BOSTON.-El 24 de abril se cumplieron 41 años de la gesta patriótica más grande que haya protagonizado el pueblo dominicano. Quizás para muchos resulte intrascendente, pero hoy quiero decirlo: yo perdí a mi padre en la Guerra de Abril de 1965, cuando solo tenía siete años de edad. Murió en combate, el 27 de abril, tres días después de iniciada la revuelta con la cual el pueblo dominicano buscaba el retorno a la constitucionalidad mancillada con el golpe de estado al gobierno legítimo del profesor Juan Bosch. Mi padre, miembro del cuerpo de paracaidista de las fuerzas armadas, combatió a los constitucionalistas cumpliendo órdenes superiores de los mandos militares de San Isidro.
Muchos años después me enrolé en la lucha política desde las trincheras de los frentes estudiantiles y organizaciones de la izquierda revolucionaria dominicana. Es decir, mientras mi padre Luís Emilio Ferrand Romero combatió la revolución, mi formación política la adquirí en el lado revolucionario, y de ello nunca me arrepentiré.
Que sirva este preámbulo a quienes se sacrifiquen y molesten, dedicando parte de su preciado tiempo a leer este comentario sobre la celebración del 41 aniversario de la Guerra de Abril. Muchos no estarán de acuerdo, y algunos, quizás, me crucificarán haciéndome acusaciones de toda índole. Pero se que hay de todo en la viña del señor.
Voy al asunto. Me sorprende muchísimo el silencio o la ignorancia del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana con la fecha. La Revolución de Abril fue la respuesta del pueblo y un grupo de militares constitucionalistas al quebrantamiento del orden democrático encabezado por el profesor Juan Bosch, quien tomó en serio lo de gobernar para el pueblo. Es decir, haciendo un gobierno que luchó seriamente para garantizar alimentación, salud y educación al pueblo dominicano.
Salvo el acto realizado en San Isidro, para mi insuficiente y poco significativo, creo que fue excesiva la ignorancia mostrada por el ejecutivo al no organizar, en todo el territorio, actos para conmemorar la fecha. El amor a la patria debe inculcarse a las presentes y futuras generaciones de dominicanos, muchos de los cuales desconocen detalles de esta gesta, en la que miles de dominicanos murieron defendiendo la soberanía pisoteada –una vez mas- por el intruso invasor, y en ello el gobierno tiene una gran responsabilidad: rendir honor a los combatientes constitucionalistas y sus ideales, para que sirvan de ejemplo a los buenos dominicanos.
Y es, que si resulta extraño que el gobierno no hiciera nada, mayor preocupación lo es que el partido que Bosch fundó, al que dotó de ideología y método de lucha, tampoco le diera importancia a la fecha. Pareciera como si Claudio Caamaño diera en el clavo al afirmar que los “partidos están llenos de podredumbre y sobreviven en una maraña de complicidades”.
Los mártires de la Guerra de Abril no tienen dolientes en el gobierno, al menos es lo que personalmente interpreto de la actitud de Leonel Fernández y su administración ante un nuevo aniversario de la gesta de abril. Que le pesaba al gobierno, a través de la Secretaria de Educación, organizar actos en todas las escuelas, donde se le explique a los estudiantes la significación de ese acontecimiento. Donde se les recuerden nombres como el de Ilio Capocci –combatiente italiano que murió en combate-, Juan María Lora Fernández, Juan Miguel Román y muchos otros que ofrendaron sus vidas por la patria herida por fuerzas foráneas y sus cómplices locales.
Para un gobierno del PLD, a mi humilde entender, la gesta patriótica de abril es la mejor ocasión y momento para defender y resaltar los ideales del profesor Juan Bosch. Para proyectar su obra y pensamiento, pero eso no parece estar en la agenda del gobierno ni de los peledeístas de ahora.
