Amigos de Dúrcal le dan el último adiós

MADRID.- La capilla ardiente con los restos mortales de la actriz y cantante Rocío Dúrcal permanece abierta desde primeras horas de esta mañana en el Tanatorio Cementerio de La Paz, en la localidad madrileña de Tres Cantos. Los restos mortales de la cantante, que serán incinerados mañana, fueron trasladados a las 23.45 horas de ayer desde el domicilio de la artista, en Torrelodones, donde había fallecido, rodeada de cariño a las 17.15, tras luchar varios años contra el cáncer que padecía, hasta el Tanatorio de La Paz.
Más de una decena de amigos de la cantante Rocío Dúrcal ha acudido desde primera hora de la mañana a la capilla ardiente de la cantante para acompañar a sus tres hijos, que se encuentran velando a su madre en el tanatorio del cementerio de La Paz, en la localidad madrileña de Tres Cantos.
El cantante Raphael y su esposa, Natalia Figueroa, la actriz Amparo Baró, el cantante Miki, la periodista María Teresa Campos, Carmen Sevilla y la bailarina María Rosa han sido algunas de las primeras personas en llegar al tanatorio, para dar su último adiós a Rocío Dúrcal, de quien han destacado unánimemente sus cualidades como persona y su entereza y discreción al afrontar la enfermedad.
Los miembros de la familia han permanecido desde anoche en la capilla ardiente, que se abrió al público sobre las diez de la mañana, y la cremación de los restos de la cantante tendrá lugar mañana, a las 12 del mediodía, en un acto que la familia desea que sea privado.
"Como una hermana" para Raphael
A su llegada al tanatorio, donde se encuentran decenas de periodistas, Raphael ha reconocido que Rocío Dúrcal era como una hermana para él y que "ha muerto una de las grandes grandes".
Amparo Baró, una de las primeras en acercarse a la capilla, ha destacado que de Marieta -como la llamaban sus amigos- "se puede decir todo lo mejor que se puede decir de un ser humano".
El cantante Miki ha manifestado que había sentido "un dolor de corazón imposible" al conocer la muerte de Rocío y, aunque ha reconocido que no es muy dado a hacer manifestaciones en momentos como éste, la recordará "como una persona maravillosa, que era casi de mi quinta".
El pianista Pablo Sebastián ha destacado que la muerte de la artista "ha sido un ejemplo de sencillez", una forma de vivir que la acompañó durante toda su trayectoria, y que siempre tuvo "la grandeza de los que son grandes por dentro y sencillos por fuera".
María Teresa Campos ha recordado que le hizo una de las últimas entrevistas, y había visto en ella mucha fuerza para luchar contra el cáncer. Se ha confesado una "gran fan" de las canciones de Rocío, que siempre están "ligadas a los recuerdos de mi juventud".
María Rosa ha hecho hincapié en que Rocío Dúrcal era una persona "entrañable" y que, aunque se esperaba el desenlace, cuando llega el momento siempre es muy difícil "porque era una gran amiga de sus amigos". A la hora de destacar el mejor recuerdo, la bailarina ha señalado que se queda con su amistad y la "lección de comportamiento" que han dado ella y su familia.
SE HA APAGO UNA LUZ
Allá en el rancho grande, allá donde vivió, María de los Ángeles de las Heras Ortiz, Rocío Dúrcal para los carteles de la música española durante más de cuarenta años, se ha apagado una luz, la de su simpatía y su optimismo, la de su cara de ángel de Chamberí, la luz de aquellos primeros años sesenta en los que ya asomaba a lo lejos el brillo de una vida en technicolor.

Allá en el rancho grande, allá donde cantó, se levanta ahora también la penúltima estrella, la de su fortaleza hasta el último momento, hasta el último suspiro, con los labios quizá sobre su inseparable medalla del Niño Jesús de Praga. «Si Dios me quita la vida antes que a ti, le voy a pedir que concentre mi alma en la tuya, para evitar que pueda entrar otro querer a saborear lo que es tan mío», como cantó en un bolero. Y sin embargo, y por supuesto, tan nuestro.

Hacía poco que Joselito y Marisol servían en bandeja el ejemplo de los niños de las clases humildes de la posguerra paseándose por las emisoras de radio y luego por los platós cinematográficos, por si sonaba la flauta y también para ayudar en casa, que nunca estaba de más.

María Ángeles, Marieta entre los suyos y para los amigos de siempre, se plantaba un día sí y otro también en los estudios de Radio Madrid. Pero no andaba por los pasillos de su casa de la madrileña calle de Santa Engracia gorgorito va gorgorito viene con aquello de «mamá quiero ser artista».

