La vida se torna dura y difícil para el pueblo dominicano, particularmente para los servidores universitarios. Ahora bien, el caso de los profesores reviste un cuidado especial porque las condiciones de vida inciden en la calidad de la docencia, y en el valor académico del producto, que bajo la forma de investigación se ofrece a la comunidad nacional. No habrá calidad académica, y el futuro de la UASD será incierto, mientras los profesores estén sensiblemente mordidos por el virus de la miseria material, que como se sabe engendra a su vez pobreza espiritual.
Teóricamente todo el mundo entiende que los reclamos de los servidores universitarios son justos, que el salario devengado en la actualidad no alcanza para solventar las necesidades elementales de la existencia. Entonces, ¿por qué no ponerse de acuerdo? ¿Por qué se nos va la vida, saltando como los monos de rama en rama, para no ir a la esencia de la cuestión?
La crítica del poder universitario gira alrededor del concepto “huelga indefinida”, porque ese poder entiende erradamente, que tras la expresión se ocultan fines negadores de la institucionalidad. Pero en realidad no hay nada de eso. En el contexto actual, “huelga indefinida” significa dos cosas: 1- que el burro no aguanta más la carga, siendo en este sentido un grito de desesperación, 2- que el amo debe buscarle salida a la desgracia del burro, porque en la situación de empobrecimiento y debilidad en que se encuentra, es imposible dar un paso más con la cruz a cuesta.
El profesorado no aguanta más. Las 40 horas de docencia, que son 13 grupos bien masificados, con 60, 70, 80, 90 y 100 estudiantes, están acabando con la existencia de todos y todas, ¿Cuándo llegará el día en que quede superada esta barbaridad? ¿Cuándo tendremos un salario decente que permita solventar las necesidades de un catedrático del siglo XXI? ¿Cuándo llegará el día en que la jornada frente al estudiante oscile entre 9 y 12 horas, y el resto se cubra con tutorías e investigaciones?
La Universidad Autónoma de Santo Domingo no puede continuar así. Necesita urgentemente, focalizar objetivos y tareas de alcance cualificador, y esto no puede lograrse con profesores afectados en sus elementales condiciones de vida. La miseria, óigase bien, desorganiza, produce fatiga, mata la inteligencia, introduce ruido al intelecto, crea desesperanza y le corta las alas a la razón.
¿Por qué sostener esta realidad? ¿ ¿ A guíen beneficia? ¿Qué sentimientos alberga en su mente el Rector magnífico de la UASD, que a 10 días de huelga ni siquiera pronuncia un mensaje de aliento? ¿Por qué, si ayer se fue un gran maestro de cara a cara, para conquistar el voto, hoy se coloca de espaldas a los parias de la tiza y el borrador? ¿Por qué se califica de irracional un movimiento cuyas reivindicaciones se reconocen justas? ¿Por qué si el diálogo es el camino más corto para la solución de los problemas no se transita?
Señor Rector, dígame, ¿por qué?