Con esto de las premisas falsas que se generalizan y las distorsiones orales, se dan otras situaciones con viejas alocuciones que se aprenden de oída y corren de boca en boca hasta convertirse en mitos y corrupciones idiomáticas. Escucha y habla de oída regularmente el que no investiga y como suele repetir nuestro pintoresco polìtico y embajador Miguel Mejìa, citando al "camarada Mao", en una salida de preciosura recreada por Felipe Polanco (Boruga) "no tiene derecho a la palabra el que no investiga". Por asunto de analfabetismo (formal e integral) en las sociedades atrasadas y subdesarrolladas, el grueso de las personas tienen problemas con la pronunciación o no saben escuchar, y por ello suelen corromper esas alocuciones a la hora de intentar usarlas y repetirlas. No se trata sólo de decir “villa del señor en lugar viña… o Domitila por decir Micaela a propòsito del "Son de la Ma`Teodora", como ocurre con cierta frecuencia, sino de un fenómeno, que lejos de corromper la lengua, frases hechas y sabios pensamientos, generan una confusión lingüística real. Tal es el caso de “mal de fondo” en lugar de “mar de fondo”, dos alocuciones que como ha explicado Juan Bosch, tienen significados totalmente distintos, ya que la primera explica un problema que surge desde el fondo del mar a través del movimiento de las olas, y la segunda una enfermedad física o social. Otro problema ocurre con la frase “dar al traste”. Ya no se trata de la sustitución de una letra que cambia todo el significado de la expresión, sino de su aplicación incorrecta. Dar al traste significa terminar con algo, en especial con algún obstáculo. Igual ocurre con las versiones, en especial las noticiosas y luctuosas, fruto de ese sincretismo cultural, religioso y mágico que es capaz de matar a las personas y luego levantarlas de su tumba. Como muchos conceptos lingüísticos que definen una expresión de música profana, Bachata, (que es el tema que nos ocupa y en sentido general la música) resulta un término que no aparece en los diccionarios comunes, sino en trabajos de investigación hechos por especialistas, como lo es el caso del Nuevo Catauro de Cubanismo, del cubano Fernando Ortiz. Allí, en la página 64, encontramos explicada la palabra bachata, como sinónimo de juerga, jolgorio y parranda. Las menciones más remotas que se hacen en el país de la palabra bachata, según lo expone Darío Tejeda, en su libro La pasión danzaria, (pag 128), datan de los años 1922 y 1927. La primera cita aparece en un informe del Distrito Escolar No. 36, relacionado con el hombre común de los poblados de Sabaneta y Monción, situados en Línea Noroeste. Allí se decía que el hombre común de la zona “puede encontrar todo lo que puede halagar sus vicios y apetitos mal contenidos, como peleas de gallos, golosinas y ron, pero lo que más le encanta y atrae es la fiesta (si es de acordeón) y la bachata si es de guitarra, cantos o boleros”. (Rodríguez Demorizi, Emilio, Lengua y Folklore en Santo Domingo. Editorial Educativa Dominicana, PUCAMAIMA, 1975. p. 240) La segunda cita la hace Julio Arceno, en su obra del Folklore musical dominicano, editada en 1927 en la imprenta La Cuna de América, donde define la bachata como “animados jolgorios en los que el trovador se hacía rey y comentarista de todo suceso, empleando para ello el repentizado bolero”. Luego tenemos que en 1955, Ramón Emilio Jiménez, en su obra Música y folklore (pp- 122-130) citado por Darío Tejeda, en su obra ya acreditada, diferenciaba la bachata del concepto de fiesta y de baile, estableciendo que: la fiesta es una celebración con guira, tambora y acordeón, donde la música que se tocaba era merengue y otros ritmos folklóricos; el baile una celebración festiva que tenía lugar en salones de lujo, con la participación de orquestas y la ejecución de danzas clásicas; y la bachata, una celebración con el uso de guitarra, bongó, palitos, cucharas y otros rústicos instrumentos, que servían también para tocar sones, guarachas, rancheras y merengues de cuerdas. Jiménez expresaba además, una visión elitista prejuiciada con relación a la música, cuando señalaba, que las bachatas eran un foco de atracción de todos los hombres, que nivelaban las clases sociales que a ellas concurrían, predominando las formas más burdas y libres, así como el arroyo en toda su naturalidad pecaminosa de la democracia, acompañada en el escenario, por el trago, la tonada sandunguera, el placer disoluto. Todos estos autores dan como un hecho de que Bachata linguìsticamente deriva de Cumbancha. ¿Y entonces?
