas más importantes que nos dejó el Clásico Mundial de Béisbol fue acerca del respeto a los atletas, los países, el béisbol. Los seres humanos tenemos la odiosa mala costumbre de irrespetar lo que no conocemos. Nos burlamos de las costumbres, lenguaje, tradiciones, formas y hasta creencias religiosas de los demás, simplemente para ocultar nuestra ignorancia respecto a ellos.
Es lo mismo con el béisbol.
Los estadounidenses creen que son los únicos que conocen el juego, los caribeños piensan que son los únicos que le ponen pasión, mientras que los asiáticos asumen que son los más dedicados cuando lo practican.
Todos tienen razón y todos están equivocados.
El Clásico Mundial nos ratificó que el béisbol es el más democrático de los deportes, "que la pelota es redonda y viene en caja cuadrada" y que cuando se juega, "cualquier cosa puede pasar", sin importar el nivel de los equipos o el precio de los atletas en el terreno.
En occidente sabíamos que en Asia se jugaba buen béisbol, pero Corea y Japón nos mostraron exactamente lo que significa "jugar en equipo". Cuba, por su lado, nos mostró lo que se llama jugar sin "egoísmo".
Estos son algunos de los acontecimientos en el primer campeonato global con peloteros profesionales, incluyendo estelares de las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Japón conquistó el trofeo de campeón con un solo pelotero (Ichiro Suzuki) de las ligas mayores en la alineación. Cuba, que erradicó el profesionalismo hace más de 40 años, alcanzó la final al dejar en el camino a poderosas novenas cargadas de estelares, incluyendo República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela.
Estados Unidos, el centro del béisbol mundial, fue eliminado antes de llegar a las semifinales. De las tres victorias del equipo, dos no fueron muy satisfactorias (le ganaron 4-3 a Japón por una decisión controversial de un árbitro y apalearon 17-0 a ¿Sudáfrica?).
En un campeonato que tuvo a lanzadores estelares como los norteamericanos Roger Clemens y Dontrelle Willis, el dominicano Bartolo Colón y el venezolano Johan Santana, el único no-hitter lo consiguió un chico holandés de 18 años llamado Shairon Martis.
Mientras una pila de estelares bateadores (incluyendo a Albert Pujols, David Ortiz, Miguel Tejada, Alfonso Soriano, Bobby Abreu, Magglio Ordóñez y Carlos Beltrán), no alcanzaron la barrera de los .300 puntos en sus promedios de bateo, el sudafricano Brett Willemburg terminó como el tercer mejor toletero del campeonato con altísimo porcentaje de .500.
Está claro que luego de todos estos acontecimientos y el resultado final del Clásico Mundial, los aficionados del béisbol tendrán que pensarlo dos veces antes de burlarse de un jugador o un país simplemente por no tener mucha información de uno u otro.
En otras palabras, el Clásico Mundial nos enseñó a respetar el béisbol.