De las naciones con gran migración en Estados Unidos, probablemente la República Dominicana sea la que tenga la situación más complicada de cara a los planes de sectores de esta nación por declarar delincuentes a los indocumentados residentes allí.
Nuestro país, tiene que ser solidarios con los suyos en Estados Unidos, al tiempo que está compelida a adoptar medidas similares en su territorio ante la masiva migración haitiana.
Como existen en Estados Unidos sectores que pregonan la necesidad de legislar para detener la migración, de modo que sean echados de su territorio los “ilegales”, entre ellos miles de dominicanos, así en República Dominicana hay grupos que entienden que la migración haitiana debe ser puesta a raya.
El dilema dominicano es cómo formar parte del concierto de países que condenan la construcción de muros en la frontera con Estados Unidos, y más que eso, que se oponen a las pretensiones de considerar delincuentes a los residentes ilegales, sin que ello se convierta en un motivo para que se le exija hacer lo mismo con los residentes haitianos.
En eso, los sectores nacionales que más incitan sobre una política migratoria estricta contra la migración haitiana han sido coherentes, ya que en ningún momento han sido solidarios con los nuestros que residen en condición de indocumentados en Estados Unidos. Es probable que para eso sectores, la iniciativa legislativa que se discute en el Congreso de Estados Unidos es correcta y lo que mejor podemos hacer aquí es emularla, auspiciando una similar.
En honor a la verdad, el Gobierno Dominicano ha estado presente en las reuniones que han realizado países del continente y ha firmado documento oponiéndose al muro que se pretende levantar en la frontera con México, pero ha sido una participación de bajo perfil.
La comunidad dominicana en Estados Unidos no ha sentido el calor de la administración Fernández como debiera ser en casos como este, posición que se podría entender a partir de ese dilema nacional que se nos presenta, y es que cómo ser solidarios con nuestros compatriotas indocumentados en tierra ajenas, mientras pretendemos no serlo con los haitianos en nuestro territorio.
Lo que si entendemos es que tanto en Estados Unidos, como en República Dominicana hay causas que defender y principios que respetar. Los inmigrantes, sean legales o no, deben ser objetos de leyes y medidas injustas, que contravengan los derechos humanos, sean dominicanos en Norteamérica o haitianos en Dominicana.
Para la República Dominicana el dilema debe ser sencillo. Reclamar a Estados Unidos para los dominicanos, el mismo trato que ellos nos exigen para inmigrantes, sean haitianos o no en nuestro territorio.
O viceversa, conceder a los inmigrantes, sean haitianos o no aquí, el mismo trato que exigimos para los dominicanos allá.