La IX Feria Internacional del Libro o una Tragedia llamada Cultura. Balance de la triste andanza de un ministerio sin perspectiva y sin gracia.
1. Los recuerdos
Me recuerdo ahora una madrugada, junto a las culebras de algún lugar de la selva Vegana, en que el poeta Blas Jiménez (en una aguda conversación que sosteníamos con Carmen Pérez Valerio) la llamó " el bacanal de la cultura". Pero eso fue a la versión anterior de la Feria Internacional del Libro, y hace tiempo, y no me imagino qué opinará entonces de ésta.
Ahora bien, lo que no logro comprender es cómo puede cada año empeorar sin que nadie, absolutamente nadie, haga o diga algo para arreglarla.
Soy un asiduo visitante de las Ferias del Libro y los eventos culturales, un colaborador desde siempre, en varios sentidos y siempre de forma voluntaria.
Para mi la cultura no se compra, no se vende; es quizás lo más valioso que nos pertenece a todo/as, como pueblo.
Añoro el Pabellón de Literatura que dirigía Ángela Hernández alguna vez. ¡Ah caramba!, cuanto aprendía a mis 16. Recuerdo que ahí conocí a Marcio, a mi amigo Doy Gautier, a L. Mateo, a tantos otros.
Ahí pude, ya después, estrechar la mano de Ernesto Cardenal y entregarle un afiche de Juventud Rebelde a Tomás Eloy Martínez, cuando la rebeldía de Carmen Imbert nos conmovía a todos.
Era al aire libre, sin policías, sin autoridades, con modestia, sin la parafernalia de ahora, decorado solo con el exquisito gusto de Ángela, sencillamente
Después pude ver, abrazar y conocer a tantos, a tantas.
Añoro volver al pabellón de Manuel de Jesús Cabral, aquél que tenía a Compadre Mon; añoro los pabellones modestos, con poco gasto pero con mucha dedicación. ¡Y los tantos que no recuerdo!
Incluso en la anterior, el pabellón de Abril del 65 (donde coordiné voluntariamente más de 50 conferencias), el pabellón del Merengue, los Tainos, y otros pocos, eran, son, buenos recuerdos.
Pero me niego ha aceptar que esta versión de la Feria Internacional del Libro Santo Domino 2006 sea peor que la anterior; sencillamente no se puede tolerar.
Si bien parecía haber una intención de mejorar (que se expresó en la terminación anticipada, rompiendo con la larga tradición de improvisación) esta edición de la Feria Internacional del Libro (dedicada a la Argentina) deja mucho que desear.
Trataré, sin malicia, pero sin compasión, de plantear algunas críticas al evento. Dispersas pero pensadas. Con recomendaciones y soluciones, por supuesto.
2. La Participación.
Si bien la participación en esta Feria ha sido normal, pudo haberla superado, especialmente en calidad.
Los planificadores se preocupan por llenar un extenso programa de actividades, abultado, vistoso, pero no les importa que las mismas se produzcan, que se lleven a cabo.
No hay ningún criterio de organizar, gestionar la participación del público, de incentivarla, de impulsarla.
Las masas que visitan la feria, despavoridas no les importa ni el libro, ni la discusión, ni nada. (Salvo la comida, los matatiempos, la artesanía, e indotelito, por supuesto)
Nadie ha pensado, parece, que sería correcto realizar un proceso previo de motivación, organización y manejo del público. Lo primero es informarlo, pero si no hay un programa disponible, nadie puede informarse.
No se a quién se le ocurrió la idea de imprimir el programa por días y repartirlo como brochure. Se supone que un programa es un instrumento para planificarse en el futuro, ¿Quién puede planificar su participación, si sólo tiene el programa para un día? ¿Acaso pensaron que la gente podría adivinar los próximos?
Lo otro es la gestión. A nadie se le ocurrió, que tomando en cuenta la falta de una cultura de participación en este tipo de actividades que tiene el dominicano promedio, es necesario realizar un trabajo previo para incentivarlo.
Como gestión considero que se puede hacer un trabajo con grupos específicos especialmente con escuelas, universidades y público en general, informarlos, acordar itinerarios, motivarlos a ciertas actividades, etc.
Es un trabajo difícil, pero se puede lograr.
