El Partido Revolucionario Dominicano ganó las elecciones de medio termino gracias al buen gobierno que venía realizando el presidente Hipólito Mejía en el año 2002, antes de que se produjera el fraude bancario que le costó al país el 21% de su Producto Bruto Interno, más de cien mil millones de dólares. Sin contar con lo que vino después: los actos de terrorismo en Estados Unidos, los altos precios del petróleo, y las guerras de Afganistán y de Iraq, que terminaron por quebrar al país, sin que el gobierno pudiera impedirlo.
El presidente Mejía descentralizó el presupuesto nacional y lo distribuyó en todo el país para que se hicieran las pequeñas, pero importantes obras, que demandaban las comunidades.
A dos años de gobierno, la popularidad de Mejía era muy alta. No había una sola comarca donde no se estuviera haciendo un camino vecinal, donde no se estuvieran asfaltando las calles, donde se no estuvieran construyendo carreteras, apartamentos, acueductos, escuelas y hospitales.
En dos años, Hipólito Mejía sembró de obras, grandes y pequeñas, todo el país. Había una real preocupación por la gente. Y así lo percibían todos los pueblos que el 16 de mayo del 2002 acudieron a las urnas para votar a favor de los candidatos del PRD, que ganaron en prácticamente todas las provincias con sus respectivos municipios y campos.
El triunfo del PRD en el 2002 fue un espaldarazo al gobierno de Mejía, lo cual no ocurrió con el presidente Fernández en 1998, cuando fue barrido por la oposición que encabezaba el PRD. La derrota del 98 fue fruto de la pésima gestión del presidente Fernández. Lo mismo volverá a suceder ahora, en mayo, dentro de unos días.
En el año 1998, a dos años del primer gobierno del presidente Fernández y su PLD, el pueblo los castigó dándoles la victoria a los candidatos del PRD a pesar del uso abusivo de los recursos del Estado. Fernández cargó con la derrota.
La historia parece repetirse. El gobierno de Fernández nada ha hecho por el bienestar de las grandes mayorías. A pesar de la estabilidad cambiaria, ficticia, del crecimiento económico exorbitante, que es otra mentira disfrazada, de la situación macroeconómica, que es propaganda. Como dice el ex presidente Hipólito Mejía, "no hay un chele en la calle". No hay dudas, hoy estamos peor. Y que conste, no tenemos crisis bancaria, no hay terrorismo ni guerras nuevas.
Así como el presidente Mejía fue el artífice de la victoria del PRD en las elecciones del 2002, fue el presidente Fernández el culpable de la derrota de su partido y de sus candidatos en las elecciones del 98. ¡Y lo será nuevamente ahora, en el 2006, cuando el PRD vuelva a derrotarlo en compañía del Partido Reformista al que inútilmente ¡ha intentado destruir! ¡Otra vez el principal responsable del fracaso electoral del PLD será el presidente Fernández! Y con su derrota inevitable, llueva, truene o venteé, ¡quedarán sepultadas sus aspiraciones reeleccionistas!
Por desgracia para el PLD, Fernández no puede ser candidato en las 32 provincias. No puede traspasar lo que aún le queda de simpatía o popularidad en el pueblo a sus candidatos, la mayoría muy malos, sin raíces y sin arraigo popular.
El PLD y el gobierno están entrampados. No saben qué hacer. Están desesperados. Han recurrido a la compra de dirigentes de los partidos de oposición. Pero sin los resultados positivos que esperaban. ¡Los tránsfugas no les han aportado nada!
En Samaná, donde el candidato es un ilustre abogado, diplomático y profesor, el doctor Milton Ray Guevara, Hipólito Mejía aseguró que si las elecciones fueran ahora, el PLD no sacaría más de cinco senadores.
En Nagua, donde el candidato es Jesús Vásquez, Chu, un líder natural, un hombre que no pierde de nadie, ni siquiera del presidente Fernández, más de 25 mil personas se reunieron para decirle no al gobierno, no a su política económica, no al alto costo de la vida, no al abandono de la provincia, no al chantaje y no a la compra de opositores.
La desesperación del gobierno llega al límite. No es para menos. Los números de las encuestas no mienten. El oficialismo está derrotado en la mayoría de las provincias, incluso en aquéllas donde había algunas dudas, como en Santiago. Papín, que comenzó tarde, avanza peligrosamente por el carril de la izquierda acompañado de excelentes candidatos a diputados que pueden al final cerrarle el paso a Domínguez Brito, dándole la victoria al candidato de la Gran Alianza Nacional.
Fernández y sus asesores no saben qué hacer. Están desesperados. Tanto que la emprenden contra una dama de la estatura de Ginette Bournigal, en Puerto Plata. Están locos. Ni siquiera el traje de Chapulín Colorado salvará al presidente Fernández y al PLD de la derrota de mayo próximo.
Y como el mundo no se acabará, como la República Dominicana no se hundirá, ¿qué hará el presidente Fernández y el PLD cuando se vean aniquilados electoralmente? ¿Reconocerán el triunfo de la oposición como lo hizo el presidente Mejía la noche del 16 de mayo del 2004, antes de que la Junta Central Electoral emitiera el primer boletín?
¡Lo dudo! De todos modos, ya veremos.