SANTO DOMINGO.-El tráfico ilegal de migrantes haitianos a República Dominicana se realiza en todos los puntos oficiales y no oficiales de la frontera Norte haitiano-dominicana. Wanament es el primer punto (oficial) donde se organizan más viajes ilegales al territorio dominicano; el segundo punto (no oficial) es Meyak, una localidad de Ferrier, ciudad fronteriza con Sanché (República Dominicana). Cada semana, alrededor de 1,000 migrantes provenientes de muchos lugares de Haití llegan a Meyak, con ayuda de las redes de traficantes domínico-haitianos que operan allí, para ir al país vecino en busca de mejores oportunidades de vida. En la comunidad de Meyak, los viajes ilegales se planifican a la vista de todo el mundo: los migrantes se pasean a plena luz del día y se ponen de acuerdo con los traficantes, esperando impacientemente la noche para partir.
Caminan muchos kilómetros, de noche, en medio de árboles, tratando de engañar la vigilancia de los militares dominicanos comúnmente llamados guardias. Son guíados por unos traficantes que no están precisamente interesados en cumplir con sus promesas de llevarlos a su lugar de destino en República Dominicana, sino en escaparse con el dinero ya recibido, bajo cualquier pretexto.
En esta aventura peligrosa, muchos/as migrantes terminan capturados muy violentamente -como si fueran “criminales”- por guardias y llevados sin más a su país de origen por cualquier punto fronterizo (oficial o no). Otros, que disponen todavía de un poco de dinero para sobornar a estos guardias, son muchas veces autorizados a seguir su camino. Pero, según el testimonio de los/as habitantes de Meyak, en estos viajes ilegales las víctimas que nunca salen ilesas son las migrantes: son generalmente objeto de agresiones físicas y sexuales de parte de guardias dominicanos, de los traficantes e incluso de otros migrantes.
A Meyak el Estado dominicano repatría también a migrantes haitianos; y generalmente, es la población de esta localidad, compuesta de unos 7,000 habitantes, que a pesar de su pobreza se organiza sola, sin el apoyo de ninguna entidad estatal o gubernamental (ni siquiera de la Oficina Nacional de migración –ONM-), para acoger a los compatriotas deportados y ofrecerles comida, alojamiento y alguna ayuda financiera para que puedan regresar a sus lugares de origen en Haití. Hay que subrayar que Meyak es un lugar marginado y olvidado por las autoridades de la ciudad cabecera, Ferrier, y de todo el departamento del Noreste.
Además, es una zona de muy alto riesgo donde, desde las 6 de la tarde, sus habitantes están obligados a meterse en sus casas para evitar ser víctimas de los bandidos. Por su lejanía del resto del departamento y por su cercanía a República Dominicana, se ha convertido durante los últimos años en el refugio de casi todos los delincuentes, muy armados, que son perseguidos por la Justicia y la Policía. Por eso, en la frontera Norte haitiano-dominicana la mayoría de los delincuentes que van al territorio dominicano o vienen de allí pasan por Meyak, donde nadie los conoce ni los denunciará y donde no hay ninguna autoridad para emprender acciones judiciales y policiales en contra de ellos. Muchas veces, la población se ha visto ante la necesidad de protegerse y defenderse a sí misma contra los delicuentes, haciendo brigadas de vigilancia durante las noches.
Solidarite Fwontalye/SJRM está muy preocupada por esta situación que se desarrolla en Meyak y pide a las autoridades haitianas que:
1)Estén presentes en Meyak para investigar a las redes de traficantes, aprehenderlos y castigarlos, así como controlar los flujos migratorios en este punto fronterizo no oficial, atender y defender a los migrantes deportados por el Estado dominicano, según lo prescrito en los Acuerdos firmados a nivel internacional, regional y binacional por los dos Estados, concretamente el Protocolo de entendimiento sobre los mecanismos de repatriación de 1999. Además, es urgente que se legisle sobre la trata de los seres humanos y el tráfico ilegal de migrantes en Haití.
2)Den seguridad a los ciudadanos y ciudadanas de esta población, a lo que tienen derecho como seres humanos, y ejecuten acciones judiciales en contra de los delincuentes, que cometieron crímenes, siguen violando masiva e impunemente los derechos humanos de los habitantes de esta localidad y la convierten en tierra de nadie (no man’s land).
3)No marginen a las zonas fronterizas, sino ayudarlas a desarrollarse instalando en ellas las infraestructuras básicas (educación, salud, agua potable, carretera…), dotando a sus habitantes de medios tecnológicos apropiados para que trabajen la tierra y creando fuentes de empleo.
Estas situaciones de violaciones a los derechos humanos en la frontera haitiano-dominicana prueban una vez más la necesidad para las autoridades estatales y gubernamentales de los dos países vecinos de ponerse de acuerdo sobre la problemática fronteriza (la inseguridad, el tráfico ilegal de armas, drogas y personas, el robo de motocicletas, coches y animales), sobre la migración (sobre todo, la de los trabajadores temporales y transfronterizos haitianos), sobre el intercambio comercial y otros temas de cooperación bilateral.
Ya que, según el testimonio de muchos migrantes –concretamente los que habíamos entrevistado en Meyak-, la dificultad de hacer un pasaporte constituye una de las razones principales por la que se ven obligados a viajar ilegalmente al país vecino; recomendamos a las autoridades haitianas que tomen medidas efectivas orientadas a hacer menos complicados y costosos los trámites para entregar pasaportes a los ciudadanos que los necesiten.
Nos solidarizamos con la población de Meyak que se ha esforzado, con los pocos recursos materiales y económicos a su alcance, en ayudar humanitariamente a sus conciudadanos “deportados”. Al mismo tiempo, saludamos la iniciativa de la Red Binacional Jano Siksè (RBJS) que decidió crear en esta zona de Meyak un comité para promover y defender los derechos humanos allí.
Reiteramos que el Noreste haitiano, además de la problemática de las violaciones a los derechos humanos de los migrantes haitianos en las deportaciones, se enfrenta cada vez más con la inseguridad, sembrada por unos delincuentes que muchas veces gozan de la complicidad de algunos policías y jueces corruptos. Meyak y Wanament reflejan de modo elocuente lo que está pasando en el Noreste haitiano y en la frontera Norte haitiano-dominicana respecto al tráfico ilegal de migrantes, a la inseguridad y a la relación estrecha entre ambos.
Solidarite Fwontalye, Oficina del Servicio Jesuita a Refugiad@s y Migrantes en Wanament, Haití