Con que argumento explicaría mi amigo Juan Daniel Balcácer, presidente de Efemerides Patria, el organismo oficial que con tanto énfesis organiza actos para comemorar a nuestros grandes próceres y gestas.
A mí, en lo personal, y estoy seguro que a muchos lectores, le gustaría escuchar algunas explicaciones del olvido de quienes nos gobiernan de por qué se puede recordar la Independencia Nacional, La Guerra de la Restauración, el Día de la Bandera, el Día de Duarte y no así el 24 y el 28 de de abril.
Es probable que a visitantes de otros países a Diario DigitalRD.Com les inquiete este asunto y se pregunten cómo una gesta tan singificativa como esta, que hasta se le considera como una revolución, pasa sin pena y sin gloria en República Domnicana.
Efemérides Patria, presidida por un historiador, e integrada por hombres conocedores de nuestra historia, ¡caramba! no se percató de que el 24 de abril del 1965 ocurrió la revuelta con la que un grupo de dominicanos y dominicanas se propusieron regresar al poder al profesor Juan Bosch, precisamente el fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ahora en el poder.
Es más probable que Efemérides Patria tampoco se entera del 28 de abril, la fecha en que nuestro país recuerda la llegada de más de 40 mil militares de Estados Unidos.
Probablemente, Efemérides Patria no haya organizado nada para rendir homenaje a quienes quisieron retornar al profesor Juan Bosch al poder en esa fecha, pero sí conmemoren el 25 de septiembre del 1963 fecha en que fue derrocado, por un triunvirato del que formaba parte el empresario y políticos Donald Ried Cabral.
Precisamente fue a Ried Cabral a quien derrocaron los constitucionalistas para regresar al profesor Bosch al poder, pero curiosamente este es hoy un aliado del PLD actualmente en el Gobierno, y Caamaño y los hérores de abril saben que eso pesa mucho.
No se vaya a pensar que el hecho de que ni siquiera en la Feria Internacional del Libro se refiriera de manera solmene la epopeya de abril se debe a la necesidad de mantener una actitud delicada ante Estados Unidos, pues esta nación sabe que ese fue un episodio de la historia dominicana a la que hay derecho a recordar y conmemorar a partir del significado que tiene en la historia nacional.
El ausentismo de Efemérides Patria de esta fecha tiene que ver con la desgracia de cómo la política vernácula lo ha degradado todo a nada. El pragmatismo ha venido a ser una maldición, ya que en base a él se sepultan las memorias de héroes como quienes ofrendaron su vida por la patria.
Por eso mucho creemos que estamos ante una farsa histórica, cuando observamos que gente que en el pasado ha calificado hasta de hérore a emular al Caamaño, del 65, y hasta el de la Guerrrilla de Caracoles, ahora guarde silencio, y eche a rodar sus discurso, para responder a la lógica del poder del que forman parte a quienes hubo que combatir en esas fechas.
Pero tampoco el PRD hizo nada, lo que coloca junto al PLD como organizaciones renegadas de los principios políticos que ellos mismos se encargaron de difundir cuando sus líderes vivían.
La falta de actos oficiales para recordar estas fechas es un valor agragado a la escalada descendente hacia la que avanza nuestra sociedad y desmiente el fervoroso patriotismo que nos quieren mostrar en otras ocasiones.
Cuando se festejan la Independencia y otras fechas remotas y se rehuye a hacer los mismo con la gesta de abril del 1965, lo que se confiesa es que quienes lo hacen ejercen un patriotismo sin riesgo, propio de un vedettismo intelecual que se limita usar fechas para el derroche de recursos, mas que para redir honor a los hérores.
Que bien, exhibirse patriota con un discurso anti haitiano, y rehuir el del presente que obligaría a deslindar los campos estableciendo el lugar de cada quien en la historia.
En eso, nuestra gran prensa es cómplice, pues escasamente recuerda la fecha, como si todos estuvieramos avergonzados de aquel hecho que conmovió al mundo.
Claro, con abril no se puede inventar, porque exhibir patriotismo recordandos estos heroes significaría traer a la memoria situaciones y episodios que avergonzarían a gente cercana de las parcelas políticas nacionales y el pragmatismo recomienda que es mejor dejar esos muertos enterrados y tratar de que estos vivos, que son útiles, sigan con vida, no importa, porque en la política el fin justifica los medios.