Todo indica que América Latina comenzó a cambiar de rumbo sin que Estados Unidos se diera cuenta.
Muy confiado en que tenían el control de la región, la administración de George Bush se ha entretenido demasiado con Irak, ignorando a sus vecinos cercanos.
Cuba era ya una piedra en el zapato, pero EEUU había logrado mantenerla relativamente cercada, gracias a los gobiernos que le eran adeptos.
Pero ya Cuba y el régimen de Fidel Castro no son los solitarios de la región y es probable que en una votación en la OEA pronto alcance más votos que Estados Unidos.
Pero de repente, Venezuela dio un giro a la izquierda con el ascenso al poder del coronel Hugo Chávez.
Posteriormente vendría el triunfo del izquierdista Lula da Silva en Brasil, el de Tabaré Vásquez en Uruguay y el más reciente, el de Evo Morales en Bolivia. Hay que incluir el de Néstor Kirchner en Argentina.
Ahora, acaba de ganar en primera vuelta en Perú el ex coronel Ollanta Humala, una figura emblemática de esa nación, si tomamos en cuenta el historial familiar, más que el personal.
Todo eso ha estado ocurriendo sin que el gobierno de Estados Unidos haya podido influir con una política ética y moral determinante.
Es como para que en la esfera de poder de Estados Unidos se produzca una reflexión sobre lo que ha venido ocurriendo.
Por qué candidatos con discursos abiertamente “anti imperialistas” vienen triunfando elecciones tras elecciones en la región, algo que era impensable hace unos años, pues quien se planteara desafiar al Tío Sam llevaba la de perder.
Desde América Latina eso tiene explicaciones, y uno las ha escuchado una y otra vez. La región no solo se ha sentido utilizada, sino discriminada e ignorada por la poderosa nación en los últimos años.
La explicación que no conocemos, o no hemos escuchado es la de los grupos élites del poder estadounidense acerca de este fenómeno en que los nuevos gobernantes, aunque no han demostrado ser socialistas como ellos insinúan, al menos son voces contestatarias a su poder.
La cuenta al parecer será larga y larga será la pesadilla para el presidente Bush, si ocurren triunfos de Daniel Ortega, en Nicaragua y de Andrés López Obrador en México, ambos de orientación izquierdista.
El asunto es que la situación en el continente se le complica a Estados Unidos, eso parecía algo así como un burbujita, pero lo cierto es que se está agrandando, y es como pare pensarlo.