En los últimos días observando de manera cautelosa el proceso electoral que aún no culmina en nuestro país, he notado cuan atrasado estamos como nación y una muestra de ello lo es que todavía a casi un mes de haberse celebrado el escrutinio congresual y municipal no se tiene un resultado final de parte del tribunal comicial.
En República Dominicana aún no se ha procedido a ofrecer un resultado final de los recién finalizados comicios, donde fueron escogidas las nuevas autoridades del congreso y los municipios, experiencia que a muchos les ha dejado un sabor amargo, ya que por las razones que fuere no lograron el objetivo deseao, para lo cual participaron en la contienda.
De estos comicios celebrados en el país, queda pendiente conocer las impugnaciones que realizaron los partidos en el orden municipal, ya que el pasado 2 de junio se ofrecieron los resultados en el orden comicial.
Si bien es cierto que en un país de tercer mundo como este, cualquier actividad que se desarrolle en el país lo paraliza por completo, también es cierto que la nación necesita que el organismo competente en este caso la Junta Central Electoral (JCE) ponga fin a este proceso que hasta el momento continúa acaparando la atención de la ciudadanía.
A ciencia cierta por el ritmo que tomo este proceso pareciera que el conteo de los resultados se estaría realizando con ábacos, método este con el cual nuestros antecesores aprendieron a contar y a realizar transacciones matemáticas.
En estos tiempos se hace necesario llamar a la cordura de un tribunal comicial por que la sociedad dominicana debe continuar su activo curso y proseguir trillando el camino del desarrollo.
Como anteriormente he dicho cuando en un país pequeño hay un proceso de esta naturaliza todo gira en torno a ese acontecimiento.
Un dato importante a tomar en cuenta y es que la ciudadanía de manera cívica y organizada acudió a ejercer el derecho al voto, aunque los partidos, el tribunal comicial y los delegados de las diferentes fuerzas políticas no devolvieron a la ciudadanía la misma actitud de civismo con la que se comportó la ciudadanía a la hora de ejercer el sufragio.