El doctor Andrés Dauhajre, hijo, es uno de los profesionales más brillantes con que cuenta el país, pero quien, por sus claras posiciones, se entiende que no sea santo de devoción de grupos fácticos enquistados como amos y señores de la sociedad dominicana. Como economista ha tenido el valor y el mérito de reorientar el debate de la problemática económica y social con ideas concretas, amén de rasgar la vestidura jerarcas y familias intocables, poniendo al desnudo sus operaciones.
Las ideas de este competente y valiente profesional no tardaron en valerle, como un huidizo y hasta pobre intento en descalificarlo, la vana ofensa de neoliberal; muy a sabiendas sus detractores de que ése no es el sello. Hoy, este polémico economista y acucioso intelectual ha externado una inquietud sobre el discurso y el liderazgo político.
No se explica el doctor Andy Dauhajre la acogida que tiene en segmentos como la juventud el discurso del presidente Leonel Fernández y el rechazo que de la misma forma genera la imagen y el liderazgo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). La explicación, como han planteado algunos teóricos, no puede buscarse en una coyuntura que fortalece la imagen de Fernández y coloca al PRD como barco a la deriva, sino en la conducta histórica.
El caso es que mientras el presidente Fernández crea expectativas a través de un discurso progresista que predica apoyado en el marketing, el PRD se bate en una disputa permanente, sin ofrecer nada. Pero además Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) han sabido acompañar su discurso de prácticas clientelistas cimentadas e impulsadas por una poderosa estructura mediática, que a la hora de las definiciones pesan mucho en un país como éste.
El gran problema que hoy tiene el PRD es recuperar su crédito e imagen después de castrar sus principios históricos con una nefasta reelección que, por suerte no prosperó, del presidente Hipólito Mejía, así como su desvío, como ha insistido el doctor Hugo Tolentino Dipp, de esa plataforma ideológica que lo catapultaron en el auténtico representante de las necesidades de las grandes mayorías. Ese PRD que protagonizó los cambios sociales y las jornadas más heroicas que ha librado el pueblo después de la muerte de Trujillo prácticamente ha desaparecido. Tan desorientado está que no ha sabido ese partido reivindicar y exhibir su obra, ni liberarse de lastres que históricamente ha tenido que soportar.
¿O es que acaso puede olvidarse que el profesor Juan Bosch fue la primera gran víctima de las acusaciones de corrupción que arrastra el PRD desde su llegada al país? Bosch, símbolo de la honradez política, fue acusado por esos sectores que hoy comparten el poder con el peledeísmo de haber dispuesto en su provecho de fondos recaudados en el exilio y de traficar con chinos desde Cuba a Miami cuando era presidente de la República.
Aparte de esa incapacidad y los fracasos que mellan su autoridad moral y la incensante ofensiva para derribarlo, hay otras hipótesis que pueden responder la inquietud del doctor Andy Dauhajre.