WASHINGTON.- Para celebrar el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo, las Naciones Unidas tienen previsto entregar su premio anual de periodismo a una locutora libanesa que quedó lisiada a causa de un atentado terrorista en 2005.
En Estados Unidos, los periodistas leerán en voz alta los nombres de más de 1.600 reporteros que murieron en cumplimiento de su deber en los dos últimos siglos y rendirán homenaje a los 59 periodistas de todo el mundo que perecieron mientras cumplían su labor informativa en 2005.
El Día Mundial de la Libertad de Prensa fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993. El día es considerado como ocasión de celebrar la libertad de prensa y evaluar la situación de la libertad de prensa en el mundo, defender a los medios informativos de los ataques contra su independencia y rendir tributo a los periodistas que perdieron la vida en búsqueda de la verdad.
May Chidiac, una popular presentadora de noticias en la televisión de Líbano, fue designada para recibir este año el Premio Guillermo Cano/UNESCO de Libertad de Prensa Mundial. De acuerdo con un comunicado de prensa de las Naciones Unidas, Chidiac perdió una mano y una pierna como resultado del estallido de un vehículo cargado de bombas en septiembre de 2005. El Premio Cano tiene ese nombre en honor del periodista colombiano asesinado en 1987 luego de informar sobre las actividades de los poderosos traficantes de drogas ilícitas en su país, dice la UNESCO.
En Estados Unidos, en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la entidad independiente sin fines de lucro, Foro de la Libertad, tiene previsto agregar en el Monumento a los Periodistas, ubicado en Arlington, estado de Virginia, frente a la capital Washington D.C., los nombres de los 59 periodistas que murieron cubriendo las noticias en 2005. El 3 de mayo, durante dos horas, los periodistas de organizaciones noticiosas de Estados Unidos e internacionales — inclusive Reuters, Prensa Asociada y Al Jazeera — leerán en voz alta los nombres de 1.606 periodistas que desde el año 1812 han muerto cumpliendo su tarea. El Foro tiene una base de datos que incluye los nombres, en su sitio electrónico www.newseum.org, en inglés.
LA TRADICION ESTADOUNIDENSE DE LIBERTAD DE PRENSA
La protección de la libertad de prensa es un ideal estadounidense más antiguo que Estados Unidos mismo.
El caso de John Peter Zenger, en 1735, sentó el precedente para la libertad de prensa estadounidense como vigilante de un gobierno opresivo. En este caso, un jurado Colonial rompió con la tradición legal inglesa y determinó que Zenger, un tipógrafo, no podía ser considerado culpable de sedición porque las críticas de su periódico contra el gobierno británico eran, en realidad, ciertas.
La Guerra Revolucionaria Norteamericana fue desatada, no en pequeña parte, por la Ley de Sellos de 1765, que tenía el propósito de crear impuestos para sacar de circulación a los periódicos independientes. En una era en que las noticias no iban más rápido que los caballos o la navegación de un barco velero, cuando las opiniones apenas se difundían a la distancia de los fuertes gritos de un hombre, los diarios impresos eran el medio preferido de los revolucionarios y los realistas para hacer llegar su mensaje a un público más amplio.
"El Congreso no hará ley alguna… que coarte la libertad de palabra o de imprenta". La Primera Enmienda a la Constitución de Estados Unidos (1791), con elegante simplicidad, consagra una de las creencias más fundamentales de la nación: la importancia de la prensa en fomentar el gobierno democrático al permitir un foro para la libre expresión.
La Primera Enmienda fue resultado de un prolongado debate político realizado por medio de los periódicos, y sus autores sabía exactamente qué clase de libertad era la que estaban dejando suelta. La prensa de su día era muy pertinaz, partidista y repleta de malvados ataques personales. Por ejemplo, la Gaceta de Estados Unidos, que respaldaba al gobierno del primer presidente George Washington (1789-97), proclamó que su misión era oponerse a "furiosa locura" de los que criticaban las políticas de la administración. Los periódicos de la oposición acusaban a Washington, un héroe de guerra, de ser un "soldado incompetente".
Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencia, fue un firme partidario de la libertad de prensa, aun cuando tenía muy pocas palabras amables para los periódicos. "Si se dejara en mis manos decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin un gobierno, no vacilaría un solo momento en preferir lo segundo" escribió Jefferson. Sin embargo, dijo también "deploro el estado putrefacto al que han llegado nuestros periódicos y la malignidad, la vulgaridad y el espíritu mendaz de quienes escriben en ellos".
Décadas más tarde la polarización política durante la Guerra Civil resulto en una avalancha de críticas de la prensa en contra del presidente Abraham Lincoln. En 1863, el editorial de un diario de Chicago dijo que los soldados de la Unión estaban "indignados ante la imbecilidad que los ha dedicado a la matanza por propósitos con los que ellos no simpatizan". Cuando un furioso general de la Unión clausuró el periódico Lincoln ordenó su reapertura.
Más de un siglo después, en 1971, el gobierno de Estados Unidos obtuvo una orden de un tribunal federal para evitar que el diario The New York Times dejara de publicar la serie sobre los Papeles del Pentágono, citando un riesgo a la seguridad nacional. Esos documentos, preparados por el Departamento de Defensa, analizaban la historia de la participación de Estados Unidos en Vietnam y estaban clasificados como secreto máximo. En pocos días, el caso llegó a la Corte Suprema la que se pronunció en favor del Times. Siguiendo los pasos del caso Zenger, la corte determinó que la libertad de la prensa de la "restricción previa" es casi absoluta. La Corte determinó que el gobierno no había demostrado que la publicación provocaría "daño directo, inmediato e irreparable al interés nacional".
Hoy, aun cuando los funcionarios del gobierno de Estados Unidos tratan de evitar algunas veces que la información delicada sea descubierta por la prensa, los periodistas y los directores estadounidenses en su gran mayoría utilizan sus propias pautas éticas para determinar si un artículo podría perjudicar la seguridad nacional. Los visitantes extranjeros con frecuencia se sorprenden al descubrir que más de 100 periodistas acreditados recorren libremente los corredores del Pentágono en busca de noticias, sin ser escoltados ni siquiera en tiempo de guerra.