QUITO, 21 jun (IPS) – "Por lo menos estos muchachos nos han dado la única alegría que hemos tenido los pobres en muchos años". La caída en Berlín ante la anfitriona Alemania no amainó la euforia de los ecuatorianos con su selección de fútbol, cuyo éxito revaloriza la identidad nacional de un país donde las rivalidades regionales no ceden.
La sonrisa de (Agustín) 'Tín' Delgado cuando festeja los goles es nuestra sonrisa", completa una humilde vendedora de caramelos en el parque céntrico de Quito, que, sin pretenderlo, hace un acabado resumen del sentimiento generalizado en el país, sin mella aún pese a la derrota de la víspera, dado que no estuvo en riesgo su clasificación a los octavos de final de la Copa Mundial de la FIFA.
Es que hasta fines del siglo XX las páginas más gloriosas del fútbol ecuatoriano no se escribieron, paradójicamente, dentro del país, como ocurrió en otras partes de América del Sur, donde los cultores de este deporte han ocupado lugares destacados en el mundo desde su creación.
Según la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), este deporte comenzó a practicarse en Ecuador fruto de la pasión de la juventud guayaquileña y tiene como año oficial de nacimiento a 1902, cuando se funda el Club Sport Guayaquil. Aunque algunos investigadores, como Mauro Velásquez, sitúan ese inicio en 1899.
Empero, el fútbol ecuatoriano tuvo que esperar hasta 2002 para codearse con las grandes selecciones del mundo, al debutar en el campeonato mundial organizado por la FIFA ese año en forma compartida en Japón y Corea del Sur.
Cuatro años después, es en Alemania donde consigue superar la primera fase, con una actuación elogiada por la prensa internacional, y se jugará todas sus cartas el próximo domingo ante la poderosa selección de Inglaterra, ganadora del torneo organizado por la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado) por única vez en 1966 en su país.
Expertos consultados por IPS ubican las principales causas de los fracasos deportivos del pasado a nivel de selección en la realidad política y económica de Ecuador, que ha llevado a un enfrentamiento constante entre las regiones de la Costa y la Sierra y, sobre todo, entre Quito y Guayaquil, la capital de la provincia costeña de Guayas y principal centro comercial del país.
Ya en las tres primeras décadas del siglo XX, el fútbol era en Guayaquil el deporte más popular, seguido del boxeo, pero su mayor trascendencia social y su consecuente reflejo en la prensa ocurre a partir de la década del 40. Sin embargo, en Quito competía en preferencia hasta la década del 30 con las corridas de toros, el voleibol y el propio básquetbol.
Aunque la actual Federación Ecuatoriana de Fútbol nació el 30 de mayo de 1925, con el nombre de Federación Deportiva Nacional, la división permaneció a través de la realización solamente de campeonatos provinciales hasta 1960.
Ese antagonismo marcó la historia de este país andino que estuvo dividido en cuatro regiones autónomas hasta 1869, cuando se organizó como estado nacional unitario, modelo que ha vuelto a cuestionarse en los últimos años, al punto de que algunos partidos políticos junto a empresarios de Guayas proponen declarar la autonomía política y económica de esa provincia.
El regionalismo es uno de los motivos por los cuales los técnicos ecuatorianos no han tenido éxito al frente de la selección nacional. Por eso se ha preferido últimamente a extranjeros, como el yugoslavo Dusan Draskovich y los colombianos Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez.
"Cuando un ecuatoriano dirige la selección enfrenta presiones muy fuertes de la prensa, la dirigencia y los hinchas que insisten en que sean convocados los jugadores de equipos de su ciudad según sean de Quito o Guayaquil", dijo Maturana a IPS.
Fue él quien recomendó a Gómez que, para hacer un buen trabajo, debía romper con "la rivalidad entre costeños y serranos tan enraizada en el fútbol" de Ecuador. Según Gómez, eso fue lo primero que se propuso al aceptar dirigir a la selección ecuatoriana.
"Primero era necesario terminar con las rivalidades para luego alcanzar la meta de crear una identidad futbolística, lograr que la selección sea un vínculo nacional y que Ecuador clasificara para el mundial'', explicó.
Dos años después de haber asumido la responsabilidad, Ecuador estaba unido en torno a un objetivo, como sólo lo había estado en 1995 durante la guerra fronteriza con Perú, y se clasificaron por primera vez a un campeonato mundial.
