SANTO DOMINGO.- Lo “confesado” por los presuntos asesinos del periodista Johnny Martínez de que cometieron el hecho para robarle y que lo seguían desde hace meses porque creían que manejaba alta suma de dinero, es una versión poco creíble.
Gente con dinero o de la que se sospecha anda con alta suma (bien y mal habido), hay en este país a montones. Entonces ¿por qué escoger a un simple comunicador y por qué propinarle 27 puñaladas, en un acto de sadismo propio de asesinos que actúan por encargo o por venganza?
La versión de los presuntos asesinos, el raso policial Octavio Pérez y Pérez y el “civil” Anthony Trinidad Candelario, fue ofrecida por el vocero de la Policía Nacional, general Simón Díaz, quien dijo que la institución profundizará las investigaciones. ¡Bien hecho!
La primera sospecha que se tenía sobre los posibles asesinos, recaían sobre narcotraficantes que el comunicador venía denunciado en San Cristóbal, y una segunda, sobre sus relaciones con una mujer todavía sin identificar, con la cual habría confrontado problemas pasionales. Se ha llegado a hablar incluso, de la existencia de un hombre como parte de una involucraciòn erótica triangular y trivial. La sospecha sigue vigente.
El tipo de asesinato de que fue víctima Jhonny Martínez se parece mucho a los crímenes pasionales o por ajuste de cuenta, por lo que el “confesatorio” de los alegados asesinos carece de fe pùblica.
No descartamos que los apresados sean los verdaderos asesinos, entre ellos, otro “uniformado”, pero creemos que la Policía debe profundizar las investigaciones y extenderlas hacia otros puntos nebulosos y oscuros en torno a un hecho que de nuevo consterna a la clase periodística dominicana.
¿Si fue para robarle que lo mataron por qué los asesinos le dieron 27 puñaladas?
¿Hay ladrones que persiguen durante meses a sus víctimas bajo la sospecha de que manejan alta suma de dinero?
¿Lo mataron de esa manera para evadir las pistas o indignados porque el comunicador no llevaba nada de valor encima?
Sabemos que hay una nueva modalidad de asesinos, sobre todo, de lúmenes, jóvenes desalmados y sin sentidos, que actúan de esa manera. Pero a la luz del historial de Jhonny Martínez, comprometido con los sanos intereses de la sociedad sancristobalense, activo y valiente, nuestra duda no es ociosa, y mucho menos, nuestra interrogante.
Que nos excuse el eficiente jefe policial, cuyo trabajo por acá valoramos, pero en el caso del comunicador asesinado, como dice Hamlet, en la célebre obra de William Shakespeare “algo huele mal en Dinamarca”.