Visité, por ejemplo, la Tribuna Libre, un esfuerzo encomiable de José Rafael Sosa, que sin embargo estaba ubicada en lo más profundo del Museo Nacional de Historia y Geografía. Con tantos espacios vacíos afuera, pienso que colocarlo ahí, fue intencional.
Si usted deseaba una tribuna con participación, el lugar debió ser justo frente a la entrada del Museo Nacional de Historia (en esa puerta cerrada donde están los antiguos cañones) ¿que alguien me explique?. Y así sucesivamente….
3. Protagonismo.
No es posible que los dominicanos sigamos pagando impuestos para que en una Feria del Libro, los protagonistas sean el Presidente de la República con (Funglode), las compañías privadas y sobretodo la Primera Dama. ¡No puede ser!
El protagonista debe ser el escritor, el libro y la cultura. Deben priorizarse las ideas, la producción artística, etc.
No puede ser que los mejores pabellones de la Feria sean el costosísimo Funglode (con 16 televisiones plasma y todo tipo de alta tecnología) y el de la Primera Dama (con laberinto y anfiteatro incluido). No puede ser.
Sin embargo, los verdaderos protagonistas, los escritores dominicanos, estaban apiñados en un caluroso pabellón al lado del Museo de Arte Moderno.
Pedro Henríquez Ureña, estaba disimulado en la biblioteca que lleva su nombre, y don Marcio, totalmente escondido en el Museo del Hombre (según me dicen, donde nadie entra).
¿Dónde quedan los demás?
Eso no puede ser.
Sin embargo, las Secretarías de Estado, en los mejores lugares visiblemente ubicadas.
No parecía una feria del Libro, sino una feria del gasto gubernamental.
Sólo faltó Diandino y su metro, que parece no se atrevió a traer.
Pero lo suplió un inútil y temerario "trencito" que dejó de transitar con su desorden, justo después que atropellara y casi asesinara un niño (no se de la suerte del infante).
Los pabellones internacionales totalmente deslucidos, con poco material, y en un lugar bastante escondido. Venezuela fue la más castigada. Parece que no les convenía ver la tricolor venezolana cerca, la escondieron, apenas el último día pude llegar a ella. ¿Dónde está Venezuela nos preguntábamos todos?
Yo no digo que las secretarías de Estado no participen, no. Lo que planteo es que si ellos van a participar, lo correcto es que homenajeen un escritor con su stand, por ejemplo.
La Secretaría de Educación podía dedicar su pabellón a Salome Ureña, por ejemplo; así evitamos que se gaste todo ese dinero en vano para promocionar a Alejandrina Germán y a Luís de León (el hombre de las cámaras), y así sucesivamente.
Y que el protagonista sea el libro no impide que se desarrollen otras actividades.
A la Fundación Caamaño se le impidió vender ti-sherts con la figura de ese héroe inmortal, sólo por el doble discurso de que el protagonista es el libro. ¿Pero el libro de quien?
Al contrario; la feria puede convertirse en un espacio cultural maravilloso, donde el pueblo dominicano pudiera vincularse a su historia, a sus valores, a su identidad.
Con el cuento de excluir la política (claro la del contrario) a Narciso Isa Conde, intelectual y escritor con más de una docena de publicaciones, se le negó un Stand. Así se la negaron a muchos otros.
Ni un solo escritor obtuvo Stand. Pero si lo obtuvo Funglode, la Primera Dama, y todas las Secretarías de Estado y cuanta oficina pública existe. ¿De qué por fin es la Feria, del libro o de la publicidad gubernamental?
4. Seguridad.
Si usted fue a la Feria, se pudo encontrar en algún momento con un muchacho, vestido de negro, de azul o enflusado que le dijo: "No puede pasar" o "Esta Zona está reservada"
Había espacios vedados, una paranoia de inseguridad y una actitud represiva desde arriba.
Demasiados policías, demasiados seguridad, demasiados militares para un evento donde la mayor parte del público son niños y jóvenes.
A veces parecía que el cacareado plan "Barrio Seguro" había sido trasplantado a la Feria.