Significa todo ello, que las premisas falsas se generalizan regularmente cuando alguien con relativa autoridad hace una afirmación y/o “revelación” sobre un hecho social, cultural e histórico. Con frecuencia ocurre que el hecho o la información se publica como “primicia” y aparecen otros, que sin ninguna reflexión sobria ni investigación adicional, la repiten y la difunden sirviéndole de caja de resonancia. Verbigracia, desde hace cierto tiempo, los dominicanos estamos sirviendo de eco a una tendencia esencialmente comercial que nos vende el Hip Hop como una música de moda. La propia Cervecería Nacional Dominicana, una de las instituciones más respetadas del país, por su tradición obrero-patronal y por el apoyo que da a la cultura, se ha dejado confundir con esa formulación falsa, incluyéndola en una de sus novedosas campañas publicitarias, en honor a los ritmos, los instrumentos y la música. Al igual que el fenómeno bantú, por así llamarlo, el Hip Hop no es simplemente una tendencia musical de moda, ni significa saltitos de cadera como denotan sus dos palabras. El Hip Hop es también toda una cultura perteneciente al Afrocentrismo norteamericano, la cual se constituyo desde la misma condición de esclavo del negro afroamericano y se fortaleció a partir del gran movimiento de las Naciones que en ese sentido, se plateó la vuelta de los antiguos bozales, ladinos y sus descendientes, a su mítica y canicular África. Es cierto, que en su función de moda actual, esa cultura se proyecta a través de cuatro expresiones básicas, muy relacionadas con la música, las cuales, en una suerte de definiciones dialectales de los negros típicamente angloamericanos, se denominan Djing, Mcing, B-boying y Graffiti. Sin embargo, en su dimensión más amplia y total, en el hip hop están expresadas las influencias étnicas, sociales, económicas, religiosas y musicales, por las que, en otro frente y por los Derechos Civiles, lucharon y se sacrificaron por los años de 1960, Martín Luther King y Malcom Little (X), el último al frente de su proyecto de los Panteras Negras y la Nación del Islam.. La parte musical de esa cultura se expresa más concretamente con el Dj-Turntablism, el Breakdance y el Emceen-Rap, mezclados en los últimos años con la música jamaiquina, el reggae y el raggamufin. El género musical conocido hoy como rap, la expresión rítmica más representativa del hip hop, aparece originalmente en Nueva York, por los años de 1970, cuando un joven locutor de origen jamaiquino llamado Koll Herc, con la influencia de inmigrantes latinos, logró adaptar a la música formal e instrumental, modismos populares basados en la improvisación de versos sobre una pista rítmica (dubs). Herc logró así que artistas negros como James Brown, que años antes había creado el good foor, incursionaran en la nueva modalidad musical, el rap, que con el paso de los años, tal y como ocurrió con Alan Freed, el rock and roll y el pop, ha asimilado otros estilos y se ha convertido en una moda de proyección global. Cuando se escudriña más profundamente en el Hip Hop, encontramos que algo parecido se intentó hacer con el Soul, que no es simplemente una música ni un género musical , sino toda una subcultura que a los negros de la “jungla de asfalto”, le ha robado el alma.
¿Què usted piensa, Magino?