Muchos encuentran explicación a la medida de conformar una comisión que se encargue de vigilar lo que, en materia electoral, ocurra en estos días y hasta después del 16 de mayo. Otros tantos no ven la necesidad de la integración de la Comisión de Asistencia Electoral. Ahora bien, en lo que unos y otros convergen es en la apreciación de que, en materia de desavenencias en el proceso de la campaña, a esa comisión le resultó tarde su aparición en el espectro nacional, a juzgar por los escasos días que restan para la celebración de los comicios congresuales y municipales.
Pero, ya está ahí, con Monseñor Agripino Núñez Collado a la cabeza y los dominicanos tendremos que vivir con esa dichosa Comisión de Asistencia Electoral por los días que se extenderán un poco más allá del 16 de mayo.
Por suerte y previendo lo que aconteció la noche del 16 de mayo del 2004, en esta ocasión se delimitó con tiempo y de manera clara, el radio de acción en el que se moverán los miembros de esa comisión, en lo que al interior de la Junta Central Electoral se refiere.
Porque será hasta cierto punto imperdonable que se reedite la experiencia vivida por todo el país hace dos años, cuando los miembros de la entonces comisión de seguimiento realmente suplantaron a las autoridades de la JCE, relegándolas a un segundo plano, apenas horas de haberse cerrado las urnas.
Aquello fue de mal gusto, porque Agripino y su grupo, para justificar la intromisión de entonces, alegaron que lo hicieron porque supuestamente se pretendía desconocer el arrollador triunfo logrado por Leonel Fernández aunque, claro está, no presentaron ante el país la más mínima prueba que avalara esa creencia.
Sin embargo, tenía que pasar eso para que, en esta oportunidad, los jueces de la Junta Central Electoral acordaran con tiempo y precisión de relojero suizo que la Comisión de Asistencia Electoral sólo podrá moverse en el área de informática de esa institución.
Lo más lógico era que la JCE llevara a cabo el proceso electoral sin que existiera la necesidad de que se le tuviera que observar, hasta cierto punto con ojos inquisidores.
Pero, la campaña mediática que desplegaron contra el organismo comicial los sectores que lo adversan, sumado al hecho de que esa institución en algunos casos dio oportunidad para que se le cuestionara, allanó el terreno para que surgiera la Comisión de Asistencia Electoral como la salvadora.
Lo dable es que la Junta Central Electoral llegue a administrar un proceso como el del martes sin el más mínimo cuestionamiento y con la mayor libertad de acción. Mientras tanto, bienvenido nuevamente Agripino y su gente.