KATMANDÚ, 16 jun (IPS) – Por primera vez desde el inicio de la guerra civil de Nepal en 1996, un jefe del gobierno de Nepal se reunió con el líder de la guerrilla maoísta. El primer ministro Girija Prasad Koirala, quien encabeza el "gobierno del pueblo" surgido tras la revuelta popular de abril contra el rey Gyanendra, recibió este viernes al presidente del insurgente Partido Comunista de Nepal-Maoísta, Pushpa Kamal Dahal.
Dahal, también conocido como Prachanda (poderoso, en nepalés), accedió a entregar las armas de la guerrilla a cambio del compromiso de una convocatoria a elecciones.
Koirala y Prachanda estrecharon sus manos en la residencia del primer ministro en el centro de Katmandú, con lo que quedó oficializada la segunda ronda de negociaciones preliminares de paz que comenzaron el jueves.
Ésta fue la primera vez que los líderes de ambos bandos se reúnen desde que los maoístas lanzaron en 1996 su guerra contra la monarquía absolutista y en pro de los oprimidos.
Seguidores de siete partidos políticos, empleados del Estado, guerrilleros y simples ciudadanos inundaron en abril las calles para obligar al rey Gyanendra a renunciar a las funciones de gobierno que se había arrogado con el golpe del 1 de febrero de 2005.
Desde entonces, Koirala, sus aliados y el restaurado parlamento han discutido permanentemente con dirigentes maoístas.
Con gran frecuencia, ambos bandos se acusado públicamente de traicionar el espíritu del "acuerdo de 12 puntos" que firmaron en noviembre de 2005 con el propósito de terminar con la autocracia.
El monarca había asumido el poder absoluto después de destituir a su primer ministro en un incruento golpe de estado en febrero de 2005.
Prachanda dijo que los siete partidos opositores le habían prometido que el restablecido parlamento sesionaría unos pocos días, hasta la constitución de un gobierno interino, pero que han estado ocupados consolidando su poder.
Koirala niega haber prometido la rápida disolución del parlamento, y en reiteradas ocasiones afirmó que los maoístas no accedieron a entregar las armas a pesar de haber declarado el cese del fuego y que sus cuadros siguen practicando extorsiones.
Esta semana, se produjo un nuevo vuelco cuando el primer ministro declaró que Nepal debe contar con un rey con atributos ceremoniales, a pesar de que muchos de quienes marcharon en abril exigen el reemplazo de la monarquía constitucional por un sistema republicano.
Otra traición, advirtieron los maoístas.
A pesar de la retórica, ambos bandos están realizando concesiones recíprocas. El gobierno liberó a cientos de presos maoístas. Los insurgentes abandonaron su reclamo de convocar una gran conferencia con representación de todos los estamentos sociales para elaborar una nueva constitución.
Se prevé que el jefe del gobierno interino surgirá después de julio. El parlamento levantó su sesión este viernes hasta el mes próximo.
El proceso de paz avanza a pesar de las acusaciones mutuas. Los negociadores acordaron el jueves pedir a la Organización de Naciones Unidas (ONU) colaboración con el equipo que fiscalizará el cese del fuego y la situación de los derechos humanos.
El gigantesco y muy influyente vecino de Nepal, India, ha rechazado la participación de la ONU en los procesos de paz de este país.
Cuando Koirala visitó la semana pasada Nueva Delhi, donde fue recibido como el liberador del pueblo, los líderes indios aceptaron que el foro mundial interviniera en el decomiso de las armas de los guerrilleros pero no en las negociaciones de paz.
Pocos días después, un funcionario local de la ONU declaró a la prensa que el gobierno y los maoístas debían darle más cuerpo al acuerdo del cese del fuego.
Faltan detalles importantes como la cantidad de armas en manos rebeldes, su potencial de lucha y el lugar donde se encuentran tanto armas como combatientes.
Los maoístas están dispuestos a suministrar esa información, dijo a IPS Dev Gurung, miembro del comité central del Partido Comunista de Nepal-Maoísta.
"Nosotros mismos ya habíamos hecho ese tipo de propuesta al gobierno", añadió Gurung, sentado en una sala con pocos muebles de la secretaría de paz del partido en Katmandú.
"Pero algunos países vecinos no quieren la presencia de la ONU, razón por la cual su participación se ha demorado. Le pedimos que controle el proceso de paz, las elecciones y los ejércitos".
Ambos bandos ya habían acordado invitar a observadores nacionales e internacionales a participar en las primeras conversaciones del cese del fuego del 26 de mayo.
Dirigentes de las facciones en armas prometieron dejar de reclutar combatientes y, además, los maoístas accedieron a ponerle fin a las extorsiones. "No queremos otra guerra", añadió el portavoz maoístas Krishna Bahadur Mahara después de la reunión.
Gurung dijo a IPS que los cuadros guerrilleros que accedieron a empuñar las armas, luchar y si fuera necesario morir por la libertad entienden el cambio de estrategia.
"La movilización popular de abril también fue un proceso político. Una guerra es la continuación de otras formas de hacer políticas", sostuvo.
Unas 14.000 personas fueron asesinadas durante la lucha entre los maoístas y el Estado, la mayoría eran aldeanos que cayeron bajo fuego cruzado.
Se estima que los maoístas llegaron a controlar más de 80 por ciento de la variada geografía de este país que cuenta con el monte Everest al norte y las húmedas llanuras del Ganges en el sur.
En algunos lugares, impusieron gobiernos paralelos que entre otras cosas cobraban impuestos y se encargaban de contratar empresas para construir y reparar caminos.
"El pueblo de Nepal está preparado para participar sin importar la forma de lucha que elijamos. Eso está totalmente aceptado. Si no entendieran así la liberación, no hubieran tomado las armas", indicó Gurung. ( (FIN/2006)