Los propios medios de comunicación costeños y serranos bajaron en parte los el nivel de la rivalidad regional. Teniendo en cuenta esta experiencia, José Laso arriesga que es necesario "futbolizar la política".
"Se ha hablado tanto de la politización del fútbol, y yo creo que es urgente hacerlo. Los postmodernos hablan de la disolución de los Estados nacionales y el fútbol muestra lo contrario'', comentó a IPS este experto en comunicación de la quiteña Universidad Andina Simón Bolívar.
Para el analista, el fútbol "construye de un modo menos sangrante y fascista las siempre frágiles identidades".
"El espacio de nuestra política es el de la disolución, de la desagregación regional, de las exclusiones. El fútbol es el espacio de la unidad, de la identidad, de la densidad simbólica de los cuerpos, los gritos y las banderas, añadió.
La falta de interés nacional en el fútbol quedó demostrada en la primera frustración del fútbol ecuatoriano, como fue no haber asistido al primer campeonato mundial de la FIFA, realizado en Uruguay, a pesar de haber sido invitado por su comité organizador.
Los problemas económicos y entre dirigentes, de un fútbol marcado por intereses regionalistas, no permitieron esa participación.
Sólo en la década del 60 y principios del 70 es cuando el periodismo deportivo ecuatoriano enfoca definitivamente su interés mayor en el fútbol, pero en la figura de un solo jugador, Alberto Spencer, el más importante en la historia del país hasta hoy.
Spencer fue reconocido en el mundo como uno de los pilares en 1966 del club Peñarol, de Uruguay, campeón de la entonces Copa Libertadores de América, la principal que organiza la Conmebol, y aún con el récord de anotaciones en este torneo con 56 goles.
También ese mismo año obtiene con Peñarol la Copa Intercontinental en el partido jugado en España contra Real Madrid, ganador del máximo torneo de la época en Europa.
El éxito de Spencer, la muy buena actuación de la selección en la disputa para clasificar –sin lograrlo– a la Copa Mundial de 1966 en Inglaterra y la unificación de todos los torneos provinciales en un Campeonato Nacional marcaron el comienzo de la historia moderna del fútbol ecuatoriano.
El propio Spencer, durante años cónsul honorario de Ecuador en Uruguay, apuntó sobre las causas de los anteriores fracasos deportivos como país. Aquí "siempre se jugó bien al fútbol", pero el problema de los futbolistas "era el pánico al extranjero", dijo a la prensa.
Esa frase despertó interrogantes en los medios de comunicación sobre los complejos de una sociedad que se veía reflejada en el fútbol.
Para el sociólogo Felipe Burbano de Lara, el éxito alcanzado por la selección ecuatoriana en las eliminatorias para la Copa Mundial Corea-Japón estaba mostrando una superación de ese pánico, mientras que la destacada actuación de ahora en Alemania despeja totalmente las dudas sobre la capacidad del combinado nacional.
"Frase enigmática la de Spencer, que parecería encerrar los nudos de la sicología ecuatoriana, porque ha sido en los juegos de la selección nacional, en el momento de confrontar al extranjero como nación, cuando han aflorado nuestros miedos y vergüenzas más profundas", comentó a IPS.
El analista aseguró que era en esos momentos de derrota cuando los ecuatorianos se flagelaban, se acusaban y se "denigraban como nación".
"El blanco de los ataques eran los jugadores, símbolo de todo lo malo que podía encarnar el Ecuador, incluidos sus prejuicios raciales y sociales'', agregó.
Explicó que, conforme el país y los medios de comunicación fueron incorporando una visión más plural de la nación, también creció el espacio de reconocimiento hacia los jugadores del equipo nacional.
"La superación del pánico al exterior viene unida a una redefinición de nuestra identidad hacia adentro, a la posibilidad de reconocernos en nuestra diversidad social y cultural", argumentó.
En Correa-Japón Ecuador no pasó de la primera fase perdiendo con Italia y México y ganándole a Croacia, pero el equipo ganó experiencia y muchos de los integrantes de entonces hoy brillan en el Mundial de Alemania.
Hernán Darío Gómez cree que la base del éxito de la selección de Ecuador está en la unión, la solidaridad y la tolerancia. (FIN/2006)