SANTIAGO.- Esta ciudad fue escenario en la tarde de este martes, de la más sólida demostración de protesta en todo el país por la ocurrencia de un asesinato, reclamando castigo para los responsables de la muerte de la joven Vanessa Ramírez Fañas. Blancos y negros, ricos y pobres, profesionales y obreros, jóvenes y viejos, así como practicantes de las diferentes denominaciones religiosas, obtemperaron al llamado para que participaran en una caminata, que culminó con una eucaristía celebrada en el anfi-teatro de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Allí estuvo una amplia gama representativa de todos los estratos sociales de esta ciudad, formando un gigantesco pelotón que encabezó monseñor Agripino Núñez Collado.
También, víctimas de delincuentes que viven para contar sus amargas experiencias y familiares de personas que corrieron la misma suerte que Vanessa, pero que aprovecharon el escenario para reiterar sus reclamos de que se haga justicia con sus parientes asesinados.
La muchedumbre humana partió a las cinco en punto del parque Colón y, tomando toda la calle del Sol, empalmó con la avenida Estrella Sahdalá, hasta arribar a la sede central de la Madre y Maestra.
Cartelones alusivos al deseo colectivo de que la justicia actúe implacablemente contra los inculpados de asesinar a Vanessa, así como en reclamo de que cese la violencia y la delincuencia que se lleva por delante a víctimas inocentes, como es su caso, matizaron la marcha y el posterior acto religioso.
Al pronunciar la homilía, ante los padres y demás familiares cercanos de Vanessa, Monseñor Núñez Collado la definió como “una mártir de la delincuencia”.
Y no es para menos, porque la jovencita, de apenas 18 años, fue impactada por un disparo mortal, accionado por uno de cuatro sujetos que acabaron con su vida, simplemente para robarle un celular.
El anfi-teatro de la PUMM, con capacidad para albergar a cinco mil personas cómodamente, resultó insuficiente para las casi 10 almas que se congregaron allí, para testimoniar su repudio al crimen y, al mismo tiempo, su respaldo moral a la atribulada familia de Vanessa.
Quienes no lograron asientos (aunque fuera de manera apretujada) tuvieron que conformarse con seguir las incidencias del acto religioso en los laterales del escenario, donde fueron colocados altoparlantes.
Como era de esperarse, las miradas de las miles de personas que estuvieron presentes se posaban constantemente sobre Juan Ramírez y Rosaida Fañas, padres de Vanessa quines, juntos con sus hijos Francisco Alberto, Rosi Mabel y Carolyn Ramírez Fañas, ocuparon asientos en la primera hilera.
Dos tipos de personas resaltaron entre la muchedumbre: los centenares de médicos, colegas de los padres de la víctima y los compañeros de estudios de Vanessa. Los primeros fueron ataviados con sus tradicionales sacones blancos y, los segundos, vestidos completamente de negro.
No hubo un segundo en el que alguien no mostrara con sus lágrimas la rabia y la impotencia que sentían, ante funesto asesinato que ha conmocionado a toda la conciencia nacional. Fue tanta la expectativa que se creó en torno a la caminata y misa, que la actividad fue cubierta incluso por periódicos y canales de televisión del extranjero.
LAS PALABRAS DE NUÑEZ COLLADO
Y ahí estaba monseñor Núñez Collado, reclamando a la Policía Nacional ser más implacable con los delincuentes y a la justicia que sea menos benigna con los transgresores de las leyes.
Pero, el prelado católico al pronunciar la homilía, no dejó de reconocer que los miembros del orden público “hacen su trabajo con una macanita y a pie, mientras que los delincuentes andan bien armados y en buenos vehículos”.
Tras definir a Vanessa como “una mártir de la delincuencia”, Núñez Collado estimó que es responsabilidad de toda la sociedad no dejarse arrodillar de los bandidos “por lo que todos debemos ponernos de pie para frenar a los delincuentes”.
Resaltó que la ola de delincuencia que amenaza con arropar a toda la nación, está provocando que los padres se preocupen por sus hijos, cuando no están en sus casas “y eso demuestra que los delincuentes están acorralando a las personas serias”.
Algunos compañeros de estudio de Vanessa hablaron brevemente a los presentes, resaltando sus virtudes y sus dotes como estudiante; recordaron las canciones que a ella le gustaban y uno de ellos incluso declamó un poema que escribió tras su asesinato.
Correspondió a su padre Juan Ramírez cerrar el histórico acontecimiento, aprovechando la oportunidad para dar las gracias a los diferentes sectores sociales, que se han adherido al reclamo de justicia en el caso, y que se tomen los correctivos para frenar la violencia y la delincuencia.