Una de las profesiones màs dignas y comprometedoras, cuando se realizan apegadas a la verdad de los hechos y con verdadero sentido de la ètca profesional y de la responsabilidad social que ella imlica, es la de periodista.
El verdadero periodista es aquel profesional de la comunicación que respeta su trabajo y procura generar credibilidad con lo que dice o escribe, sin tergiversar ni distorsionar los acontecimientos, ni para su beneficio, o para beneficio de terceros. En esta concepción del periodista no caben los enganchados, ni los que aún teniendo un título otorgado por una universidad, realizan su trabajo a espaldas de la verdad, del bien común, o en contra de las mayorías.
El verdadero periodista, reitero, se preocupa por informar con veracidad a ese público amplio, diverso, disperso, y heterogéneo, que pone su confianza en que está siendo informado de lo que acontece a su alrededor y en el mundo, a través de los comunicadores sociales que divulgan sus comentarios, opiniones e informaciones por los diferentes medios masivos de comunicación.
En nuestro país existen también, lamentablemente, los y las pseudos periodistas, vendedores de conciencias, que sin realizar ningún trabajo de fondo, o una simple investigación acerca de los temas que "opinan o comentan", y por el hecho de tener el "privilegio" de sentarse frente a unas cámaras de televisión, un micrófono, o en una computadora, se consideran dueños de la verdad, y con el derecho de desacreditar, criticar, calificar, y condenar las acciones de los demás. ¡Esa nos es la función del periodista!…
Durante la recién pasada huelga llevada a cabo por los servidores de la Primada de América, en demanda de la aplicación del aumento del 30% a los salarios, pendiente desde el mes de Julio del pasado año; la aplicación de las categorías, la efectividad del Seguro Médico, descontado a los salarios, y no pagados por las autoridades a las clínicas afiliadas, razón por la que no dan el servicio; la eliminación de la masificación de las aulas que permita desarrollar una docencia con calidad, entre otras demandas, observamos cómo algunos denominados comunicadores sociales, se dedicaron a ultrajar a los huelguistas, a desinformar a la población, y a realizar un trabajo parcializado a favor de quienes tenían que buscar soluciones, porque para eso fueron electos, porque ellos se postularon.
¿Con qué despiadada saña, por el hecho de reclamar un derecho, esos "comunicadores, poseedores de la verdad", se dedicaron a irrespetar y a tratar como a delincuentes a un personal académico que está dedicado a transmitir experiencias y conocimientos en la formación de la mayoría de los profesionales de éste país, para que puedan contribuir con el desarrollo de la nación? No estábamos violentando el Estatuto Orgánico ni el Reglamento Interno de la Universidad, ni mucho menos la Constitución de la República, toda vez que vivimos en un Estado de democracia, y por tanto de libertad.
¿Por qué esos "opinadores" nunca emplazaron a los miembros del Consejo Universitario ni al rector Roberto Reyna, como lo hacían con los académicos, para que, como autoridades, resolvieran el conflicto que debieron evitar buscándole rápida solución, para que los miles de estudiantes no perdieran la docencia, ya que ese nunca fue nuestro objetivo, y sí nuestra preocupación?
¿Por qué no se interesaron en analizar el famoso slogan que utilizó en su campaña cuando aspiraba a la rectoría de "Mejorar tu vida, para mejorar la UASD", sobre todo negándose a aplicar el aumento asignado por el Gobierno el año pasado, y que el rector sólo aplicó la tercera parte, por el pretexto de que había un déficit económico a pesar de los innumerables viajes al extranjero, y las mencionadas designaciones innecesarias, mejor conocidas como "botellas"? Porqué no lo criticaron por su evidente desinterés en resolver el problema que pudo evitar?
Ni los medios de comunicación, ni la Iglesia, ni el mismo Presidente de la República, quien también se unió al coro de la aplicación de calificativos desagradables, se interesaron en entender que el problema tuvo su origen en un compromiso no cumplido, y de que no somos obreros.
Somos esos profesores y profesoras de la UASD, calificados de "insensatos, vagos, e irracionales", que hemos formado a la mayoría de los médicos, abogados, antropólogos, siquiatras, filósofos, sicólogos, ingenieros, enfermeras, periodistas, economistas, maestros, odontólogos, administradores de empresas, contables, y de muchas otras áreas, que ejercen sus profesiones en la República Dominicana y fuera del país, gracias a nuestra dedicación, nuestros conocimientos, y el cumplimiento de nuestro deber.
Es una verdad incuestionable que quien no investiga no tiene derecho a la palabra, y mucho menos a opinar. Esos comunicadores prefirieron colocarse cómodamente del lado de quien, por el momento, ostenta el poder. Olvidaron que debían ser imparciales, éticos, veraces, y orientar debidamente a los receptores de sus opiniones.
También olvidaron que debían prestar atención a las versiones de las partes afectadas, y no dedicarse de manera exclusiva a manipular a la población para que se identificara con sus malsanos e interesados puntos de vista, negándoles el derecho a conocer la verdad de los hechos. Así no se hace periodismo serio, ni se le brinda un buen servicio a la población.
Han pasado los días, y todavía me pregunto: ¿Por qué actuaron de ese modo comunicadores y comunicadoras sociales, incluso egresados de nuestras aulas? ¿Qué hubo detrás de esa mala práctica periodística, de empeñarse en ignorar la realidad y atacar de forma despiadada al sector profesoral de la UASD? Porqué están tan apartados de los principios éticos y morales? ¿A dónde nos conduce esta falta de honestidad y veracidad del ejercicio periodístico de la mayoría de nuestros informadores públicos?
Con esta amarga experiencia, me pregunto si vale la pena seguir dedicando tiempo y esfuerzos para formar comunicadores sociales, si la mayoría de los modelos que tienen de ejemplo en la actualidad, es todo lo opuesto a lo que deben ser y hacer.
Y otra pregunta que me hago es: ¿cuál es el papel que desempeña nuestro flamante Colegio Dominicano de Periodistas y su Tribunal Disciplinario, en situaciones como la que vive el periodismo dominicano, en los actuales momentos?
Ya lo dijo en su breve período de gobierno el General Gregorio Luperón, que "no hay peor tiranía que la ignorancia",
por eso subsidió todos los periódicos de la época, los que estaban a su favor y los que estaban en su contra, y yo añado que los pseudos periodistas dominicanos están contribuyendo a mantener esa ignorancia y a reforzarla.
¡Què pena!