CARACAS.- La ciudad de las columnas (1970), Los pasos perdidos (1953) y El camino de Santiago (1967) son algunos de los regalos literarios que hiciera a la humanidad uno de los más notables narradores de la lengua española del siglo XX: Alejo Carpentier, quien murió el 24 de abril de 1980 en París, Francia.
La letra de Carpentier (1904-1980) es reconocida universalmente al concedérsele en 1978 el Premio Miguel de Cervantes Saavedra, máxima distinción literaria del idioma.
Es ampliamente conocido como novelista, como ensayista, como musicólogo, como periodista de amplísima ejecutoria, sobre todo en Cuba, en Venezuela y en Francia, así como crítico de arte y de literatura.
Desde la década de 1920 hasta su fallecimiento desarrolló una extraordinaria labor de promoción cultural y abrió senderos en la narrativa latinoamericana.
Este hombre, nacido en Cuba, decidió abordar la realidad americana y descubrir la majestuosidad de un continente donde lo maravilloso podría encontrarse a cada paso desde la incontenible Haití hasta el río Orinoco (Venezuela), incluida, por supuesto, toda la riqueza expresiva de Cuba y del Caribe, escenarios principales de sus novelas.
Escritor universal, proporcionó con su apropiación de América mediante lo real y lo maravilloso de su escritura barroca una nueva línea creadora que lo hace trascender en su narrativa e indica nuevos caminos en la novela latinoamericana.
Con 12 años de edad, Carpentier se trasladó con su madre a París donde se inició en los estudios musicales desarrollando una intensa vocación musical.
Al regrear a su país, estudió Arquitectura. Comenzó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos izquierdistas. Fue encarcelado y tras su puesta en libertad se exilió en Francia.
Regresó a Cuba donde trabajó en la radio y llevó a cabo importantes investigaciones sobre la música popular cubana.
Posteriormente, visitó México y Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Se trasladó a Caracas en 1945 y no regresó a Cuba hasta 1956, año en el que se produjo el triunfo de la Revolución Castrista. Trabajó en varios cargos diplomáticos para el Gobierno revolucionario.
Entre sus novelas hay que destacar El reino de este mundo (1949), que tiene como tema central la revolución haitiana y el tirano del siglo XIX Henri Christophe, y Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas que intenta definir la relación real entre España y América al seguir la conquista española. Esta ha sido calificada como su obra maestra.
Guerra del tiempo (1958) trata la violencia y la naturaleza represiva del Gobierno cubano durante la década de 1950.
En 1962 se publicó El siglo de las luces, en la que narra la vida de tres personajes arrastrados por el vendaval de la Revolución Francesa.
Concierto Barroco (1974) es una novela en la que muestra sus visiones acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica.
El recurso del método y La consagración de la primavera se publican a mediados de 1970.
El término real maravilloso, que fue inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a su novela El reino de este mundo, ha servido para tipificar su propia novelística. Es un símil del llamado realismo mágico incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana.
La realidad y el sueño, la razón y la imaginación, la historia y la fábula, la vida y la muerte entretejen sus lazos narrativos hasta llegar a conformar una especie de tapiz suntuoso, mágico, alegórico, conceptual y, por momentos, culterano.
Antes de Haití y de Venezuela, fue París y México. Incluso fue en la cárcel donde escribió ¡Ecue-Yamba-O!, su primera novela.
En la década del 20, su situación económica era de penuria y para cumplir con el oficio de ganarse la vida fue nombrado jefe de Redacción de Carteles hasta 1926 cuando viaja por primera vez a México.
De regreso a Cuba, en 1927, es encarcelado durante siete meses por firmar un manifiesto contra el dictador Machado. Al salir, funda la revista Avance. En libertad bajo fianza, Carpentier decide viajar a París en 1928. Sin pasaporte, tiene que alterar su identidad por la del periodista Robert Desnos y es recibido en el puerto de Saint-Nazaire con los honores de un diplomático.
En París se familiariza con el Surrealismo, contacta con los representantes de los movimientos de vanguardia y visita España durante la guerra civil. Pero la nostalgia le vence, se cansa de París y regresa a Cuba en 1936. Luego descubriría Haití y Venezuela hasta su regreso definitivo a Cuba, en 1959.
El invaluable patrimonio que dejara este escritor cubano sirvió como punto de partida para la creación, en 1993, de la Fundación Alejo Carpentier, constituida por el patrimonio donado por Lilia Esteban de Carpentier y por el Estado cubano.
Es La Habana vieja, la que fuera la mansión de la segunda condesa viuda de La Reunión de Cuba, el escenario utilizado por el escritor en su novela El siglo de las luces.
En el sitio web de la Fundación Alejo Carpentier se destaca que en el museo, que forma parte de esta organización, se exponen, entre otros objetos, la máquina de escribir que utilizaba en París cuando lo sorprendió la muerte, así como algunos de los libros que consultaba entonces para escribir su novela inconclusa La verídica historia, inspirada en Paul Lafargue. Además, se exhibe una selección de las ediciones, en diversos idiomas, de las obras de este escritor.
Los géneros poesía y relato también fueron abordados por Carpentier. Entre algunos relatos encontramos: Viaje a la semilla (1944), La guerra del tiempo (1958), El derecho de asilo (1972) y El arpa y la sombra (1979).