Había noches en que el Ministro de Cultura entraba a Café Bohemio, y "reservaba" toda la parte atrás, pareciere que sólo para no mezclarse. Esa especie de apartheid moderno, irritaba mucho a la gente. ( No sé si fue una decisión propia)
La Primera Dama, por su parte, reservaba los espacios y nadie podía entrar. El último incidente lamentable fue cuando ella, el viernes 5 de mayo, al "publicar" un libro mandó a prohibir la entrada a la Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, obviamente irritando al público de la feria.
La militarización, los privilegios y el vedar espacios públicos para los burócratas y afines al partido de gobierno, es algo sin precedentes en una feria del libro. ¡Algo repugnante!
Alejandrina Germán, Secretaria de Educación, cometió el colmo al visitar y recorrer la feria, el jueves 04 de abril, montada en su jeepeta Land Cruiser negra con un franqueador. (Fíjese usted).
Pese a todo ello, debo extender mi felicitación más modesta a quien dirigió la seguridad no policial, un capitán FAD, que por su juventud y criterios, evitó los excesos, y aunque la atmósfera era tensa, pudo manejarla con profunda sensatez.
5. Los pabellones y actividades
Sin duda alguna que si otorgamos un premio al mejor pabellón, el más visitado, el más activo, todos dirían que es el Café Bohemio, una especie de simbiosis entre karaoke, café y tertulia.
Siempre lleno, el lugar tenía todas las de ganar. Excelente ubicación (al contrario del año anterior), buena música, al aire libre, actividades permanentes, etc.
Pero no debió ser así, un café no es el lugar propicio para una conferencia, para un conversatorio, no debía ser el espacio más interesante. Un café liga con algo de poesía (muy poco), con mucha música y con conversaciones privadas y divertidas.
No es el espacio para atender, comprender, preocuparse.
Que todos nos refujiésemos ahí; y que pese a los discursos de a veces, nos quedemos, fue un indicador de que no había nada mejor.
El Pabellón de la Libertad (triste recuerdo del Pabellón de Abril), más podía llamarse el pabellón de los olvidados.
El Pabellón argentino no puede compararse jamás con el pabellón anterior de Cuba y Venezuela y anteriores, pero especialmente con el de Italia de 2005.
El Pabellón del Autor Dominicano pareció un buen esfuerzo, pero mal ubicado y sobretodo insuficiente.
La Videoteca Literaria, un buen esfuerzo aprovechado por poca gente.
Las Tarimas de Espectáculo al Aire Libre, dejaron mucho que desear. No participó un sólo artista de amplia convocatoria, y mucho menos desarrolló una agenda como el año anterior.
Añoramos ver a Irka Mateo, Xiomara Fortuna, a Roldán, a Ramón Leonardo, a Luís Díaz y a tantos otros del año anterior.
Ni hablar de años previos cuando se presentaban cantautores extranjeros como Sara Gonzáles, Amaury Pérez y la Orquesta Sinfónica nacional, entre otros.
Sin duda hicieron mucha falta Mónica Despradel y Mercedes Morales, sobretodo para el Teatro.
Gracias, que acabándose la Feria, Roldán Mármol nos trajo un grupo de gagá para recorrerla y amenizarla. Pero se vio que no tuvo mucho apoyo oficial. He de suponer que muchos en la Secretaría no estuvieron de acuerdo y lo acusaron de "prohaitiano".
6. El desastre llamado Zoé Valdés.
La noche del 25 de abril de 2006 se produjo un desagradable incidente en la Feria.
Cientos de personas protagonizaron un episodio sin precedentes. En las puertas de la Sala de la Cultura del Teatro Nacional, invitados a través del programa general, más de doscientas personas se vieron impedidas de entrar al salón donde la escritora de ascendencia cubana Zoé Valdés dictaría una conferencia sobre la realidad cubana.
Más de 50 policías y miembros de la seguridad de la Feria, impidieron el paso de los ciudadanos, alegando seguir órdenes superiores, sin que se explicaran cuáles eran las razones por las cuales se impedía entrar a casi todas las personas.
Durante el incidente, que duró varias horas, se vio a funcionarios de la Secretaría de Cultura y a funcionarios del gobierno actual, entrar al salón con la anuencia del personal de seguridad, lo que ocasionó un descontento colectivo que encendió los ánimos hasta llegar a forcejeos y empujones por parte de la seguridad de la Feria.
