El doctor Leonel Fernández ha olvidado que es el presidente de todos los dominicanos, de los buenos y de los malos, de religiosos y de ateos, de demócratas y comunistas, de quienes lo quieren y de quienes lo odian, de la gente de su partido y de los opositores. Ha olvidado que no se debe a sí mismo, sino al país, cuyos intereses debe colocar por encima de los suyos y los de su partido o los de cualquier grupo político, económico y social.
Y actúa como presidente "de una parte de los dominicanos", de la que forman parte de su partido, razón por la cual, tan pronto ocupó el cargo ordenó la cancelación de los empleados públicos que no pertenecieran a su organización, sin importar los atropellos y los abusos contra simples padres y madres de familias, dominicanos que fueron tirados a las calles sin pagarles sus prestaciones laborales como establece la ley.
El doctor Fernández no actúa como un presidente de la República. Lo hace como un militante político. Violenta las leyes y reglamentos que le dan legitimidad a su gestión.
Estamos, lamentablemente, ante un hombre que olvida sus funciones presidenciales y se convierte en un provocador, insultando y maldiciendo a sus oponentes, olvidando que la democracia no es sinónimo de consenso, sino de la más amplia diversidad política e ideológica. El consenso es propio de las dictaduras, no de las democracias.
Nadie quisiera faltarle el respeto al presidente de la República, dada su alta investidura. Pero el presidente no puede faltarse el respeto a sí mismo, no puede convertirse en jefe de campaña electoral de un candidato a regidor, ni de tránsfugas y delincuentes. Un presidente no puede empequeñecer ante los ojos de su pueblo. Mucho menos en un sistema presidencialista como el nuestro.
¿Cómo es posible que el presidente de la República, utilizando los recursos del Estado, salga pueblo por pueblo a comprar dirigentes y candidatos de la oposición, a los mismos que antes llamó corruptos, dejando en el aire a los "honorables" miembros de su PLD?
¿Dónde está la ética, la moral y los principios?
El presidente dijo que lo mejor, lo más sano, lo más noble, lo más honesto, se ha ido del PRD y del PRSC para formar parte del gobierno y del PLD. Es decir que los que se han quedado en esas fuerzas políticas no sirven, son corruptos. Otra vez el país se divide en dos: en peledeístas y corruptos.
En el PRD y en el PRSC hay muchos hombres y mujeres honorables, que no han ido a la política para enriquecerse, que han ocupado importantes cargos en el gobierno sin que nadie pueda señalarlos. Podría citar nombres de muchos, lo cual no es posible hacer con la mayoría de los dirigentes del PLD. La Fundación Global, donde hay todos los millones del mundo, no puede ser explicada. José María Aznar, ex jefe del gobierno español y Hugo Chávez, presidente de Venezuela, cuando vieron aquello, exclamaron: ¿Y esta vaina? No era para menos.
Al hablar de ética, moral y principios, el presidente debería mirar a su alrededor porque una buena parte de los funcionarios de su gobierno tienen expedientes por corrupción. Expedientes que duermen el sueño eterno bajo el manto de la impunidad gubernamental.
El presidente habla de moral, de ética y de principios debe seguir mirando a su alrededor porque sigue rodeado de antiguos dirigentes del PRSC expulsados por traidores, con expedientes en los tribunales por actos de corrupción validados por el PLD cuando estaba en la oposición, y que han sido comprados por el gobierno, a los que se les está pagando con permisos para importar productos agrícolas. ¡Ajo, carajo!
El presidente habla de moral, de ética y de principios, pero protege a los responsables de la quiebra fraudulenta de los bancos privados.
El presidente habla de moral, de ética y de principios, pero nombra como secretario de Estado al abogado del principal acusado de lavado de activos del país. Y más aún, dice que ese abogado es su líder y guía. Y, como si fuera poco, le asigna un despacho en el Palacio Nacional.
El presidente la emprende contra a los legisladores, sobre quienes lanza insultos de toda clase, olvidando que esos legisladores le han aprobado dos reformas fiscales, casi tres mil millones de dólares en préstamos, dos proyectos de presupuesto y otros proyectos similares. Ese Congreso del PRD ha sido más consecuente con el presidente Fernández que con el gobierno que encabezó Hipólito Mejía.
En este país, ningún partido del sistema puede tirar la primera piedra cuando de ética, moral y principios se trate.