NUEVA YORK.-Contrario a lo que sucede actualmente en los pueblos suramericamericanos, que se están rebelando contra los partidos tradicionales y sus dirigentes y están eligiendo figuras no vinculadas a los partidos del “sistema”, en República Dominicana esta rebeldía se está desarrollando dentro del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el más viejo del país, el de mayores glorias en favor de la democracia y el que peores desencantos ha dejado en el ejercicio del poder.
Este proceso de sublebación interna en el PRD acaba de producir un gran estremecimiento de su estructura orgánica, luego de la pasada Convención Nacional, en la que fueron electos sus actuales dirigentes, la mayoría de ellos no comprometidos con los cuatro o cinco jefes de “tendencias” que se habían adueñado del Partido desde antes de la muerte de Peña Gómez en 1998.
Esos mismos jefes de “tendencias” son los que han lanzado una campaña de descrédito contra el presidente del PRD, Ing. Ramón Alburquerque, y el secretario general, Lic. Orlando Jorge Mera, al verse removidos de sus bastiones por la rebelión de las bases, sin posibilidades de reciclarse políticamente.
El caso del dirigente perredeísta santiagués Papín Domínguez ejemplifica perfectamente la férrea lucha que libran las bases del perredeísmo para deshacerse de una élite dirigencial recalcitrante que se empecina aún en cerrarle el paso a las nuevas ideas y a sus portadores, que son los jóvenes, las mujeres y los dirigentes de extracción popular con mayor historial de servicio y sacrificio a favor de sus comunidades.
Lo que se ha denominado la “Tormenta Tropical Papín” hizo posible el triunfo como candidato a senador por Santiago sobre uno de esos jefes de “tendencias”, el empresario José Rafael Abinader, quien al verse derrotado por el 85% de la dirigencia del Partido durante un plebiscito celebrado en la segunda provincia del país, quiso quebrantar esa voluntad popular y movilizó sus millones y sus viejos aliados, unos 45 vice-presidentes del Partido, hasta que finalmente tuvo que darse por vencido al ver que Papín y la mayoría absoluta estaban dispuestos a inmolarse en defensa de esa histórica victoria.
Es la primera ocasión en que un dirigente político dominicano, venido de un barrio pobre de Santiago, sin más recursos que su largo historial de lucha a favor de los más desposeídos, se impone ante un jefe de “tendencia” con aspiraciones presidenciales y recursos económicos ilimitados. Ahí nació la “Tormenta Tropical Papin”, la que habrá de convertirse en huracán para poder salir airosa de su nuevo desafío: derrotar al candidato a senador por Santiago del oficialista Partido de la Liberación Dominicana, (PLD) el Procurador General (en licencia) Francisco Domínguez Brito, el pupilo más aupado por el presidente Leonel Fernández y uno de los más populares fiscales que haya tendido el país.
Todo parece indicar que el candidato oficialista lleva las de ganar: es más conocido, proviene de una clase social privilegiada y cuenta con recursos económicos y políticos 12 veces mayores que los de Papín. Sin embargo, hay una verdad irrebatible: Papín tiene 35 años de servicios prestados a su ciudad en el ámbito cultural, deportivo, municipal, empresarial y clubístico; y los testigos vivientes de su legado andan por toda la ciudad dando testimonio de que a este joven proveniente del Ensanche Bermúdez le ha llegado la hora de casarse con la gloria.
El 16 de mayo próximo, es muy posible que la “Tormenta Tropical Papín" se convierta en el “Huracán Papín”. Dicen que yo tengo “boca de chivo”. Ya veremos.
Juan Torres es un escritor dominicano radicado en Nueva York