En los últimos días en el país han ocurrido varios asesinatos que ha consternado la sociedad , hechos que por la magnitud alcanzada han dado al traste para que los ciudadanos se levanten a proclamar justicia y al mismo tiempo sanción para los responsables de estos hechos.
La ola de crímenes se inicia con el asesinato de la joven santiaguera Vanesa Ramírez Faña, quien perdió su vida a mano de unos jóvenes para quitarle el celular que llegaba consigo mientras regresaba de la universidad a su casa, este hecho levanto a la ciudad de santiago y a toda la ciudadanía en sentido general.
La nación no había salido de su asombro, cuando unos jóvenes irresponsables compitiendo en lujosos carros en horas de la noche en la avenida 27 de febrero con privada, el hoy llamado Polígono Central, se llevan por delante al joven Eduardo David Rodríguez que al igual que Vanesa contaba con apenas 18 años de edad y era hijo de una pareja de médicos y estudiaba medicina pero en su caso en la Universidad del Estado, esta noticia tan cruel como la muerte de Vanesa no causo el mismo impacto social, esto así, por la desigualdad económica y social existente entre ambas familias.
Los familiares de Luís Eduardo, tuvieron que convertirse en los propios voceros de su tragedia para poder hacer opinión pública y de esta forma lograr que las autoridades policiales hicieran eco de su denuncia y de la tragedia que los embarga en este momento.
Otro caso similar fue el ocurrido con el joven José Stalin Ortiz de 21 años, este ultimo residente en el sector los Guaricados del Municipio Santo Domingo Norte, donde fue mortalmente herido por un desconocido para arrebatarle su celular, pero esta tragedia de una familia humilde tampoco causo gran impacto y los familiares de este sólo claman para que se haga justicia igual que con el caso de Vanesa Ramírez Faña.
Las autoridades policiales deben prestar atención a estos hechos que han puesto de manifiesto una vez más que las desigualdades sociales existen de forma tajante en el país, donde sólo a los poderosos y los que cuentan con el poder económico y social le son escuchados sus clamores, ya que, los pobres se han convertido en la voz que clama en el desierto y estén ávidos de ser escuchados por las autoridades del país.
En 1992 , cuando el papa Juan Pablo Segundo visito nuestro país, para la celebración de los 500 años del descubrimiento de América, en dicha visita donde participaron obispos de toda América Latina, se produjo el documento Santo Domingo, donde se establece de una manera clara que la brecha entre ricos y pobres cada día era más ancha . Quizás en ese momento no se entendió lo que ayer el hoy fenecido pontífice quiso decir, pero que con la ocurrencia de hechos similares o casi idénticos pero a familias de diferentes estatus sociales y la respuesta de las autoridades no ha sido la misma.
La muerte de Eduardo David Rodríguez y la de José Stalin Ortiz, no motivo a los obispos ni a los defensores de los derechos humanos para que reclamaran justicia y se esclareciera este asesinato, pero en fin esa es la suerte de los que no tienen abolengo, vivir en el anonimato y morir en el mismo.
P.D. Al parecer el mes de junio ha sido el mes para que nos diéramos cuenta de que marcadas son las diferencias de clases y castas en nuestro país.