Hay que poner en tapete la necesidad de mejorar la balanza de conocimientos del país y desentrañar como esta afectará cuando entre en vigencia en junio próximo, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica. No es lo mismo exportar textiles o azúcar que maquinaria, como es nuestro caso, en un momento que el comercio mundial está orientado a los productos de alta, media o baja tecnología.
Si tuviéramos datos estadísticos para medir la balanza de conocimientos, basándonos en la naturaleza de nuestros artículos y productos que exportamos, rápidamente saltaría a la vista un déficit colosal.
Es interesante que los organismos correspondientes cuantifiquen ese impacto, para determinar la cantidad negativa que de seguro expondría esta brecha.
Con esto se puede definir una agenda interna para incentivar la generación de conocimientos en la estructura de producción y comercio y por ello es necesario ligar los procesos de integración comercial con el planteamiento de una agenda interna coherente con la generación de conocimientos.
Así se proyectaría las exportaciones y la cantidad por la cual tendría que multiplicarse el conocimiento para cerrar el déficit que nos referimos.
El Estado puede gestionar a través de los organismos como el centro de exportaciones y la Corporación de Fomento Industrial –CFI-, la formación de joint ventures, para que compañías extranjeras puedan traer sus know how, además para que las empresas nacionales expandan la capacidad de importación de patentes y con componentes de tecnología exportar de productos con tecnología.
Aumentando los conocimientos se puede ganar más que aumentando solamente el comercio.
El país tiene que invertir más en educación en masa de sus ciudadanos y diversificar las disciplinas que se imparten, porque hay que acceder a la tecnología que es uno de los elementos fundamentales en la creación de la riqueza nacional.
Y esta riqueza se puede lograr si hace en forma de inversión en el capital intelectual, material o físico.