La industria del tabaco en la República Dominicana se ha recuperado de manera significativa, tanto en el aspecto de la calidad del producto cosechado, como de la restauración del buen nombre ganado por ese renglón en todo el mundo. Aquella tarea, que hace poco más de un año se mostraba titánica ante los ojos del ciudadano común, ahora es una realidad tangible, para tranquilidad de todos los que entonces nos preocupamos por el peligroso derrotero que había tomado ese sector, trascendente de la economía nacional.
Pero, como nada en la vida viene sólo, la recuperación de la industria tabacalera nacional no vino “por los alambres”, como dice el pueblo llano, buscando graficar los esfuerzos y las luchas que hay que desplegar, para conseguir lo que alguien se propone. De ahí que el milagro que significa la readecuación de ese importante segmento económico y social del país, indefectiblemente tiene un nombre: Adalberto Rosa.
Este hombre, considerado como uno de los más versados en lo que tiene que ver con todas las áreas del tabaco, con su visionario trabajo y denodado empeño, le ha devuelto a ese rubro la principalía que en años anteriores se había ganado en todo el mundo, pero que desafortunadas administraciones del Instituto del Tabaco de la República Dominicana habían puesto al borde del colapso ese importante sector nacional.
La lucha desplegada por Adalberto Rosa y el equipo de hombres y mujeres que lo acompañan en ese organismo no ha sido fácil, porque ha tenido que batirse con flancos tan diferentes como peligrosos, tan manipuladores de la verdad y la razón como malévolos. A todos les ha tumbado el pulso y, en vía de consecuencia, ha logrado devolver el sitial perdido no sólo al buen nombre del cigarro dominicano a nivel del mundo, sino a la calidad misma de la hoja que se produce en nuestro territorio.
Para que usted tenga una idea de los frentes en que se ha batido Adalberto Rosa como director ejecutivo del INTABACO, cabe destacar los duros golpes que le ha asestado a los falsificadores de cigarros, a quienes les ha decomisado productos por el orden de los 40 millones de dólares en los meses recientes, gracias a la idea que tuvo de crear en esa institución el Departamento de Antifalsificación y Antipiratería, dependencia que viene desplegando un encomiable trabajo, para beneficio no sólo de los tabacaleros que veían mermar sus negocios, por la puesta en venta de cigarros falsificados, sino que se ha restituido el buen nombre comercial y empresarial del país.
Tan increíble ha sido el trabajo que se realiza desde el INTABACO, para beneficio de los productores de ese renglón de nuestra economía, que se da como un hecho que la actual zafra tabacalera será la más exitosa de los últimos diez años y, si nos vamos a la cantidad de cigarros exportados el pasado año, ahí es que la pintura es dura: 514 millones, 500 mil unidades, que generaron más de 300 millones de dólares, lo que le devuelve al país el bien ganado prestigio de ser el mayor productor y exportador de cigarros del mundo.
Ese tipo de logros, de incalculable valor para la República Dominicana, sólo pueden obtenerlo personas que sepan lo que tienen entre manos y la diestra forma de manejarlos. En Adalberto Rosa tenemos un vivo y claro ejemplo de que en el sector público todavía se puede ser tremendo administrador de los recursos del pueblo.