El incidente, donde participaron personas de todas las edades: ancianos, niños, y de todos los estratos sociales, causó un malestar generalizado en todas las inmediaciones del Teatro Nacional por ser un acontecimiento sin precedentes en la historia de la Feria Internacional del Libro; nunca antes, la policía y la seguridad de la feria, habían impedido la participación de invitados a las actividades públicas de la Feria.
La confusión reinaba, mientras ninguna autoridad de la Secretaría de Cultura se apersonó al lugar para explicar las razones por las cuales los invitados no podían entrar. Muchos de los presentes, que se habían trasladado desde temprano de sus casas, se incomodaron por la negativa de acceder al evento público. La confusión fue generalizada.
Algunos entrevistados indicaron que la prohibición de entrada se debió al temor por parte de las autoridades de que se cuestionara públicamente la presencia de una desconocida escritora, pero anticubana y defensora de Posada Carriles en el país. Así se prohibió la entrada de cientos de personas, sin razones, a la actividad.
Guillermo Peña, uno de los presentes, sin embargo, afirmó: "si lo que se pretendía era no empañar la imagen de Zoé Valdés, se empañó de una malísima manera la imagen de la Feria Internacional del Libro, que en esta ocasión comenzó con un mal pie".
A la actividad, que al principio no podían acceder ni los periodistas, no pudieron entrar distinguidas personalidades del país como pintores, escritores y profesores universitarios. Tampoco pudieron acceder algunos delegados internacionales.
Sin embargo, después de haber sido testigo de primera línea de aquel bochornoso incidente, he llegado a las siguientes conclusiones.
1ro- Los rumores de que la conferencia de Zoé Valdés iba a ser boicoteada por un grupo de fidelistas son totalmente infundados; pareciera que era también parte de su plan para provocar semejante ruido, alborotar la seguridad y así causar mayor revuelo.
2do– No hubo en ningún momento protesta contra Zoé Valdés, sino contra quienes no permitían que la gente entrara, sin razones, y quienes al final comenzaron a discriminar y permitir la entrada a funcionarios, miembros reconocidos del PLD, etc., irritando así cada vez más a la gente.
3ro- Que se impidiera la entrada a gran parte del público sin motivos aparentes, buscaba crear incomodidad y que al final se generara una situación bochornosa, como la que al fin aconteció.
4to- No parece existir ninguna razón de peso para que se invitara (y se pagara) a una escritora de tan poco peso y desconocida en el país a abrir la Feria con una "conferencia magistral" sobre la realidad política cubana, mucho peor planteada como delegada oficial de aquel país.
Parece ser que el único mérito de Zoé, es haber sido apadrinada por Carlos Alberto Montaner, reconocido vocero de los círculos anticubanos de Miami, y asiduo visitante de la Fundación Global.
Las autoridades de la Feria no tienen ningún derecho de invitar a ninguna escritora a hablar de política, mucho menos a despotricar contra un país hermano y colaborador. Ella puede decir lo que le plazca, pero jamás pagada con los impuestos dominicanos, y en una actividad patrocinada por un ministerio.
Sin embargo, es mi deber reconocer el carácter de víctimas de las autoridades de la Feria; no creo que José Rafael Lantigua y Alejandro Arvelo se hayan prestado intencionalmente para eso. Les doy mis votos de confianza, y apunto mi dedo acusador contra el Presidente de la República, que quizás por presiones de los grupos cubano-americanos, y de la embajada que sabemos, hizo colar a esta escritora.
Ahora, las autoridades de la Feria, que quizás fueron victimas de sus buenas intenciones y falta de determinación para no cumplir este tipo de órdenes, están ante un fuego cruzado que les afecta.
Por un lado Cuba, sus escritores, sus intelectuales, y sus amigos, con todo el derecho les critican primero, haber colocado a Zoé como delegada de aquel país, y segundo les critican que se haya utilizado la Feria como escenario para dirimir los conflictos de los llamados disidentes con el Gobierno Cubano, especialmente con una escritora desconocida. Pablo Armando Fernández envió un correo exponiendo su malestar con dicha situación. En un mismo sentido se expresó la poeta dominicana Chiqui Vicioso, y otros tantos.
Por otro lado, los que nada tienen que ver con los problemas de Zoé con Cuba, que son los más, critican la arbitrariedad y misterio con que se manejo el asunto y que generó el bochornoso incidente.
