Quienes creen que aprobando leyes se resuelven los problemas originados por la injusticia social reinante están muy equivocados.
La delincuencia que en parte se origina en la desigualdad social no se resuelve estableciendo la cadena perpetua ni la pena de muerte.
Esa delincuencia, solo tiene solución si la nación se plantea un proceso de transformaciones sociales que haga menos injusta la sociedad dominicana.
De igual manera, se requiere de un adecentamiento en los estamentos de poder, no solo como se cree, del político, sino también del resto que se ha creído dueño del Estado y toda su riqueza.
Esos mismos sectores que a través de la corrupción han hecho fortuna. Para ellos pena máxima de 30 años de cárcel nunca ha existido.
¿Cómo acabamos con la delincuencia de los chiquitos, de los de abajo, sino los de arriba han establecido un régimen de impunidad que les ha permitido protegerse de los desmanes cometidos contra el erario?.
En más de una ocasión se ha establecido que la corrupción genera pobreza, y en esa pobreza es que germina la delincuencia que nos alarma, aunque no tanto nos alborota la otra delincuencia, la de quienes detentan o han detentado el poder y se sirven de él.
¿Cuántos delincuentes de cuello blanco no andan por las calles del país, exhibiendo su opulencia, burlándose de los trabajadores y gente pobre, sin que nadie los toque?.
Plantear como solución a este problema leyes más rígidas sería meter al país en un círculo vicioso, pues se piden pena máxima y hasta de muerte, cuando ni siquiera se logra que se cumpla la máxima de 30 años que rige actualmente la Justicia Dominicana.
Este diario cree que lo prioritario en lo inmediato es adecentar a los organismos de seguridad del Estado, comenzando por la Policía Nacional, y eficientizar el servicio que estos ofrecen a la ciudadanía.
Creemos que se debe luchar porque haya una administración de Justicia competente y eficaz, que castigue de manera oportuna a todos los delincuentes, sean estos de cuello blanco o de un barrio marginado, de modo que se envíe un mensaje ejemplarizador hacia la sociedad dominicana.
Y repetimos, plantearnos seriamente un proceso de transformación social, de modo que se propicie un régimen que garantice oportunidades a la juventud, mucho de los cuales solo tienen en la delincuencia su opción para resolver sus problemas económicos.