Muchas veces estamos enfermos. Necesitamos constantemente la aprobación de los demás, los aplausos, el dinero, el poder, las relaciones, el trabajo excesivo, el alcohol, las fiestas, reuniones, para poder sentirnos cómodos y así creer que “cabemos” en nuestro medio social y que somos hombres y mujeres de éxito…
En realidad estamos dispuestos a hacer cualquier cosa, a sacrificar asuntos verdaderamente prioritarios para mantener una imagen positiva y adecuada ante los demás. No importa qué tengamos que quitar del medio, a quién tengamos que pisotear o qué tengamos que perder en el proceso, así sea nuestra DIGNIDAD, es asunto de APARENTAR!
La mayoría de las veces, es una profunda falta de amor y confianza en nosotros mismos lo que nos motiva a llevar una vida vacía y a querer llenarla a cualquier precio. Si tan sólo comprendiéramos que esta enfermedad espiritual, con frecuencia reforzada por padres mal guiados, amigos, figuras de autoridad e incluso medios de comunicación, nos infectará con la falsa creencia de que no valemos por lo que somos, si no, por lo que otros opinen de nuestra persona.
La crisis de amor por nosotros mismos puede llevarnos muy lejos, guiándonos por un camino donde el final será funesto, aunque creamos que logramos engañar con el antifaz, la fina corbata, el elegante traje o el maravilloso vestido creado por un diseñador reconocido.
La carencia de valor propio, la falta de seguridad de que valemos simplemente porque existimos, sabotea todo progreso espiritual, emocional y profesional, porque después de todo, nos quedamos con un enorme vacío interior y llegamos a la amarga conclusión de que no sirvió de nada todo cuanto hicimos para lograr nuestras metas en la vida, no por las metas en sí, que bien encauzadas son muy válidas, si no por la manera de lograrlas, poniendo en riesgo las cosas que de verdad tienen valor y perdiendo lo único que es nuestro realmente y que nadie puede arrebatarnos: LA DIGINDAD.
Es difícil echar un vistazo a nuestro interior, pero resultaría muy interesante poder hacerlo y tomar la decisión de vivir real e intensamente sintiéndonos seguros de que podemos lograr grandes ideales, entendiendo que nos merecemos lo mejor porque esa fue la intención de Dios cuando nos creó. Tomar todo lo que nos brinda el universo y sacarle el mejor partido, creando una vida sana y llena de valores es una sabia elección.
Es nuestro deber amarnos lealmente a nosotros mismos y convertirnos en nuestro propio consejero espiritual, en nuestro confidente, mejor amigo y protector.
Si nos escuchamos atentamente y cedemos el paso a nuestro Poder Superior no nos equivocaremos de dirección. Es sin duda:
…….CUESTIÓN DE DIGNIDAD!!!
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