Si Alejandrina Germàn quiere hacer sus cosas bien en Educación -y de hecho lo viene haciendo- ¿por qué lanzarle piedras en el camino? ¿Por qué no reconocerle –como lo hace la población en sentido general- sus nobles esfuerzos por institucionalizar la vida del sistema de la educación media y básica? El que tenga ojos para ver que lo haga… ¿Ha vuelto a escuchar usted hablar del desayuno escolar? Me refiero a la merienda y ración alimenticia que se ofrece a niños y jóvenes de clase pobre que acuden a las escuelas, y que a principios de este gobierno, era un puro desastre. Por ahí comenzó a actuar Alejandrina, la educadora que llegó a la Secretaría de Educación, con una alforja llena de planes. ¡Qué extraño que los actuales dirigentes de ADP (Asociación Dominicana de Profesores) encabezados por Eduardo Cuello, no dicen nada del desayuno escolar de la misma manera que no lo hacen de los males internos del gremio, algunos relacionados con la corrupción! Ah, claro, mantienen su boca callada con relación a esos importantes asunto, porque de hablar, en el caso del desayuno, tendrían que reconocer -salvo el que escupe para arriba- que la profesora Alejandrina -tal como hizo Cristo con Lázaro- ha levantado ese muerto que antes se reflejaba en el rostro hambriento y famélico de los millares de niños y jóvenes de familias humildes que acuden a las escuelas públicas. Hacía rato que no se veía a la dirigencia adepeista mostrar su lado crónico, el de emocionarse al revés, como ocurrió recientemente con los concursos para maestros, y ello se debe, a que cada vez que mostraban su típico arsenal, Alejandrina, con una de sus buenas acciones se lo encasquillaba o hacía que le saliera el tiro por detrás. Gracias a ello se ha multiplicado la matrícula escolar pública y crece el entusiasmo en las escuelas; la deserción ha bajado sustancialmente y la calidad de la educación, reforzada por esos primeros factores y apoyada en la creatividad y la innovación curricular, se encuentra en un punto de ebullición. En un nombramiento para muchos demorado, Alejandrina llegó a la Secretaría de Educación para no fallar como se dice en el argot beisbolero. Con su carácter de hierro y su entusiasmo de niña, llegó en un momento estelar y de inmediato puso en ejecución una agenda de trabajo que pronto hablaría con resultados. Para ella la educación debe trabajar en dos direcciones fundamentales, en lo referente a la cobertura y a la calidad, a los fines de ampliar la matrícula a todos los niveles y de esa manera garantizar educación al mayor número de dominicanos y dominicanas, así como atacar el analfabetismo formal (que afecta a una gran parte de la población adulta) y el llamado analfabetismo funcional (que tiene mucho que ver con las deficiencias y lagunas de la educción básica y media). Alejandrina –que habla rápido, con claridad y sin miedo, como el que no tiene nada que esconder- se ha referido también con propiedad a una suerte de analfabetismo moral que a su juicio está relacionado con los males de corrupción, los anti-valores y la descomposición social que corroe a amplios segmentos de la nación dominicana. De ahí, que se haya propuesto y trabaje por la implementación de un programa para replantar -como se replanta un árbol en una zona árida- la educación moral y cívica en las escuelas, con el propósito de desarrollar valores éticos, valores de responsabilidad y valores de solidaridad humana, que respondan al principio de que “El que no vive para servir no sirve para vivir”. Maestra de escuela, profesora de educación media, catedrática de universidades, consultora de instituciones educativas nacionales y extranjeras, ex-presidenta del CONES, ex-secretaria de la Presidencia y mujer política de regio carácter e ideas claras, Alejandrina ha llenado todas las expectativas en la Secretaria de Educación. Múltiples iniciativas relacionadas con la tecnología y la sociedad del conocimiento -y que sólo citarlas llenarían inmensidades de espacios- han sido allí puestas en ejecución, y tales son los casos de los programas de computadoras en las escuelas y el portal en línea por Internet, Educando, dirigido a toda la comunidad educativa nacional y conectado con una red de exitosos portales latinoamericanos. Es así -a casi dos años de su gestión- que Alejandrina quiso dar un ejemplo más de su postura proverbial, de su política institucional, de su espíritu de avenimiento, y puso en ejecución el programa de concursos para maestros y puestos directivos en las escuelas. El plan era elegir este año 952 directores y subdirectores de centros, pero sólo 321 logró pasar las pruebas, quedando 631 plazas pendientes de definición. Los dirigentes de ADP, prácticamente desarmados por una acción sin precedentes en beneficio de los propios maestros, como era de esperarse, estuvieron en primera fila como observadores del proceso, y cuando se esperaba que fueran también los primeros en elogiar la medida, regresaron a su anacronismo emocional, rechazando sus resultados porque supuestamente fueron unilaterales, atropellantes, y violatorios a la Ley de Educación y el Estatuto del Docente. ¡Vaya con levantiscas declaraciones! En aras de facilitar las cosas y mantener relaciones armoniosas con la dirigencia adepeista, Alejandrina Germàn le ha ofrecido más de un escenario y varios ramos de olivo. Lo ha hecho de variada manera: enmendando acciones de funcionarios educativos medios que se han pasado de la raya y abriéndoles las puertas de su despacho a los dirigentes del gremio. Esa ha sido la tónica de Alejandrina Germàn: privilegiar la concertación, el consenso el sentido de gobernabilidad en el sector de la enseñanza pública, siempre y cuando ello no atente con la buena acción educativa y con la institucionalización para evitar que la práctica partidaria y politiquera siga contaminado las escuelas. Si embargo, el Presidente del gremio, Eduardo Cuello, en una actitud a todas luces, irracional y clientelista, ha respondido de diferentes formas, vale decir, lanzando piedras adepeistas en el camino de Alejandrina, por cuya gestión y postura institucionalista, lo que se merece es flores. Para decirlo con una paráfrasis al ex ídolo oriental del propio Presidente de ADP, para Alejandrina en Educación, que se plante un jardín y compitan mil escuelas.