En la apertura del proceso sobre el fraude Baninter, el ex presidente Hipólito Mejía, quien durante su gestión se caracterizó por hablar cuando no tenía que hacerlo para decir lo que tenía decir, amén de sus proverbiales chabacanerías, declaró al llegar al tribunal que esperaba encontrarse con el presidente Leonel Fernández, porque éste sí sabe lo que ocurrió en la entidad bancaria. Pese a la clara insinuación, no hubo reacción del presidente Fernández, pero tampoco de comentaristas que esperan que el ex gobernante abra la boca para caerle como pavos.
Si bien el ex gobernante no soltó mayores prendas, el silencio del actual jefe de Estado es un enigma. ¿Qué sabe el doctor Fernández sobre la caída de Baninter? Sea lo que sea, su deber será decir al menos todo lo que pueda aportar a esclarecer el descalabro que sumió a República Dominicana en la peor crisis de toda su histoia. Es lo menos que se espera, sobre todo después del gobernante proclamar desde un primer momento que no hubo fraude, sino que fue la política económica de Mejía lo que propició el llamado agujero financiero de la entidad bancaria. Pero además que en este país no habían vacas sagradas, pues ni el Presidente ni nadie estaban por encima de la Constitución y las leyes.
Ahora, con la apertura del juicio que comenzó el tres de abril y que está supuesto a continuar el 19 de mayo próximo, se le presenta una magnífica oportunidad de exponer, en detalles, su tesis sobre uno de los momentos más aciagos de la historia contempóranea. Se intuye que la alusión, por el contenido personal, en modo alguno puede ser desdeñada ni catalogada como una de las habituales y hasta prolijas "pendejadas" de Hipólito.
Cierto es que durante su ejercicio, Hipólito habló hasta por los codos, al punto de que hoy se recuerdan más sus deslices en el uso del lenguaje que sus aportes en infraestructura y reformas en la administración pública. Más que lo que hizo, la gente recuerda las insolencias, exabruptos y hasta la falta de palabra de un gobernante que después proclamar a diestra y siniestra que no se reeligiría terminó por imponerse a la fuerza, provocando división y dispersión en el perredeísmo.
Su afirmación de que el presidente Fernández ha debido estar en el juicio es muy comprometedora. Y puede suponerse que por lo comprometedora, hasta los medios impresos, con sus honrosas excepciones, no dieron el tratamiento que ameritaba la alusión. No sabe uno por qué, pues a fin de cuentas el propio mandatario se reputa respetuoso de las leyes y el ejercicio de la información.
Si bien será en la jurisdicción de juicio donde se conocerá todo lo relativo a la operación bancaria, el silencio no se justifica. ¿Por qué tiene que ser Baninter tratado como un tabú hasta por figuras como el cardenal Nicolás López Rodríguez, quien opina y enjuicia todos los actos sociales, políticos, económicos y morales? Son de las cosas que muchos no se explican.
Vale suponer que el gobernante y su equipo esperarán que Mejía, que ni siquiera tuvo la molestia de ser emplazado, suelte prendas, si es que lo hace, para reaccionar. Pero mientras tanto el silencio genera conjeturas y expectativas.