Desde lo alto en el cielo o desde su tumba en la tierra, Juan Bosch deben sentirse estremecido por la vergüenza de ver su obra –el PLD- gobernando, mientras el país se cae a pedazos, la corrupción campea libremente, los campesinos no tienen ayuda para poner a parir la tierra, los hospitales llenos de enfermos sin medicinas ni esperanzas, y de las deficiencias en la educación ni hablar; porque bajo este gobierno los oprimidos siguen siendo víctimas de un sistema injusto de dominación.
Yo desde aquí, sigo identificado con todos aquellos que luchan y anhelan una patria mejor. Me uno a quienes creen necesario rescatar la memoria histórica del pueblo, una labor que debe tener como norte enseñar a las nuevas generaciones que el mamotreto de democracia que hoy disfrutamos los dominicanos es el resultado de la lucha de esos mártires que lo entregaron todo por amor a la patria.
Para los que han olvidado, para los que no lo conocen y para quienes quieran conocerlo, transcribo el siguiente documento que resumen, en cierta forma, aquella epopeya histórica del pueblo dominicano. Al que le sirva el sombrero que se lo ponga:
MANIFIESTO DEL CORONEL CAAMAÑO DEÑO DIRIGIDO AL PUEBLO DOMINICANO, EN EL QUE EXPLICA LAS RAZONES QUE LLEVARON A FIRMAR EL ACTA DE RECONCILIACION DOMINICANA.
No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos.
La verdad auspiciada por nuestra causa fue la mayor fuerza para resistir ¡YRESISTIMOS! Ese es nuestro triunfo, porque sin la tenaz resistencia que opusimos hoy no pudiéramos ufanarnos de los objetivos logrados.
Nosotros cedimos, es cierto, pero ellos, los invasores, que vinieron a impedir nuestra revolución, a destruir nuestra causa, tuvieron que ceder también ante el espíritu revolucionario de nuestro pueblo.
Ahí están, hablando por sí solas, las conquistas alcanzadas, y que constan agradecidas por la sangre de los caídos, en el Acta de Reconciliación Dominicana. Se nos han reconocidos múltiples derechos económicos y sociales. Hemos logrado la fijación de elecciones libres en breve plazo.
Hemos conquistado las libertades públicas, el respeto a los derechos humanos, el regreso de los exiliados políticos. El derecho de todos los dominicanos a vivir en su patria sin temor a ser deportado. Pero, por encima de todo, hemos logrado una conquista inapreciable de fecundas proyecciones futuras: ¡La conciencia democrática!
Conciencia contra el golpismo, contra la corrupción administrativa, contra la explotación, contra el intervencionismo.
Hemos conquistado nuestro propio destino histórico. En suma, conciencia del pueblo en su fuerza, que si el 24 de abril le sirvió para derrotar la oligarquías civil y militar, hoy, nutrida por su experiencia maravillosa, y esta lucha asombrosa le permitirá forjar en la paz o en la guerra su libertad y su independencia.
¡Despertó el pueblo porque despertó su conciencia!
Esos son los logros de esta revolución.
Si algún merito me cabe por haber participado prominentemente en esta revolución democrática, no es otro que el de haber comprendido la dolorosa realidad de nuestro pueblo, y haber luchado ardientemente por tratar de transformarla en un porvenir cargado de esperanzas.
Creo firmemente que el pueblo dominicano terminara por lograr su felicidad, y el 24 de abril será siempre un símbolo estimulante hacia la consecución definitiva de ella.
Finalmente, invito al pueblo aquí reunido a hacer el siguiente juramento:
En nombre de los ideales de los trinitarios y los restauradores que forjaron la Republica Dominicana.
Inspirados en el sacrificio generoso de nuestros hermanos civiles y militares caídos en la lucha constitucionalista., Interpretando los sentimientos del pueblo dominicano.
Juramos luchar por la vigencia de las libertades democráticas y de los derechos humanos, y no permitir intento alguno para restablecer la tiranía.
Juramos luchar por la unión de todos los sectores patrióticos para hacer nuestra nación plenamente soberana, plenamente democrática.
Francisco Alberto Caamaño Dañó, 3 de septiembre de 1965.