Y finalmente, los "disidentes" acusan a los directivos de la Feria de haber sido blandos a la hora de actuar y sobretodo de fijar posiciones. La escritora, desde su residencia en París acaba de catalogar al director de la Feria, Alejandro Arvelo, como "apocado" porque no emitió una opinión favorable y fuerte.
Esta situación demuestra lo complejo que resultan las posiciones neutrales. Pareciera que la idea de invitar a esta desconocida escritora se convirtió en una pesadilla para las autoridades de la Feria. Sobretodo parece que quienes la auspiciaron no quedarán con un buen sabor de boca después de este incidente.
Esperemos que no vuelva a ocurrir, que esto no afecte la cooperación cultural de Cuba, y que para la próxima ocasión se tomen decisiones más transparentes.
7. Otras observaciones.
A juzgar por la gran cantidad de espacios vacíos y subutilizados, el negar stand a algunos personajes fue una decisión arbitraria e incorrecta. Es preciso estimular la participación de todos los sectores sociales, intelectuales y culturales del país.
Las escuelas de música, de arte, los centros culturales, los clubes, los intelectuales independientes, etc. no pueden quedarse fuera.
Por otro lado una iniciativa necesaria y creativa debe ser la estimulación y facilitación para que los ayuntamientos de las principales provincias tengan sus propios stands, así podría promoverse la literatura regional. Tanto talento en el interior del país no puede pasar despercibido.
Los movimientos literarios como el Interiorismo, Cacibajagua, el Erranticismo, la Metapoesía no pueden quedarse fuera, deben tener sus propios stands, si es necesario, subvencionados.
La Real Academia de la Lengua, el Centro Cultural León, de España, etc., la recién inaugurada escuela de Formación Política Orlando Martínez, muchas ONGs como Insalud, Cieca, Oxfam, etc, tampoco pueden quedarse fuera, no puede haber excusas.
Hay que convertir a la feria Internacional del Libro, en un espacio plural; en el mayor epicentro cultural de la República Dominicana, sin banderías políticas, ni ideológicas.
8. El Asunto del poder
En cada Gobierno (incluyendo en los anteriores) los incumbentes de la Secretaría de Cultura copan los espacios de la feria, los creadores desafectos al gobierno (o relacionados con el anterior) son marginados, olvidados.
No importa si usted es un buen creador y puede aportar, sencillamente la Feria, es para los intelectuales cercanos al poder de turno.
Pude ver a Carlos Esteban Deivi rondando la feria, andaba solo y pensativo. De los demás ni hablar, su reino ha pasado.
Si bien hay que destacar que el mandato de Lantigua ha sido más plural en ese sentido que el anterior, todavía no se puede superar el problema político.
La Comisión Permanente de la Feria, que puede ser un instrumento efectivo par sacar el partidismo, ha sido olvidada.
La historia se repite.
9. Conclusiones
Sin duda alguna, es lamentable tener que pasar un balance tan negativo de la IX Feria Internacional del Libro, pero aun con pesar se debe hacer.
Si bien la Feria del Libro ha ganado mucho en organización y ostentación (en algunos casos), ha perdido mucho de pluralidad, participación, libertad y esencia.
No se puede valorar una feria por el material de sus pabellones, ni por la cantidad de los edecanes, hay que valorarla por como contribuye a ser el espacio para la cultura y las ideas.
Las autoridades actuales de la Secretaría de cultura deben asumir una postura diferente. La Feria no puede ser más de la Secretaría, debe ser el producto consensuado del concurso de creadores, activistas culturales, intelectuales, académicos, artistas y científicos del país.
Es hora de pedir la opinión de todo/as.
Es hora de que todas y todos los interesados en el mundo cultural dominicano nos empoderemos de la Feria, y hagamos de ella un espacio para la cultura, el arte, la ciencia y las ideas libertarias de la República Dominicana.
Vaya mi llamado respetuoso para las autoridades de la Secretaría de Cultura, para que con su colaboración y su desinterés construyamos una X Feria Internacional del Libro, que rompa con la tradición, que supere las anteriores, y que sea un ejemplo, de todos y todas.
¡Que así sea.!
*H. Galvan es escritor y economista, miembro del Ateneo Insular.