El PRD y el PPH merecieron ácidas críticas por haber propiciado una modificación constitucional que le permitiera al presidente Hipólito Mejía intentar reelegirse. A pesar de que el doctor Leonel Fernández dijo en múltiples ocasiones estar de acuerdo con el modelo estadounidense, todavía hoy critica y condena los cambios que se hicieron a nuestra Carta Magna.
"Para que no vuelvan los que modificaron la Constitución para su provecho, vota PLD". Decía un spot.
Pero no importa, lo que es malo para los demás, es bueno para el presidente Fernández y para su partido. La reelección era mala para Hipólito Mejía, pero es buena para Leonel Fernández, que en sus primeros dos años de gobierno ha hecho menos que Hipólito Mejía, sin tener que enfrentar las graves crisis nacionales e internacionales de su antecesor. Antes, cuando el PRD tenía mayoría congresual y municipal, Fernández decía que era malo que un solo partido controlara todos los poderes del Estado. Ahora, que los tiene el PLD, es bueno.
El presidente Fernández no se conformará con un Congreso adocenado; también quiere su Liga Municipal, su Junta Central Electoral y su Cámara de Cuentas. La Suprema Corte de Justicia, el Ministerio Público y el Consejo de la Magistratura se los regalará al doctor Vincho Castillo para que pueda hacer "justicia" en el caso de Ramoncito Báez Figueroa, acusado de la quiebra fraudulenta del Baninter que le costó al país más del 20% por Producto Bruto Interno.
A todos esos poderes, debemos contar con los poderes fácticos de la sociedad. A saber, la llamada Sociedad Civil, los medios de comunicación, la Iglesia…. Claro, ni hablar de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, de las cuales el presidente es comandante en jefe, algo de lo que no dejó dudas en la recién terminada campaña electoral, donde militares y policías actuaron como miembros del PLD, ocupando juntas electorales municipales, apresando y disparando contra candidatos y simpatizantes de la oposición.
A pesar de tener en sus manos todos los poderes del Estado más los poderes fácticos que la sociedad genera, como ningún otro presidente en la historia, el Leonelato, de acuerdo con la Constitución, podría durar dos años o extenderse hasta 6 años. No más.
Si una cosa buena tiene la Constitución vigente es que termina con el continuismo que tanto daño le hizo a la democracia. El presidente es electo por 4 años. Puede intentar otro mandato. Si fracasa, no puede volver. Si logra éxito, gobernará 4 años más. Puede gobernar, constitucionalmente, 8 años. No más.
Significa que lo de la reelección de Leonel Fernández está por verse. Muchas cosas pueden pasar en dos años. ¡Y pasarán! El espejo de Hipólito Mejía puede ser utilizado. El presidente Fernández cumplirá 53 años en diciembre próximo. Para el 2008 cuando termine su mandato contará con 55 años. Diez menos de los que tiene ahora Hipólito Mejía que ya cumplió los 65. Si logra reelegirse terminará con 59 años. Y terminaría el Leonelato con Leonel joven. El PLD no tiene figuras que puedan reemplazar en los 2 años que quedan al presidente Fernández, que ha demostrado ser ambicioso, y no permitirá que Danilo Medina o Domínguez Brito sean candidatos presidenciales.
Mientras Leonel respire, que nadie aspire en el PLD. ¡Ni en el país!
Para prolongarse en el poder, al amparo de todos los poderes, el presidente Fernández necesita su propia Constitución. O sea, una Constitución que le permita mantenerse. Una Constitución flexible, abierta, que le permita, en el peor de los casos, ir y volver. Entrar y salir del Palacio Nacional.
El trujillato no fue bueno para el país. El balaguerato tampoco.
¿Qué nos hace suponer que el leonelato puede ser bueno, si en seis años de gobierno no existe una impronta que lo justifique históricamente? ¿Qué ha hecho Leonel Fernández por este país? ¿Cuáles han sido sus aportes intelectuales, políticos o ideológicos? ¿Es un paradigma, un referente ético, un héroe de mil batallas o un santo? ¿Dónde está su consagración, su vocación de servicio, su entrega a la causa nacional, su patriotismo, su defensa por la cultura para merecer un leonelato?
Si alguien me demuestra que estoy equivocado, yo también me venderé. ¡Perdón! Me dejaré ?sonsacar? y pasaré a ser un ferviente defensor del gobierno y trabajaré día y noche por la reelección y por la instauración del Leonelato, con Leonel o sin Leonel.
Mientras tanto, déjenme donde estoy, porque, como escribiera el poeta Mario Benedetti: "Una cosa es morirse de dolor y otra cosa es morirse de vergüenza". Prefiero morirme de dolor, y no de vergüenza, como les ocurre a determinados ex camaradas que hoy hacen esfuerzos por sacarme de los medios de comunicación, si no es posible vivo, pues muerto.
Les agradezco a quienes me aconsejan, de buena fe, colocarme en "bajo perfil" por un tiempo, en lo que baja lo marea. "Yo me muero como viví", como dice Silvio.