Por supuesto, que el periodismo es dos cosas: un oficio y un poder. Lo primero, porque los verdaderos periodistas, no necesitan más nada sino la pasión por arquitecturizar la información, valga decir, ese: quiénes, cómo, cuándo, por qué; todas precisas indagaciones sobre lo que se busca. Lo segundo-un poder-, porque el periodismo juicioso, originario de la investigación, -que va desde lo más permitido intelectualmente, hasta lo más impensable, en la búsqueda del objetivo-; es capaz de poner a la Reina de Inglaterra, a pedirle perdón, a un mendigo que deambule frente al palacio de Buckingham.
Rentabilidad.
La rentabilidad, de los periodistas independientes en Venezuela, pasa por entender, el hecho de que, están muriendo los periodistas de esa grosería que se definió como la IV republica, y esta majadería que se llama la Quinta. Con lo cual,-por cierto- hemos evocado, lo más ridículo de esa manía, que tenemos los venezolanos, de ponerle a todo: nombre y fecha; aunque la fecha no se cumpla, y el nombre no tenga ninguna relación con el resultado del parto. Es que, nos da lo mismo, si a un niño con cachos y sartén le ponemos por nombre divino niño Jesús, lucifer, o una vaina de esas.
Entonces siendo un oficio; el periodismo independiente es rentable. Basta investigar cuál es la verdad, en este arrogante y violento bombardeo de información. Que los factores reales de poder, no tengan una relación de poder sobre los periodistas, sino de forcejeo; que respeten lo que se dice simplemente porque es una detectivesca verdad.
Mercado.
Siendo esto así, el periodismo, crea un mercado que buscará comprar la “verdad” aunque suene atrevido-, lo que hace al periódico un éxito en circulación, y lo segundo, atrae a los inversionistas porque entonces un periódico de investigación, no tiene peleas casadas con nadie, sino que cuando dice esto o aquello, todo e mundo-o casi todo el mundo- cree en lo que se dice. Aunque siempre haya un lugar para la replica.
El periodismo independiente, está obligado por ética, a respetar las réplicas. De no hacerlo, nos convertimos en unos matones, porque estamos armados-ya dije que el periodismo es un poder- y no permitimos que nadie se defienda. Nosotros, debemos hacer un esfuerzo honesto por dar una imagen tan fiel como sea posible de nuestro lugar y nuestro tiempo. He ahí nuestro objetivo, pues hay que decirlo con la mayor sinceridad: no puede ni debe haber “objetividad” en el periodismo. No como la entienden algunos, es decir, una “objetividad” que responde a una timorata imparcialidad, con unos tufos pestilentes de intereses, del tipo que sean.
Finalmente.
No se le puede pedir a un periodista de investigación, sino que nos diga lo más oculto del poder, por lo cual hasta el mismo Cisneros, pagaría un dineral. Pedir “objetividad” al periodismo de investigación, es como si al final de sus días, Napoleón Bonaparte se hubiera arrepentido, de aquella frase que soltó en sus días de gloria, cito: “En los negocios de la vida no es la fe lo que salva, sino la desconfianza”.
Un periodista de investigación, debe valerse de tácticas impensables, pero todos ellas confesables, para adentrase a lo que persigue. Así de fácil.
Leocenis García
Telefono: 0416-1966083
Petròleo y Soberanía