Un hecho poco conocido relacionado con una disputa por derecho de autoría, se originó en el país inmediatamente después del ajusticiamiento de Trujillo en 1961. El caso envolvió a Johnny Ventura y a Antonio Morel, dos glorias de la música popular dominicana. Morel ( Moca 1920), que también compuso merengues trujillistas, fue el músico más independiente durante la tiranía y Johnny Ventura (1940), el fenómeno musical más extraordinario inmediatamente después de la desaparición de aquella tenebrosa era. A Morel se le considera además, la primera gran sensación popular del merengue, pese a que su fuerte no era el canto y a que su producción como músico, resulta a la postre, muy limitada y pobre. Ese grado de popularidad lo logró el músico mocano en plena dictadura trujillista y la mantuvo durante años, a contrapelo de figuras de la talla de Luis Alberti, el músico preferido de Trujillo y director de la orquesta Generalísimo, y de Papa Molina (1925) que dirigiría la orquesta San José, propiedad de José Arismendy Trujillo (Petán), el hermano del tirano, quien en su condición de “mandamás” de la antigua Voz Dominicana, era el principal responsable de la propaganda con “glamour” de la tiranía. El enfrentamiento vino por el merengue "El Cuabero", que Johnny Ventura, su auténtico autor, hizo popular mucho antes de grabarlo. Todas las noches, Johnny Ventura, interpretaba una y otra vez ese merengue, durante sus presentaciones fijas en el restaurante El Moderno, de la avenida Duarte, célebre además, porque allí, años después, irrumpiría con fuerza El Negrito Truman, con su contagioso "Ritmo Cùcara", del que Tony Seval, desde San Carlos y Villa Francisca, haría años después, una revolución momentánea por los barrios de la capital, hasta anunciar su propia desaparición con el tema “El Muerto”, dentro de una sensacional producción musical que incluía a "Saida, Gracias, Para Bochinchar, El Chévere , La Llorona Loca y Quizàs Sì, Quizàs No". Resulta que Antonio Morel, convencido de que Johnny Ventura era el nuevo fenómeno del merengue, lo convocó para grabar junto el tema "El Cuabero". Ilusionado el entonces joven cantante acudió temprano a la cita que tendría lugar en la emisora HIZ, pero pasaron las horas y Morel no aparecía ni en los centros espiritistas, por lo que Jhonny, cansado de esperar y sintiéndose frustrado, tuvo que marcharse para cumplir con sus obligaciones en el centro de diversión donde trabajaba noche tras noche. Y grande sería la sorpresa para Jhonny Ventura, cuando a los pocos días se entera que Antonio Morel había grabado una versión negra del tema, con los intérpretes Luis Sánchez, Negrito Macabí y Julito Deschapms. Como autor figuraba nada más y nada menos que el maestro Félix del Rosario (1934), que en realidad se había limitado a hacer los arreglos de la nueva y casi improvisada versión de "El Cuabero". “Me sentí tan mal con este abuso que salí a buscar a Morel para ajustar cuentas, pero por suerte que no lo encontré y luego algunos amigos míos calmaron mi enojo”, habría dicho Johnny Ventura, en una entrevista ofrecida a un periódico capitalino en 1997, en la que aseguraba que su tema había sido, incluso, registrado legalmente y que la editora de música Peer Internacional, así se lo reconocía. Pero Juan de Dioz Ventura Soriano, como caballo de batalla y ostentador de las cuatro siglas de un héroe contra la tiranía (Juan de Dios Ventura Simó), no se dejaría vencer por aquella mala jugada y de inmediato le respondió a sus copistas con otra versión propia de su tema, titulada "Cuidado con el Cuabero" que resultó ser similar fenómeno musical, de tanta pegada, que a partir de entonces la versión supuestamente plagiada por Morel y sus asociados, pasó a un segundo plano, con Johnny Ventura convirtiéndose en un fenómeno, que en l adelante ningún músico y cantante dominicano ha podido superar.
Con Johnny comenzó la revolución rítmica del Merengue, (su aceleramiento), y se perpetuó la práctica de tomar melodías de otros géneros, en especial colombianos, para adaptarlos a merengue a manera de fusilamientos. Sólo Wilfredo Vargas, como veremos más adelante, lo supera en ambos casos. Por ejemplo, para ilustrar un poco, algunos observadores del mundo artístico dominicano alegaron en su oportunidad que "Juana la Cubana", de Wilfrido Vargas, era un plagio de "El Pingüino", de Jhonny Ventura, porque ciertamente entre ambos temas había mucha coincidencia rítmica y tonal. Pero se les olvidó observar lo más importante, y era que El Pingüino, andaba por la misma línea musical de "Patacón Pisao", otro tema colombiano creado por Juan Carlos Coronel, un genio musical de Cartagena de Indias, que de la balada incursionó en los ritmos negroides de su país. En la década de los 70s., Coronel lideró el hit parade de la región caribeña, con temas como "La Piragua" y "La Pollera Colorá", los cuales, al igual que "Patacón Pisao", “anduvieron por todas partes, con su clave de inicio y una excelente interpretación para bailadores adaptada a merengue”, como llegara a señalar Víctor Víctor; vale decir, casi plagiado por Johnny Ventura y otros músicos dominicanos. Una versión de la "Pollera Colorá" fue grabada por Tito Rodríguez, quien la paseó por Angloamérica como una prenda de boca en cuello. A Juan Carlos Coronel le ha pasado, igualito que al venezolano Hugo Blanco, cuyos temas "María Morena", "La vecina" , "El burrito de Belén" y "El Cigarrón", se convirtieron en un botin mùsico-comercial. Para los que no lo saben diré que es Blanco el autor original del tema "Moliendo Café", que al igual que "El Cigarrón", ha generado disputas por derecho de autoría en Colombia y la tierra de Bolívar. Por otro lado, se sabe que "El Pnguino", de Johnny Ventura, es un fusilamiento de "El Baile del Pinguino", del compositor cubano Ernesto Duarte. Al igual que Wilfrido Vargas, Johnny Ventura ha sido reincidente en esa práctica, de tomar, sobre todo, temas de la música colombiana, para fusilarlos y/o convertirlos en merengues, como ocurrió más recientemente con "Gata Salvaje", tema de la telenovela del mismo nombre grabada en Miami. Lo mismo hizo con el tema "Las Tapas", un vallenato de Ivo Otero, que Johnny montó en 1977, sobre la base de una recreación rítmico bailable influenciada por la música disco que estaba de moda para esa época. El montaje fue todo un éxito ya que para ello se utilizó la base rítmica del bass drum o bombo. Ya dice el refràn, "lo que nada nos cuesta hagàmosle fiesta", a lo que yo termino agregando, "que si no nos da plata nos puede dar mantenca".
Volveremos con el caso Rafael Solano.