¿Vacaciones para descansar de la fatiga acumulada por el trabajo intenso, los exámenes, el stress de la vida ordinaria? Este descanso puede ser un apetecible objetivo al principio de las vacaciones de Semana Santa.
Tal como está la vida, ese relax puede ser incluso una finalidad ineludible. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que descansar no es no hacer nada; es cambiar de ocupación, de ambientes, de preocupaciones.
Sí, las vacaciones son descanso pero tienen que ser mucho más. ¿Una evasión? ¿Una huída de un mundo áspero, monótono que nos enjaula en unos horarios implacables, en unos ritmos que nos engullen las horas, que nos despersonalizan? Tal como está la vida, quizás las vivimos de esta forma… ¡Un deseo de ir lejos! De aquí la atracción de las vacaciones que se anuncian en islas exóticas. Huir aunque sea a las Bahamas, ¡salir! o aislarse en un crucero o en una barquita… o adentrarse en valles verdes defendidos por montañas…
Pero las vacaciones tienen que ser algo más que una huída. Tienen que ser, sobre todo, un encuentro. Un reencuentro nuevo, sorprendente, con uno mismo. Descubrirnos como realmente somos, con nuestras posibilidades, sueños, deseos y ¿por qué no? también con nuestras limitaciones y fallos. ¡Conectar con nosotros mismos! ¡Somos tantas veces desconocidos para nosotros mismos! Como si nadie nos hubiera presentado nunca, ya que durante el año, los otros, la sociedad, el mundo de nuestro trabajo, también nos desconocen y no nos dejan ser lo que somos en realidad. Vamos perdiendo nuestra identidad y nos queda un sabor a tristeza porque no acabamos de reconocernos en el ajetreo cotidiano. Sentimos que por dentro, somos muy diferentes.
En las vacaciones, con un contacto directo con la naturaleza, sin tantos disfraces, desconocidos de la gente que pasa, que ni nos escucha ni nos mira, nos vamos redescubriendo y recobrando. Solamente desde esta luminosa experiencia de interioridad podemos también ir reencontrando a los otros, a los que creíamos conocer y amar, y que ahora los descubrimos más profundamente. Y aún, los querremos más porque todo ser humano cuanto más se le conoce más se le estima ya que se comprende mejor, incluso sus límites y debilidades; y se percibe más nítidamente todo lo bueno que tiene y lo que radicalmente es: ¡un ser existente real, al alcance de mi mano amiga y de mi voz humana!
Bienvenidas las vacaciones de plenitud, más allá del descanso y de la evasión.
¡Qué bien si al final de nuestras vacaciones de Semana Santa estamos más alegres por habernos reencontrado a nosotros mismos, más aptos para entender a los demás y ver el mundo.
Clemente Murillos Rubio
del Ámbito María Corral