Tras la desaparición de la tiranía trujillista, el país ha transitado un largo y tortuoso camino hacia la institucionalidad y fortalecimiento democrático; concomitantemente a ello, se han duplicado esfuerzos para abrir nuestras fronteras en un mundo cada vez más inter-conectado y globalizado.
A 45 años del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo Molina, la República Dominicana, es hoy un país con una proyección internacional importante y poseedora de un potencial de crecimiento incuestionable.
Pero, ¿hacia dónde vamos? Al margen de la politiquería que caracteriza nuestro accionar cotidiano, los dominicanos estamos transitando en una ruta que nos llevará indefectiblemente a ocupar una posición más digna en el concierto de naciones que aspiran a superar el subdesarrollo. Naturalmente, aún nos falta mucho camino por recorrer, especialmente en las áreas educativas; saneamiento ambiental, organización e institucionalización.
La inserción de la República Dominicana en el Tratado de Libre Comercio suscrito con Estados Unidos y Centroamérica abre un nuevo espacio hacia la inversión y canalización de capitales frescos y nos coloca igualmente en el mapa de las naciones que luchan por integrarse a los esquemas de la globalización; bloques comerciales regionales y subregionales, acuerdos multilaterales y del comercio mundial.
Justo es de reconocer la visión y esfuerzo emprendido por el presidente Leonel Fernández para colocar al país en el escenario internacional, llegando incluso a lugares donde ningún otro mandatario lo había hecho. La visita oficial a Londres, Inglaterra, donde el Jefe de Estado fue recibido en audiencia por la Reina Isabel II junto a su esposa, la Primera Dama, doctora Margarita Cedeño de Fernández, deberá gravitar positivamente en el país.
En efecto, la República Dominicana comienza a explorar otros horizontes en el viejo Continente Europeo, que ligado a nuestras tradicionales relaciones con España, deberán reportarnos buenos dividendos. El hecho de que el gobernante lograra recibir una propuesta de inversionistas ingleses para construir cuatro modernos hoteles ecológicos en Bahía de las Águilas por más de 600 millones de dólares, y que discutiera con expertos del Instituto Adam Smith posibles soluciones al problema energético nacional, son pasos positivos.
Cuando comience a ser aplicado el Tratado de Libre Comercio suscrito entre los gobiernos de Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana en julio próximo, es de esperarse que al país lleguen nuevas inversiones procedentes de diferentes latitudes del mundo, especialmente por la ubicación geográfica de nuestro territorio con la principal potencia económica mundial.
Las autoridades deberían medir las posibilidades de ampliar nuestras relaciones con otras naciones europeas como Alemania, Portugal y en América Latina, con Brasil, que tienen experiencias en el campo de la biodiversidad y sobretodo los brasileños que hace años emplean el etanol como fuente energética y generador de combustibles para vehículos de motor.
Mientras tanto, hay que duplicar los esfuerzos por afrontar dificultades que todavía padecemos en la sociedad dominicana, como la violencia; disminución de la tasa de analfabetismo y problemas ambientales.
Es necesario que los dominicanos nos integremos cada vez más a defender y cuidar nuestro país, y a trabajar para que podamos salir del subdesarrollado. Esa tarea debe ser impulsada por todos los sectores de la vida nacional sin importar posiciones políticas.
Con trabajo; amor a la patria, y fe hacia el futuro el país crecerá, sin lugar a dudas.