Saludé, en su momento, cuando el gobierno asumió como un compromiso de nación el respaldo del equipo dominicano en el Primer Clásico Mundial de Béisbol realizado el pasado mes de marzo.
Era lógico respaldar un evento donde estaría representado el principal agente de promoción internacional del país: el pelotero.
Además, independientemente del resultado, era fácil suponer que el representativo dominicano tendría una buena participación y muchos pensaron que estaba obligado a ganar el evento, aunque en béisbol, lamentable o afortunadamente, dos más dos no son cuatro.
Y lo que menos se pensaba era que Cuba y Japón serían los finalistas por encima de Estados Unidos, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
En la ocasión el Estado aportó 25 millones de pesos para el aparataje que conllevó la conformación, contactos, reuniones y posterior viaje del conjunto dominicano.
Tomando en consideración que Major League Baseball (MLB) cubría los gastos esenciales del evento (transporte aéreo y terrestre, alojamiento, alimentación, dietas etc.) esos 25 millones lucen altos para cubrir gastos de personal de apoyo y atender ñoñerías de los obreros mejor pagados del mundo.
En el ínterin, justo es reconocer que el Comité Gestor devolvió 7.5 millones al
Gobierno, lo que quiere decir que los costos del equipo dominicano rondaron los 17.5 millones de pesos, todavía alto.
Recientemente el deportista Cristóbal Marte declaró que dar sostén a los proyectos de selecciones de voleibol masculino y femenino tenía un costo de 25 millones de pesos, coincidencialmente la misma suma que se ofreció para dar respaldo a los chicos de la pelota.
Sin temor a equívocos, la Federación Dominicana de Voleibol (Fedovoli), presidida por el deportista Alexis García, posee el mejor proyecto de selecciones nacionales, en todas las categorías, que cualquier federación pueda presentar y es por ello que en la Sedefir no hay recursos suficientes para dar respaldo como se merece este programa.
Allí se trabaja de seis de la mañana a diez de la noche, y cuidado.
No es fruto de la casualidad que el voleibol femenino esté inmerso en la élite del mundo de ese deporte, con un puesto firme entre los primeros diez lugares en la categoría de mayores y con buenas posiciones en las de menores.
El cuarto lugar en el Campeonato Continental Norceca en septiembre pasado, por debajo de Estados Unidos, Cuba y Canadá, culminado con el segundo puesto obtenido ahora en la Copa Panamericana, sólo por debajo de Estados Unidos, colocan el equipo masculino de mayores en una ruta ascendente que sólo se mantiene con el trabajo continuado a base de una inyección importante de recursos que permita una labor más holgada a dirigentes, técnicos y jugadores.
Cuando esos equipos dominicanos representan el país en cualquier evento internacional también se constituyen en embajadores de buena voluntad de la nación, y más cuando obtienen lauros, como suele suceder con gran frecuencia.
Si se toma en cuenta que Fedovoli además de los proyectos de selecciones nacionales da un fiel seguimiento a su programación nacional e internacional, dando respaldo a las asociaciones provinciales y montando los eventos locales, pregunto si no merece, como un reconocimiento a su labor de organismo federado modelo, que el Estado la asuma como un proyecto de nación, hasta tanto pueda mantener vigentes los parámetros de labor continua con resultados visibles, muy visibles.
Me luce que el secretario de Deportes, Felipe Payano, y los dirigentes federados del voleibol, igual que como hicieron los peloteros, deben subir las escalinatas del Palacio Nacional.