SANTO DOMINGO.-Con escasos honores a sus héroes, los dominicanos recuerdan este lunes la revolución del abril de 1965, fecha en que un grupo cívico militar se sublevó contra el gobierno dictatorial de Donald Reid Cabral.
Aunque la epopeya constituye uno de los hechos más relevantes de la historia, son pocos los actos que se realizarán y más que un motivo para remembranzas y llamado a emular su ejemplo, es como si en la ocasión, para los políticos, fuera recomendable el silencio.
Los líderes de la revuelta pretendían reponer en el poder al profesor Juan Bosch, quien había sido derrocado el 25 del septiembre del 1963, tras ser electo democráticamente por el pueblo dominicano dos años antes.
Bosch había sido el fundador y lider del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que lo llevó al solio presidencial. Luego, renunciaría de esa organización para fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hoy en el poder.
Tras estallar la revolución y cuando se creía que el triunfo de los constitucionalistas era un hecho, ocurrió la invasión militar de los Estados Unidos el 28 de abril del mismo año, convirtiendo la guerra civil en una guerra patriótica.
Historiadores destacan que los grupos que más se destacaron en esas acciones fueron los constituidos por estudiantes, profesionales y políticos, llegándose a cristalizar una alianza entre el Partido Revolucionario Dominicano y su principal rival, en ese entonces, el Partido Revolucionario Social Cristiano. El acuerdo, denominado "Pacto de Río Piedras", fue concertado en Puerto Rico, donde Bosch estaba exiliado.
La revolución o el levantamiento armado del sábado 24 de abril fue adelantado, ya que fue programado para el día 26 debido a la decisión del Jefe de Estado Mayor del Ejercito Nacional, general Marcos Rivera Cuesta de apresar el día 24 a varios oficiales involucrados en la trama.
Los planes conspirativos, que se incrementaron a partir de enero, eran conocidos por la mayoría de la oficialidad de los institutos castrenses, por lo que las gestiones para dar un golpe de Estado en contra de los triunviros Reid Cabral y Ramón Cáceres Troncoso, fueron cada vez más acelerados.
La sublevación se había iniciado y los militares tomaron también el campamento 16 de Agosto y luego comunicaron de lo ocurrido al doctor José Francisco Peña Gómez, quien se encontraba en la cabina de radio Comercial. El doctor Peña Gómez anunció al país, a través del programa Tribuna Democrática, órgano de difusión del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que grupos de militares se habían rebelado en contra del gobierno.
El anuncio fue hecho alrededor de la una y treinta de la tarde por el doctor José Francisco Peña Gópmez, lo que provocó que miles de personas salieran a las calles a manifestarse a favor de los militares insurrectos.
Reid Cabral, pretendió hacerse cargo de la situación, dirigiendo una alocución y dando un ultimátum a los militares sublevados, pero ya era tarde, el pueblo se encontraba en las calles y los militares comprometidos decidieron entregarles las armas.
Los militares, de esta manera, pretendieron presionar al grupo de San Isidro, que reaccionó violentamente ametrallando la ciudadanía en la tarde del domingo del 25 de abril, cuando ya Reid Cabral había renunciado y el doctor José Rafael Molina Ureña fue juramentado como presidente provisional de la República.
Los militares ubicados en la base aérea de San Isidro no aceptaron desde el principio el gobierno de Molina Ureña y reiteraron que favorecían la creación de una Junta Militar. Al mismo tiempo, se incrementaron los ataques aéreos en contra del puente Duarte donde se apostó desde el 24 de abril un considerable número de personas y se emplazaron varias piezas de artillería.
Los bombardeos de la Aviación y de la Marina a la población motivó que dirigentes perredeístas trataran de localizar a los funcionarios de la embajada norteamericana a fin de que mediaran y presionaran al grupo de San Isidro para que descontinuara esas acciones. Sin embargo, los representantes de la misión hicieron caso omiso, evidenciando su respaldo al grupo de San Isidro, que públicamente lideraba el general Elías Wessin y Wessin.
