Los principales enemigos del PRD están dentro del PRD. Es por ello que el doctor José Francisco Peña Gómez decía que "al PRD sólo lo derrota el PRD". La razón es muy simple: el PRD no es un partido, es una franquicia, una marca a la que los accionistas se aferran para no perder vigencia política ni los privilegios que les otorga formar parte de los jefes de esa empresa.
En el PRD los dirigentes se comen vivos. Gente que perdió en la convención pasada ahora cree tener la oportunidad de la venganza y el desquite. En su euforia, esa gente va a los medios de comunicación y propone "barrer" con la dirección del partido, a la que culpan de la "derrota" que le propinó el PLD. Esos "compañeros" consideran que el fracaso de Ramón Alburquerque y Orlando Jorge Mera, entre otros dirigentes, es su éxito. Muchos de esos "compañeros" estaban en sus casas durante el proceso electoral, rezando, para que la alianza con el PRSC fracasara o para que el gobierno se impusiera en todas partes. Al producirse lo anhelado, han salido al ruedo, jubilosos, cual Chapulín Colorado diciendo: "Mírenlo ahí, yo lo sabía, la alianza no era buena, la dirección fracasó, fuimos derrotados vergonzosamente". Y gritan: "¡Fuera la dirección del partido!" Con sospechosa ingenuidad, se convierten en aliados del gobierno, que alega haber ganado en 25 provincias. Los que no hicieron nada a favor de la victoria del PRD y sus aliados, ahora pretenden pescar en río revuelto.
Los enemigos del PRD que están dentro del PRD debieron salir de sus madrigueras para condenar el fraude electoral, el uso de los recursos del Estado.
El gobierno organizó una embestida contra los candidatos de la oposición. Por lo tanto, no se puede hablar de "la derrota del PRD". Lo que se ha producido es un avasallamiento descomunal. Todo el gobierno, incluyendo al presidente Fernández, atropelló, vició y corrompió el proceso electoral. Pero a los enemigos del PRD dentro del PRD eso no les ha importado. De manera oportunista, han publicado espacios pagados condenando a la dirección del partido, pidiendo una revocación del mandato, exigiendo renuncias. Acuden a los programas conducidos por los enemigos del PRD, por bocinas que tienen millones de razones para acabar con el PRD. Es absurdo, pero así es el canibalismo en el PRD. El razonamiento es simple: Si acusan al gobierno de fraude y de atropellos no pueden pedir la expulsión de la dirección nacional.
Prefieren aliarse al gobierno antes que defender al PRD y pedir respeto por la voluntad popular. No se dan cuenta los enemigos del PRD dentro del PRD que lo primero es primero. Es decir, lo primero era -y sigue siendo- defender el triunfo de muchos candidatos que han sido objeto de fraude, pedir respeto por la voluntad popular expresada en las urnas. Lo correcto era hacer filas alrededor del partido y de sus candidatos. Defenderlos contra viento y marea. El pleito interno era posterior. Es cierto que se cometieron errores importantes, graves, pero eso no anula la solidaridad, el espíritu partidario ni la disciplina interna.
En el PRD se hace necesaria una revolución. Fafa Taveras considera que el PRD debe ser refundado. El PRD no puede continuar siendo lo que es hoy: una fuerza desarticulada, sin ideales, sin propuestas programáticas, sin disciplina, sin estructura orgánica electoral, sin escuela de cuadros, sin una dirección colegiada respetable, sin postulados ideológicos que lo diferencien. Se necesita una profilaxis. El PRD no puede seguir siendo una federación de grupos que impide su unidad y atenta contra la propia existencia del partido como totalidad. En el PRD los jefes quieren ser presidentes de la República al mismo tiempo. En el gobierno de Hipólito Mejía la mayoría de los funcionarios tenían aspiraciones presidenciales. No trabajaban para el PRD ni para el presidente, que era su jefe inmediato, lo hacían para ellos mismos.
Los principales enemigos del gobierno de Hipólito Mejía estaban en el gobierno, civiles o militares. Al final lo abandonaron. Muchos lo traicionaron. Apostaron a su derrota y trabajaron para eso. Algunos se aliaron al PLD y a su candidato Leonel Fernández, con quien se reunían clandestinamente. Y así no puede ser. El PRD tiene que encontrarse a sí mismo, tiene que volver a sus raíces, tiene que volver a ser el partido de la "esperanza nacional".