En la denuncia internacional de un problema interno hay múltiples factores.
Está la denuncia en sí; decir qué es lo que pasa, que afecta al denunciante, está la búsqueda de solidaridad pura y simple y finalmente, la solicitud de intervención extranjera en los asuntos internos. El PLD es la organización dominicana más sobresaliente en la última categoría de peticiones.
Los Dominicanos tenemos historia en la denuncia internacional. La diáspora del régimen de Trujillo probablemente fue la que convirtió este recurso en acción política consistente.
Pero ellos, a diferencia del PLD, pretendían provocar solidaridad económica y militar; armarse y mediante una legión o guerrilla in situ, derrocar la dictadura. Fue un modelo, un paradigma de confrontación.
Las insurgencias armadas de Cayo Confites, Luperòn, Maimón, Constanza, Estero Hondo, la tardía de Caracoles y la de Claudio Caamaño, Toribio Peña Jàquez y Manfredo Villar son de este troquel.
La segunda ola de denuncias internacionales y petición de solidaridad corresponde a José Francisco Peña Gómez, especialmente tras su ingreso a la Internacional Socialista y posterior vinculación con los llamados liberales de Washington.
Las presiones generadas consistían en cartas de los aliados, visitas, asistencia a mítines, asesorias electorales y apoyo económico.
La tercera Oleada corresponde al PLD. Se inició como imitación de las actividades de Peña Gómez en el año 1990, cuando Bosch había ganado las elecciones; pero le fueron arrebatadas por el Dr. Balaguer mediante un fraude.
Así que designó una comisión integrada por los señores Euclides Gutiérrez, Diòmedes Mercedes y Leonel Fernández para que procedieran a denunciar ante Washington el despojo electoral. Esta gestión concluiría produciendo un opúsculo denominado Raíces de un Poder Usurpado.
Bosch, sin embargo, no avanzó mucho en este sentido. El verdadero forjador de la tercera oleada lo es el Dr. Leonel Fernández; quien ante la inminencia de su sometimiento a la justicia en el año 2000, comenzó a hostigar al presidente Mejìa. Concurrió a varios foros presidenciales donde el nuevo gobernante dominicano había sido invitado y en la periferia del evento hacía denuncias de prensa y cabildeos ante sus ex colegas presidentes; alegaba que Mejìa “quería meterlo preso” sin causa.
Al regreso de un periplo por Centroamérica y México, el gobernante declaró que Fernández era un “malagradecido”, pues debía a su persona no haber sido perseguido judicialmente; actitud que según dijo obedecía a su convicción de que contra los ex gobernantes Latinoamericanos del periodo, existía una cacería de brujas solo por razones políticas y que no quería sumarse a estas acciones.
En este plano Fernández aprendió que pedir la intervención extrajera en los asuntos internos puede tener consecuencias provechosas para sus fines.
Desde entonces el PLD ha pasado por varias etapas en este camino de entreguismo; primero, considerar cualquier evento político como digno de denuncia internacional, segundo, cambiar el pedido de solidaridad en algún tema por el de intervención directa, con presencia de agentes extranjeros; lo mismo de gobiernos, organismos internacionales que de Ongs; tercero, considerar éticas y justificadas legalmente la intromisión de extranjeros en los asuntos internos de la República Dominicana, cuarto, hacer publicidad a favor de las intervenciones extranjeras, quinto, afrentar los conceptos de nación, soberanía, independencia y autodeterminación del estado y pueblo dominicanos.