Los bombardeos del 27 de abril al puente, al Palacio Nacional y a otros lugares de la capital, acompañado de las presiones ejercida por la embajada norteamericana en contra de los constitucionalistas, motivó que el presidente Molina Ureña y otros miembros del gobierno provisional se asilaran en la embajada de Colombia y otras sedes diplomáticas.
El vacío dejado por Molina Ureña y sus principales funcionarios fue llenado en horas de la noche por su Ministro de Interior, el coronel Caamaño Deñó, quien rápidamente se convirtió en el líder del movimiento constitucionalista. El coronel Caamaño Deño, quien manifestó una actitud vacilante el martes 27 por los hechos que ocurrieron ese día, cambió la misma en horas de la noche cuando se sintió vejado por el embajador norteamericano, Bennett, durante una reunión que sostenían en la sede diplomática.
El coronel Caamaño Deñó, abandonó el lugar en forma repentina y se dirigió al puente Duarte, pero antes fue a la emisora estatal Radio Santo Domingo donde exhortó al pueblo a reactivar la lucha. La exhortación llenó su cometido, ya que centenares de personas volvieron al puente armados, principalmente de cocteles molotov, y enfrentaron los tanques de San Isidro que intentaron penetrar la ciudad.
Los Constitucionalistas, que a partir de ese momento fueron llamados rebeldes por la embajada norteamericana, comenzaron a atacar los destacamentos policiales para procurarse armas de fuego. La falta de armas constituyo el principal problema, ya que por cada constitucionalista armado veinte o mas estaban desarmados. Sin embargo, la situación cambio luego que capturaron la fortaleza Ozama, donde consiguieron armas de distintos calibre.
Los constitucionalista pasaron a la ofensiva al mediodía del miércoles 28 de abril al mando del coronel Caamaño Deño, e incluso se llego a planificar un ataque sorpresivo a la base de San Isidro. El entonces coronel Benoit pidió al gobierno norteamericano que desembarcara tropas porque alegadamente no podía garantizar la vida de los estadounidenses que se encontraban en el país.
Los marines, unos cuatrocientos, pertenecientes a la 82Division Aerotransportada desembarcaron por el puerto de Haina en horas de la tarde del viernes 28, pasando la revuelta a una nueva etapa, en la que los constitucionalistas, organizados en comando, o sea, en pequeñas unidades móviles de hombres destacados en distintos lugares de la capital, se dispusieron a enfrentar al invasor.
El gobierno norteamericano que presidía Lyndon B. Jhonson argumentó que la intervención fue para "salvar vidas". Pero de inmediato, se observó que los marines estaban del lado de los militares de San Isidro. El coronel Caamaño, por su parte, instaló el cuartel general en el sector de Ciudad Nueva.
La llegada de las tropas norteamericanas creo confusión entre muchos militares que combatían del lado constitucionalista quienes decidieron desertar y huir hacia el interior, particularmente a sus lugares de orígenes. Sin embargo, las armas dejadas por estos militares fueron tomadas por jóvenes menores de edad que comenzaron a luchar en contra de los estadounidenses y a los de San Isidro pertenecientes al CEFA a los que comenzaron a llamar genocidas.
El presidente Jhonson, que temía perder la República Dominicana envió el 30 de abril al ex-embajador John Martín para que hiciera contacto con las partes en pugna. Al mismo tiempo envió más de 2,000 marines para reforzar las tropas que habían estado llegando desde la tarde el 28.
La respuesta a esa insistencia fue la juramentación como presidente de la República del coronel Caamaño Deñó el 3 de mayo cumpliendo de esta manera el mandato constitucional de 1963 que establecía que correspondía al Ministro de Interior asumir la primera magistratura en ausencia de los anteriores titulares.
Escrito con datos de la Biblioteca Domínico
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