JERUSALÉN, 15 jun (IPS) – El pedido de asilo en Israel de unos 200 refugiados sudaneses que cruzaron la frontera desde Egipto para escapar del genocidio en Darfur plantea un espinoso problema moral al Estado judío, fundado por personas que huían del Holocausto nazi. Por el momento, las autoridades israelíes no han escuchado los reclamos de asilo, aunque más no sea temporal. Destacadas figuras insisten que el Estado judío no puede ignorar la difícil situación de los perseguidos en Sudán.
Refugiados sudaneses, entre ellos sobrevivientes de la carnicería que devastó la occidental región de Darfur, han sufrido arresto en los últimos seis meses. Algunos tuvieron suerte: fueron liberados y alojados en kibbutz (granjas colectivas), pero otros permanecen hace meses en detención administrativa, a la espera de un juicio.
Organizaciones israelíes de derechos humanos se han hecho cargo de su defensa, pero el destino de todos ellos, los que están en prisión y en los kibbutz, es aún incierto.
Muchos de los refugiados que lograron cruzar la frontera fueron devueltos a Egipto. Según la política israelí de "retorno precipitado", ese es el destino de quien haya ingresado al territorio del país hace menos de 24 horas y se encuentre a menos de 50 kilómetros de la frontera.
Los que no son devueltos son detenidos por ingresar a Israel de forma ilegal. Los acusadores alegan en el juicio que los sudaneses suponen una amenaza por ser ciudadanos de una nación musulmana que carece de relaciones diplomáticas con Israel y donde, además, operan células de la red terrorista Al Qaeda.
Pero los tribunales han descartado el argumento y por eso algunos fueron liberados y conducidos a los kibbutz hasta que aparezca una solución alternativa.
Los desplazados que no tuvieron esa suerte languidecen en prisión sin ser juzgados. La Corte Suprema de Justicia, a pedido de las organizaciones de derechos humanos de Israel, dictaminó que el Estado debe encontrar una solución que les asegure a los detenidos el debido proceso.
Línea Directa para Trabajadores Inmigrantes, organización que asiste a extranjeros, y el Consultorio Jurídico para los Refugiados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Tel Aviv pidieron al fiscal general que declarara ilegal la política de "retorno precipitado".
Según estas instituciones, tal política viola la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), firmada por Israel.
"El problema es que no existe cooperación con los egipcios", enfatizó hace unos días el ministro del Interior, Ron Bar-On, ante el parlamento. "Hubo casos en que nosotros los devolvíamos y ellos los enviaban nuevamente a Israel. Hay un verdadero forcejeo en la frontera".
Bar-On advirtió que Israel debe frenar la ola de refugiados sudaneses iniciada hace meses porque, de lo contrario, el país se verá inundado de asilados.
Organizaciones de derechos humanos y destacadas figuras judías procuran que Israel trate con compasión a los desplazados sudaneses y les ofrezca un hogar, al menos temporal.
El presidente del Museo del Holocausto Yad Vashem, Avner Shalev, envió una carta al primer ministro, Ehud Olmert, en la que le pidió "mostrar solidaridad" a los refugiados de Darfur.
"En tanto que integrantes del pueblo judío, para quienes el recuerdo de Holocausto es un asunto candente, no podemos dar vuelta la cara cuando refugiados del genocidio de Darfur llaman a nuestra puerta", escribió.
Yehuda Bauer, estudioso del Holocausto que firmó la petición elevada a la Corte Suprema de Justicia, declaró que los refugiados debían beneficiarse del derecho de asilo temporal hasta que les sea proporcionado un alojamiento en Israel u otro país.
Al referirse el argumento de "país enemigo", Bauer recordó que los judíos alemanes que escapaban de los nazis eran a veces considerados "ciudadanos enemigos" por los países aliados en lucha contra el régimen de Adolf Hitler.
El premio Nobel y sobreviviente del Holocausto Elie Wiesel pidió que Israel acogiera a los refugiados de Darfur. "En tanto que judíos estamos obligados a ayudar no sólo a los judíos", dijo al diario Haaretz.
"Yo fui un refugiado y por lo tanto estoy en favor de recibirlos. Consideré muy loable que Israel fuera el primer país en aceptar 'balseros' vietnamitas. La historia siempre elige una capital para el sufrimiento humano y hoy Darfur es esa capital. Israel debe admitir a los refugiados de Darfur, aun si es una cantidad simbólica" de personas, indicó.
A fines de los años 70, el entonces primer ministro Menachem Begin acogió a un grupo de 250 vietnamitas náufragos. Un barco israelí los rescató después de que habían sido ignorados por navíos de Alemania Oriental, Japón, Noruega y Panamá.
Al concederles la ciudadanía, Begin recordó la difícil situación por la que habían pasado los judíos que escapaban de la Europa nazi.
El representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Israel, Michael Bavly, declaró que su agencia estaba trabajando junto a las autoridades israelíes para encontrar una respuesta.
"La primera solución es que sean realojados en un tercer país. Puedo decir que la devolución a Sudán es lo único que no va a pasar", declaró Bavly.
El legislador Haim Oron, del izquierdista y opositor partido Meretz, dijo a IPS que no cederá en su defensa de los refugiados hasta que les fuera concedido el permiso de ingreso a Israel "al menos hasta que la situación en Darfur se estabilice".
"Desde un punto de vista moral tenemos que ser especialmente sensibles ante este asunto. Se trata de refugiados escapando de un genocidio", agregó. (FIN/2006)