Porque en su caso el sonsonete era: «Abuelo, quiero ser artista», y Tomás, el entrañable abuelo, se encargaba de «presentarla» en las emisoras, con el repertorio de Marifé de Triana, por ejemplo, muy bien aprendido.

Primer aplauso

Y la flauta sonó, vaya que si sonó. Primero en «Conozca a sus vecinos» de Radio Madrid, y luego en «Primer aplauso», donde cantó «La sombra vendo» (popularizada por Marifé, precisamente) bajo la atentísima mirada de José Luis Uribarri y el inolvidable Jesús Álvarez.

«Es cierto que me gustaba cantar -dijo tiempo después, en 1974-. Cantaba en el colegio, en casa, y ya con once años comencé a participar en los concursos de noveles que organizaban las emisoras de radio. Todo eso me divertía e incluso me apasionaba, pero aunque parezca raro he de confesar que jamás soñé con ser artista. Soñaba sin embargo con ser peluquera. Y para que por falta de sueños no quedara, hasta soñé con ser aviadora.

A mí nunca se me ocurrió ser cantante ni actriz ni estrella. Cuando cantaba en la radio lo hacía porque mi familia necesitaba los veinte duros que me daban por ganar y por el bote de chocolate en polvo que nos desayunábamos los hermanos durante la semana».

Otro personaje emblemático del mundo de la farándula de aquella época, Luis Sanz (descubridor de Ana Belén, Marisol, Carmen Sevilla, Paquita Rico, Lola Flores) fue de quien surgió la idea de cambiarle el nombre por uno que sonara más artístico, sugerente y refrescante: Rocío.

Y de apellido el sonoro Dúrcal (el nombre de una localidad granadina). Parecía que había nacido para la cámara y para incorporar esos papeles tiernos y de buena chica que le encantaban a los españoles.

Siempre una «currante», Rocío Dúrcal trabajó, igualmente, el canto, el mimo, el ballet, la natación (su deporte preferido)… Y después, cámara, acción. Primero, con Luis Lucia («Canción de juventud», 1962). Y luego, inmediatamente después. «La chica del trébol» (1963), «Tengo 17 años» (1964)…

Rocío era requerida desde todos los rincones de España como madrina y como simpático y risueño reclamo de multitud de festivales benéficos. Todo el país se rifaba su maravillosa sonrisa, su simpatía y su naturalidad. Así, amadrinó tanto a diversas promociones de estudiantes, como a batallones enteros de artilleros, asociaciones de camioneros, de taxistas.

El amor, de la mano de la música

Y, claro, la música trajo de la mano el amor, el que sería el amor de toda su vida, Antonio Morales, «Junior», de Los Brincos, otros triunfadores de aquella España del 600 y los primeros guateques, en la que a veces el cuento de hadas era posible. La joven cantante y el joven músico hicieron migas. «Yo al principio -rememoraba años después- empecé a salir con Juan (Pardo) pero ni en plan de novios ni nada por el estilo. Como amigos. Pero a mí quien verdaderamente me gustaba era el otro, el mozo. Pasó algo de tiempo y Antonio y yo comenzamos a salir».

Corría el año 1965. Cinco años después, el 15 de enero de 1970, llegaba uno de los momentos más felices de su vida. La boda con Junior. Nada más y nada menos que en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. Lola Flores, Carmen Sevilla, Vicente Parra, Marisol, entre otros, fueron algunos de los invitados a una ceremonia que ocupó las portadas de las revistas y noticiarios de aquel tiempo.

Tras su matrimonio, Rocío olvidó por un tiempo el mundo de los escenarios, del glamour, del éxito, de la pompa y de la circunstancia y formó una familia: Carmen María Guadalupe Dolores, y tiempo después Antonio y Shaila, los tres hijos de la pareja.

Tiempo después regresó a los escenarios y, desde entonces, se sucedieron los discos de rancheras, contados todos ellos por éxitos, continuaron las giras por Suramérica donde era aclamada, la vida de una artista en plenitud, una restallante flor de sabiduría, experiencia y buen hacer.

Pero en 2001 se le cruzó en su camino el demonio de un cáncer de pulmón. En el otoño de 2004 sufrió una recaída, pero nunca perdió el humor ni la sonrisa. Hace ahora casi un año, el 22 de abril, recibía el Premio Latino a Toda una Vida otorgado por el Academia Española de la Música en un emotivo acto. Ayer por la tarde Rocío Dúrcal emprendió otro vuelo, el último. En el rancho grande de ahí arriba, seguro que Marieta ya está de mariachi con los ángeles.

Carlos Tejada

Diario DigitalRD.Com, primer diario en línea creado en República Dominicana, fundado el 16 de enero del 2006. Su director es el periodista José Tejada Gómez. Para contactos. Cel. 809-980-6500 y 809-6081130. editor@diariodigitalrd.com

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